Tribunas

Después de los seminarios, las Facultades eclesiásticas…

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Encuentro de los obispos españoles en el Vaticano
con el Papa Francisco para hablar de los seminarios.

 

 

 

 

 

 

En la nota de prensa de la pasada Asamblea Plenaria leímos que “Mons. Argüello y el presidente de la Subcomisión Episcopal para las Universidades y Cultura, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, han informado sobre la propuesta del Dicasterio para la Educación católica para la reestructuración de los institutos teológicos superiores de ciencias religiosas. Siguiendo las indicaciones de este Dicasterio, la Plenaria aprobado la creación de una Comisión Episcopal ad hoc que va a coordinar el estudio que van a llevar a cabo los obispos y expertos en la naturaleza, misión y exigencias normativas de los Institutos eclesiásticos”.

En estos días pasados, la Revista “Vida Nueva”, bien informada por fuentes vaticanas, publicaba una noticia con el siguiente titular: “Auditoría vaticana a las facultades eclesiásticas”.

El texto aclaraba que “los centros de formación eclesiástica de nuestro país, bajo una auditoría vaticana. O más bien, los obispos. Según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, el Dicasterio para la Educación y la Cultura ha puesto la mirada en los pastores para que lleven a cabo una autoevaluación sobre el presente y el futuro de las facultades de teología y otras iniciativas educativas, como escuelas o institutos, destinadas a promover las ciencias religiosas”.

Por lo tanto estamos hablando de los centros de enseñanza teológica y de ciencias religiosas, lo que se denominan centros de formación eclesiástica, denominación que me echa para atrás, que entiendo también es teológica, sean Facultades, institutos, centros adscritos… ¿o no? Una amplia gama de posibilidades. Lo eclesiástico aquí utilizado siempre me pareció un eufemismo.

Vamos, que después de los seminarios llega la auditoría a esos centros. La revista citada añade una razón primera: “Un proceso de discernimiento sobre el sentido de contar con lo que se considera un elevado número de espacios formativos, teniendo en cuenta la carestía vocacional, tanto al sacerdocio como a la vida religiosa”.

Además añade el siguiente motivo: “Fuentes vaticanas confirman que la preocupación se extiende también a la ideologización que se percibe en algunos claustros, en los que pareciera que “se ignora, no solo el magisterio del papa Francisco, sino que se ‘reinterpreta’ la recepción del Concilio Vaticano II”.

No sé si esos son los motivos que se explicaron en la reunión de la Plenaria. Pero este segundo motivo, y los ejemplos que se ponen en el citado texto, me parecen llamativos.

Lo primero que hay que decir es que da la impresión que se está poniendo bajo sospecha al episcopado, o a lo que queda de él. No sé cuáles serán los siguiente ámbitos de observación, auditoría a los planes de pastoral, a las catequesis y a los catecismos, a las Cáritas, a las delegaciones de apostolado seglar, a los tribunales diocesanos… No estoy dando ideas.

Antes, se hizo a todos los obispos que tuvieran seminario, ahora a los que tienen estos centros. Pensando, por cierto, que existen centros de este tipo que no dependen de obispos sino de instituciones católicas, por ejemplo, los jesuitas, y otras órdenes religiosas e instituciones de Iglesia, a los que se supone también va auditar.

Que hay que darle una vuelta a la relación oferta demanda en este tipo de estudios, seguro que es cierto. Pero no sólo por los criterios cuantitativos de ratio alumnos-profesores, sino, probablemente, desde la perspectiva de la calidad de la enseñanza.

Calidad que entiendo viene determinada por los criterios normativos de los documentos vaticanos sobre estas enseñanzas y los reglamentos de cada centro adaptados a esta normativa.

Por lo tanto, centro que no cumpla la normativa, por ejemplo de doctores, acreditación, publicaciones, ya se sabe…, pues solución final o cuasi final.

Anda que no se ha evolucionado con los parámetros de la calidad en la enseñanza desde métricas convencionales en las ciencias superiores. Tanto que ahora es un sufrimiento.

No voy a hacer referencia a las históricas visitas a las Universidades Pontificias en España en el XIX y en el XX y cuáles fueron sus resultados.

Lo que me parece más llamativo es el argumento de la ideologización. Entiendo que la teología es una ciencia, con sus método, fuentes, programas, etc. Que yo sepa no hay en España ninguna Facultad de los lefebvrianos, ni de los sede vacantistas. Igual las de Belorado montan una a este paso.

En los centros académicos podrá haber escuelas de teología, como las hay en cualquier disciplina. ¿Pero que se enseñe teología obviando el Vaticano II?¿Acaso lo que tendría que preocupar al Dicasterio competente no es la cientificidad de las enseñanzas, su calidad? ¿De verdad que el magisterio del Papa Francisco representan tal novedad respecto del magisterio de los papas precedentes que es un novum que modifica la cientificidad de la teología?

Entiendo que habrá profesores que tengan un enfoque u otro en las mismas materias. ¿A eso es a lo que se le llama ideología? ¿Es la teología como ciencia una ciencia más dada a la ideología y a las derivas ideológicas? ¿De qué ideología estamos hablando? Podría seguir haciendo unas cuantas preguntas más.

Les puedo asegurar que el problema de la teología, desde alguien al que le gusta leer teología, es que se encierre en sí misma, caiga en las trampas de las cuitas clericales, y no mire a la necesaria interlocución con el mundo, con el pensamiento, con la cultura.

Quizá lo que necesitaba la teología, como ciencia, es que se enseñe en el sistema estatal y privado de las universidades para que se perciba la equiparación científica y metodológica al resto de las ciencias humanas. ¿O lo que se está pretendiendo es una eclesiastización de la teología, un reduccionismo de horizontes?

Salir a respirar al sistema universitario implica que los centros de enseñanzas que no estuvieran en ese circuito se verían arrastrados por la corrientes de la dignidad también epistemológica.

A no ser que se trate ahora de un proceso que esconda acumular argumentos para cerrar determinadas Universidades eclesiásticas, Facultades de teología et alii.

Ustedes se imaginan ya cuáles serán las candidatas a este cierre categorial bajo el paraguas de la reordenación de la oferta y la demanda. Yo sé de más de una que debiera estar pensando ya en el día después…

 

 

José Francisco Serrano Oceja