Tribunas

En busca de la normalidad perdida

 

Alberto García Chavida


Donald Trump.

 

 

 

 

 

 

En las conversaciones periódicas con mi peluquero (mejor tendría que decir con mi ex-peluquero, porque ha cambiado de oficio), Carlos me confiaba: “que no te engañen, Alberto, que la crisis de Occidente es una profunda crisis de valores. Llenamos los ojos, pero tenemos vacío el corazón”.

Estamos rodeados de cosas materiales, no nos falta de nada, pero tenemos un profundo vacío interior, una gran insatisfacción, una tristeza que nos carcome por dentro, y a veces por fuera. Y ahí están los índices de depresión y suicidio de nuestro tiempo.

A veces, incluso tenemos miedo a manifestarnos como somos, y decir lo que pensamos, porque nos tildarían de anticuados, homófobos, o vaya usted a saber qué. Y por miedo al qué dirán, nos estamos haciendo raritos, para no significarnos y pasar inadvertidos. En el fondo, seguimos siendo normales, pero casi nos avergonzamos de serlo.

Por eso, estas semanas se está hablando mucho de la toma de posesión de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos. Su choque frontal con la ideología woke desemboca en la aprobación de medidas en la que se recupera la definición del género a partir del sexo biológico. El objetivo no sería otro que defender a las mujeres del extremismo de la Ideología de Género y restaurar la verdad biológica en el Gobierno Federal. Solo hay dos tipos de personas: hombres y mujeres.

Mucha gente estará de acuerdo con esta decisión, sin embargo no hay que ser ingenuos, con ello no se resuelven los problemas que la ideología de género plantea.

Si se desea cambiar esta cultura es necesario no sólo una legislación contraria, sino una presencia en la sociedad de una visión de la vida y una ética que ayuden a descubrir los errores de la ideología de género y ofrezca un pensamiento nuevo y consistente apoyado en un análisis más correcto de la verdad sobre la sexualidad humana.