10/09/2025 | por Grupo Areópago
Una de las quejas o comentarios más frecuentes de las personas de las generaciones de antes del año 2000 –o incluso antes- versan sobre cuáles son las razones por las que los jóvenes y los adolescentes no contestan al teléfono móvil cuando lo tienen todo el tiempo en la mano; o porqué no responden a un correo electrónico cuando usan el ordenador en todo momento; o porqué no saludan ni dan los buenos días; comportamientos que los más mayores no comprenden ni justifican. Ya solo por educación contestar con un simple gracias o de acuerdo sería lo mínimo deseable. Este tipo de conductas ha dado lugar a que a esta generación se le denomine Generación Muda.
Según una encuesta publicada en 2024 por la BBC Gen Z: por qué la mayoría de los jóvenes no contesta el teléfono – BBC News Mundo, “una de cada cuatro personas que tienen entre 18 y 34 años nunca contesta a las llamadas de teléfono”. En una sociedad hiperconectada muchos jóvenes, telefónicamente ignoran a quienes les llaman, no hablan por teléfono a través de llamadas, cuando contestan lo hacen por mensajería y en un lenguaje que a veces es de difícil comprensión. Es su lenguaje, marcado por los anglicismos.
Muchas noticias reflejan razones como que los jóvenes consideran que el que se les llame por teléfono es una intromisión, que ya desde su infancia no han hablado por teléfono y pueden sufrir de ansiedad recibir una llamada de teléfono; Son hijos e hijas de su tiempo. La sociedad está cambiando, la mentalidad de los adolescentes es distinta a las personas más mayores; pero lo que no puede cambiar es la educación y el respeto ante quién llama para preguntar, para preocuparse o simplemente para saber qué tal.
No todo se resuelve o se comunica con un mensaje de texto pues en numerosas ocasiones es necesaria una conversación telefónica donde la comunicación sea bidireccional; donde los interlocutores puedan mantener una charla cordial, donde se pueda transmitir el mensaje con entonación cercana, en la que se pueda sentir cómo está la otra persona, la espontaneidad o no; y no con emoticonos o stickers como los que ahora se usan para contestar.
Cada ser humano es de una manera; a algunas personas les cuesta mucho escribir, hablar, contestar, pero esta tendencia sobre el silencio, sobre la falta de respuesta ante llamadas y mensajes no deja de ser preocupante pues puede –y está pasando- provocar el aislamiento entre los jóvenes y los mayores. La distancia cada vez es más grande y si no hacemos algo y trabajamos en la comunicación y en la educación a la vez la distancia será enorme. Además se está normalizando la falta de cortesía, de respeto y de aprecio hacia la otra persona. Esto es preocupante. ¿Por qué lo vamos a permitir? Sabemos cómo atajarlo, sabemos cómo hacerlo. ¿Por qué no hacerlo? No debemos permitirlo; es obligación, es nuestra responsabilidad trabajar con mucha pedagogía, educación y paciencia.
El mundo no necesita una generación muda; precisa una generación que comunique, transmita y que hable. Una generación que sea cercana y que valore al ser humano; que sienta que le importa la vida del prójimo. Dios nos creó hermanos.
GRUPO AREÓPAGO