Tribunas
10/03/2025
¿La guerra une ahora a Europa?
José Francisco Serrano Oceja
El tsunami Trump le ha pillado a la Iglesia en una especie de sábado santo de la historia, con un Papa abrazado a la cruz, en silencio, ese silencio que significa escucha, que no indiferencia.
El tsunami Trump le ha pillado a Europa cuando se deshacía por los cuatro costados, entre otras causas por la emergencia de fuerzas nacionalistas, lo primero es lo nuestro, que se llaman populismos como si fueran un grito ensordecedor nacido de la insatisfacción del presente.
Una insatisfacción antropológica –la reacción del hombre, del padre-, que dicen algunos teóricos, ante al emergencia de modelos disruptivos de relaciones humanas, lo femenino y lo trans, que no es más que el movimiento aplicado a lo corpóreo, un movimiento hacia ninguna parte, disolución al fin y al cabo.
Si la insatisfacción del presente está motivada por los nuevos roles de lo femenino entendido como amenaza y por la Inteligencia Artificial, el transhumanismo, lo que está en juego en Europa, y en el mundo, no es la guerra material, de soberanías territoriales, sino la de soberanías antropológicas.
El tsunami de Trump, que no es sólo de Trump, apunta a un tiempo nuevo para Estados Unidos, para Europa, para el mundo.
Y ahora resulta que lo único que une a los líderes europeos, y a la maquinaria de una Unión que lo es de intereses económicos, es activar la maquinaria de fabricación de armas.
Sí, ya sé que está presente la amenaza de los poderes imperiales, Rusia, y que es una cuestión de seguridad y defensa.
Pero no hay más seguridad y defensa que la de las raíces que conforman lo que ahora se denominan valores.
Precisamente porque Europa le ha dado la espalda a esos valores que construyeron su identidad en la historia, tiene ahora que armarse, en sentido también literal, de un proyecto basado en destinar fondos a la guerra.
Ya me dirán ustedes quiénes van a manejar esas armas si vivimos en un mundo mentalmente desmilitarizado, en el que la revolución del 60 no era sólo una revolución antropológica, sexual, sino una revolución sobre la paz bendita, haced el amor, se decía entonces, y no la guerra.
En una Europa objetora de conciencia, también a la conciencia de Europa, ¿ahora nos tenemos que preparar para la guerra? Ya nadie recuerda aquello de la violencia y el orden, con perdón de mi admirado D´Ors.
En esas estamos cuando he leído que los de Forum Libertas han escrito un editorial sobre la diferencia entre los líderes fundadores de la Europa contemporánea y los actuales fundadores de la Europa bélica y postmoderna.
He aquí:
“¿Qué tienen que ver Úrsula Von der Leyen, Kalas, Macron o Sánchez, con Adenauer, De Gasperi y Schuman?
Estos tres líderes compartían una profunda convicción católica, lo que se reflejaba en su compromiso ético y en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y la paz.
La fe como motor: Su identidad como católicos confesos les otorgaba una base moral que trascendía las divisiones nacionales, impulsándolos a construir una Europa unida en valores y propósitos.
Un proyecto político audaz: A través de sus esfuerzos coordinados –Adenauer en Alemania, De Gasperi en Italia y Schuman en Francia– se sentaron las bases del Mercado Común y de la Comunidad Europea, superando rencores históricos y apostando por una integración que ha marcado la transformación del continente.
Legado duradero: Hoy, su visión se refleja en la actual Unión Europea, un proyecto que sigue inspirándose en los principios de paz, cooperación y respeto a la dignidad humana, pilares defendidos fervientemente por estos líderes durante los momentos más difíciles de la historia europea.
Esta sinergia de ideas y valores transformó no solo la política de cada uno de sus países, sino también la estructura misma de Europa, abriendo el camino a un continente interconectado, pacífico y próspero”.
Nada más que añadir, Señoría.
José Francisco Serrano Oceja