Tribunas
10/02/2025
Año Santo: un año para vivir la Fe. II
Ernesto Juliá
“Guía del peregrino”, para ayudar a vivir el Jubileo 2025.
El Año santo es, sin duda, una oportunidad para que todos nos acerquemos con la mejor disposición del mundo, a la Luz que Dios ha querido darnos enviándonos a su Hijo, Jesucristo.
Jesucristo dijo a los Apóstoles, “estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. Y ha hecho realidad esta promesa fundando la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, con la misión de mantener viva la Fe y la Moral que Él nos enseñó: camino para enderezar nuestros pasos al abrazo amoroso de Dios en la vida eterna.
El cardenal Müller señala a la Iglesia como la segunda verdad que hemos de tener presente en este caminar.
2. La Iglesia.
Como es breve el escrito original, lo transmito íntegro.
“Jesucristo fundó la Iglesia como signo visible e instrumento de salvación, que subsiste en la Iglesia Católica (816). Dio una constitución sacramental a su Iglesia, que surgió del costado de Cristo dormido en la Cruz” (766), y que permanece hasta su consumación (765). Cristo Cabeza y los fieles como miembros del Cuerpo son una persona mística (795), por eso la Iglesia es santa, porque el único mediador la ha establecido y mantiene su estructura visible (711). A través de ellos, la obra de la redención de Cristo se hace presente en el tiempo y en el espacio en la celebración de los sacramentos, especialmente en el sacrificio eucarístico, la Santa Misa (1330). La Iglesia transmite en Cristo la relación divina que se extiende a todos los elementos de la doctrina “incluida la doctrina moral, sin la cual las verdades de la salvación de la Fe no pueden ser salvaguardadas, expuestas u observadas” (2035).
Y a la Iglesia, para llevar adelante su misión, le ha dejado el tesoro de los Sacramentos –Bautismo, Confirmación, Confesión, Eucaristía, Matrimonio, Orden, Unción de los enfermos- en los que el mismo Cristo nos alcanza la Gracia: “cierta participación de la naturaleza divina”- y nos acompaña en nuestra vida de “hijos de Dios en Él”.
Cristo nos encarga a todos los creyentes que mantengamos viva la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Reviviendo siempre la Fe y la Moral. No tenemos nada que inventar, y mucho que descubrir, que ahondar en las verdades de la vida y de la predicación de Cristo. La Iglesia ha seguido ese camino conjugando, bajo la acción del Espíritu Santo, la unidad entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio.
3. El orden sacramental.
“La Iglesia en Jesucristo es el sacramento universal de salvación (776)
“Ella no se refleja a sí misma, sino a la luz de Cristo que brilla en su rostro. Esto sucede sólo cuando no la “mayoría ni el espíritu de los tiempos sino la verdad revelada en Jesucristo se convierte en el punto de referencia, porque Cristo ha confiado a la Iglesia Católica la plenitud de la gracia y de la verdad (819). Él mismo está presente en los sacramentos de la Iglesia”.
“La tarea del Magisterio de la Iglesia es “proteger al pueblo de las desviaciones y de las fallas y garantizar la posibilidad objetiva de profesar sin error la Fe auténtica” (890). Esto es especialmente cierto con respecto a los siete sacramentos. La Eucaristía es “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (1324).
Y en ese “nada que inventar”, el cardenal recoge la Escritura, la Tradición y el Magisterio, para recordarnos la necesidad de estar en gracia de Dios para recibir a Cristo en la Eucaristía:
“Las Sagradas Escrituras, con respecto a la recepción de la Sagrada Comunión, advierten: “El que come del pan y bebe de la copa del Señor indignamente, es reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor” (1 Co 11, 27). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar” (1385). De la lógica interna del sacramento se desprende que los fieles divorciados por lo civil, cuyo matrimonio sacramental existe ante Dios, los otros cristianos que no están en plena comunión con la fe católica, como todos aquellos que no están propiamente dispuestos, no reciben la Sagrada Eucaristía de manera fructífera (1457) porque no les trae la salvación. Señalar esto corresponde a las obras espirituales de misericordia”.
(continuará).
(Los números entre paréntesis corresponden al Catecismo de la Iglesia Católica).
Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com