Tribunas

El Ateneo Universitario San Paciano de Barcelona

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Conferencia en El Ateneo Universitario San Paciano de Barcelona.

 

 

 

 

 

 

Tuve la oportunidad esta semana de visitar y participar en un acto público en el Ateneo Universitario San Paciano, de Barcelona.

Dentro de su hora cuarta de los miércoles, organizado junto con el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura, conversamos acerca de las relaciones entre la Iglesia y el poder en la España contemporánea.

Pude comprobar una vez más la capacidad de acogida del tejido eclesial barcelonés y la amabilidad del Rector de lo que sería para nosotros la Universidad Eclesiástica de Barcelona, Mn. Joan Torra.

No se trata sólo de que yo reverencio a uno de los más grandes patrólogos que tuvo la Iglesia española, a monseñor Eugenio Romero Pose. Siempre pensé que los que se dedican al estudio de los Padres de la Iglesia, dentro del conjunto de los teólogos, son de otra especie, como don Joan.

No suelen ser precisamente teólogos que “surfean” sobre las modas, ni sobre lo contingente. La Escuela de los Padres genera un humus de esencialidad que se nota.

Al margen del contraste que supuso la perspectiva de las relaciones de poder en la Iglesia y con el mundo desde la óptica de los primeros siglos del cristianismo y de la actualidad, -una exigencia de la necesaria permanente vuelta a los orígenes a la que también nos invitó el Vaticano II-, el diálogo tuvo varios marcos de encuentro tanto históricos como culturales.

Se trataba de hablar, al fin y al cabo, del lugar de la Iglesia en el mundo de la vida desde la perspectiva de la historia y también de las relaciones fe y cultura, Iglesia y mundo contemporáneo.

En medio de la efeméride del Concilio de Nicea, no fueron ni una, ni dos, las veces que salió a relucir la figura de Constantino.

La pregunta que me suelo hacer últimamente a la hora de analizar situaciones y actuaciones es: ¿Cristo o Constantino? ¿Por qué unos apuestan por Cristo y otros por Constantino?

Ojo que quienes dan la impresión de apostar por Constantino, muchos de ellos son los que hablan constantemente del certificado de defunción de la Cristiandad. Certificado que yo firmo, por supuesto. Cada momento tiene sus clones y sus tentaciones constantinianas.

Lo que más me llamó la atención fue la vitalidad de un centro académico superior, que ojalá estuviera a punto de tocar las mieles de la calificación de Universidad, en el que se elabora una teología seria, bien aseada, sin veleidades mundanas, ni “onegeístas”, en perspectiva de diálogo con la cultura de su tiempo, sabedora de los retos a los que se enfrenta la fe en el contexto de una sociedad hipersecularizada.

Una muestra de esa vitalidad son las publicaciones y los temas que abordan. Otra, la mezcla de edades entre los profesores. Mientras hay una generación que se ha consolidado y crea escuela, emerge una nueva de profesores de teología, que no hay que perder de vista.

Una generación que quizá haya perdido determinadas veleidades de tiempos pasados precisamente porque ese contexto de secularización avanzada obliga a centrarse en lo esencial de la propuesta cristiana.

Añado un dato que me llamó particularmente la atención. Una vez que los jesuitas han desmantelado la Facultad de Teología de San Cugat del Vallès, San Paciano se ha convertido en el centro de referencia de los estudios de teología en Cataluña.

No tiene, por tanto, competencia en el sentido de que no convive en un mismo territorio con ningún otro centro académico superior. Esto permite concentrar fuerzas y no dispersar.

En el proyecto de los obispos españoles, bueno, inicialmente de Roma, de reconversión industrial de los Institutos superiores de Teología, y si de paso se tercia de las Facultades, en Cataluña les harán las cosas fáciles.

También en beneficio de la teología, y de la historia, y de la liturgia, que allí tiene mucho peso, por la herencia de una generación de liturgistas que han marcado historia.

 

 

José Francisco Serrano Oceja