Tribunas

Año Santo: un año para vivir la Fe. y IV

 

 

Ernesto Juliá


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“La Iglesia está muriendo porque sus pastores tienen miedo de hablar con toda verdad y claridad. Tenemos miedo de los medios de comunicación, miedo de la opinión pública, ¡miedo de nuestros propios hermanos! El buen pastor da la vida por sus ovejas” (cardenal Sarah).

Palabras que el cardenal dejó escritas, hace ya algunos años, en su libro “Se hace tarde y anochece”, y que no han perdido actualidad.  Y una de las verdades de Fe que se pasan por alto frecuentemente, y acaso se mencionan alguna vez en la predicación, son: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. En otras palabras: el panorama de la Vida Eterna.

 

5. La Vida Eterna

El cardenal Müller sitúa la verdad de la Vida Eterna, en el penúltimo apartado de su Declaración:

“Muchos se preguntan hoy por qué la Iglesia está todavía allí, aunque los obispos prefieren desempeñar el papel de políticos en lugar de proclamar el Evangelio como maestros de la Fe. La visión no debe ser diluida por trivialidades, pero el proprium de la Iglesia debe ser tematizado”.  Es una llamada de atención para que los obispos recuerden más a menudo la realidad de la Vida eterna?

Y a renglón seguido, el cardenal entra sin ambages en la cuestión:

“Cada persona tiene un alma inmortal, que es separada del cuerpo en la muerte, esperando la resurrección de los muertos (366). La muerte hace definitiva la decisión del hombre a favor o en contra de Dios. Todo el mundo debe comparecer ante el tribunal inmediatamente después de su muerte (1021). Muerte y Juicio.

Y pasa después a la sentencia.

“O es necesaria una purificación o el hombre llega directamente a la bienaventuranza celestial y puede ver a Dios cara a cara”. Purgatorio y Cielo.

“Existe también la terrible posibilidad de que un ser humano permanezca en contradicción con Dios hasta el final, y al rechazar definitivamente su amor, “condenarse inmediatamente para siempre” (1022) El infierno. La soledad eterna.

“Dios que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti” (1847). “El castigo de la eternidad del infierno es una realidad terrible, que –según el testimonio de la Sagrada Escritura-atrae hacía sí a todos aquellos que “mueren en estado de pecado mortal” (1035).

Y el Cielo: “El cristiano pasa por la puerta estrecha”. Y recuerda después: “ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella” (Mt 7, 13).

Después de recordar estas Verdades de Fe y de Moral que son el testamento que nos ha dejado Nuestro Señor Jesucristo para que, siguiéndolo, podamos vivir con Él eternamente; el cardenal señala que ocultar estas y otras verdades de Fe y enseñar a la gente, “es el engaño del Anticristo”; y recuerda también la responsabilidad de todos los cristianos en el anuncio de estas Verdades.

“Como obreros de la viña del Señor tenemos, todos, la responsabilidad de recordar estas verdades fundamentales adhiriéndonos a lo que nosotros mismos hemos recibidos. Queremos animar a la gente a caminar con el camino de Jesucristo con decisión para alcanzar la vida eterna obedeciendo sus mandamientos” (2075).

Termina recogiendo la exhortación de san Pablo a Timoteo, recordándole su misión episcopal: “Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio” (2 Tim 4, 1-5).

Y concluye con una petición a la Virgen María: “Que María, la Madre de Dios, nos implore la gracia de aferrarnos a la verdad de Jesucristo sin vacilar”.

 

 

(Los números entre paréntesis corresponden al Catecismo de la Iglesia Católica).

 

 

Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com