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El Papa León XIV crea una nueva diócesis en China y omite al obispo perseguido
Observadores consideran un gesto para adaptarse al mapa eclesial diseñado por las autoridades chinas, aunque el Vaticano afirma que es una decisión para cuidar el bienestar espiritual de la comunidad
11/09/25
El Papa León XIV ha tomado una de las decisiones más significativas de su pontificado en relación con la Iglesia en China. El pasado 8 de julio de 2025, el Vaticano anunció la supresión de las diócesis históricas de Xuanhua y Xiwanzi, ambas erigidas por Pío XII en 1946, para constituir en su lugar una nueva jurisdicción: la diócesis de Zhangjiakou, en la provincia de Hebei, corazón de la Iglesia china.
Para favorecer el cuidado pastoral de los fieles
- El silencio sobre un obispo perseguido
- Sacrificar a obispo que han padecido persecución
- Provincia de Hebei: corazón de la Iglesia china
- Reacciones encontradas entre los fieles chinos
Mons. Wang Zhengui como obispo de Zhangjiakou.
Asia News.
La medida supone un giro importante en la organización eclesial china, ya que responde a un territorio donde desde 1980 funcionaba una diócesis creada por la Asociación Patriótica Católica China (APCC), organismo controlado por el Partido Comunista, sin reconocimiento previo de la Santa Sede.
Para favorecer el cuidado pastoral de los fieles
La decisión fue presentada oficialmente por la Oficina de Prensa de la Santa Sede como una iniciativa “para favorecer el cuidado pastoral de los fieles y el bienestar espiritual de la comunidad”. En la práctica, sin embargo, muchos observadores la consideran un gesto de adaptación al mapa eclesial diseñado por las autoridades chinas, lo que ha suscitado debate dentro y fuera de la Iglesia.
Junto a la creación de la nueva diócesis, el Papa aprobó el nombramiento del padre Joseph Wang Zhengui como su primer obispo. La designación fue confirmada el mismo día de la publicación del decreto y se enmarca dentro del acuerdo provisional entre la Santa Sede y Pekín sobre el nombramiento de obispos, firmado en 2018 y renovado en 2024.
El 10 de septiembre, Wang fue consagrado en la Iglesia de la Sagrada Familia de Zhangjiakou, en una ceremonia a la que asistieron unas 300 personas, entre ellas 50 sacerdotes y dirigentes de la Asociación Patriótica. El nuevo obispo, de larga trayectoria pastoral, es visto por las autoridades locales como una figura capaz de fortalecer la relación entre la Iglesia católica en China y el gobierno.
Giuseppe Wang Zhengui nació el 19 de noviembre de 1962. Entre 1984 y 1988 asistió al Seminario provincial de Hebeiy, durante los dos años siguientes, realizó prácticas pastorales en la parroquia de Qujiazhuang. Fue ordenado sacerdote el 24 de mayo de 1990 para la diócesis de Xianxian, siendo asignado nuevamente a la parroquia de Qujiazhuang, donde fue nombrado párroco en 1991. Posteriormente, ha ejercido su ministerio en la diócesis de Xuanhua.
El silencio sobre un obispo perseguido
Uno de los aspectos más llamativos del comunicado vaticano fue la omisión del obispo Augustine Cui Tai, de 75 años, hasta ahora titular de la diócesis de Xuanhua, recuerda Ángelus News.
Cui Tai ha servido durante décadas como obispo clandestino, reconocido por la Santa Sede pero no por el Estado chino, lo que le ha costado detenciones frecuentes, arrestos domiciliarios y trabajos forzados. Según asociaciones de derechos humanos y católicos de la región, el obispo ha pasado más de 30 años bajo vigilancia o en reclusión parcial, como consecuencia de su fidelidad a Roma frente a la Asociación Patriótica.
Que su nombre no figure en el decreto papal ni en el comunicado oficial se interpreta como un gesto de alineamiento con las autoridades chinas, según destaca The Pillar.
Sacrificar a obispo que han padecido persecución
Para algunos críticos del acuerdo entre la Santa Sede y el gobierno de China, esto supone “sacrificar” a obispos que han padecido la persecución por mantener la comunión plena con el Vaticano. Otros, en cambio, señalan que la Santa Sede busca preservar una estrategia de acercamiento que permita mayor libertad a los católicos en el futuro.
La diócesis de Zhangjiakou es la primera reorganización territorial en China aprobada por León XIV desde que asumió el pontificado. Supone, además, un paso relevante en la puesta en práctica del acuerdo China-Vaticano, firmado en 2018 bajo Francisco y que continúa siendo objeto de debate dentro de la Iglesia universal.
El acuerdo concede al gobierno chino un papel activo en la selección de candidatos al episcopado, reservándose el Papa la aprobación final. Sus defensores lo ven como un instrumento para evitar divisiones internas y regularizar la situación de muchos obispos “oficiales”. Sus detractores, en cambio, lo consideran una cesión que debilita a la Iglesia clandestina, tradicionalmente fiel a Roma.
Provincia de Hebei: corazón de la Iglesia china
La provincia de Hebei es considerada el epicentro del catolicismo en China, con una fuerte presencia de comunidades católicas que durante décadas han resistido tanto desde la oficialidad como desde la clandestinidad.
Allí han tenido lugar algunas de las detenciones más duras contra obispos y sacerdotes. La reorganización de las diócesis en torno a Zhangjiakou responde, según analistas, a la intención de unificar estructuras y reducir la dualidad entre la Iglesia oficial y la clandestina, aunque a costa de obispos como Cui Tai.
Reacciones encontradas entre los fieles chinos
El anuncio ha generado reacciones encontradas. Para algunos fieles chinos, se trata de una esperanza de estabilidad tras décadas de división interna. Para otros, es una herida dolorosa que invisibiliza a quienes han sufrido por mantenerse fieles a Roma. Organizaciones internacionales de defensa de la libertad religiosa han expresado preocupación por el silencio hacia Cui Tai, mientras que portavoces vaticanos insisten en que la medida busca “garantizar la unidad” y “abrir caminos de futuro”.
En definitiva, la creación de la diócesis de Zhangjiakou marca un nuevo capítulo en la compleja relación entre la Iglesia católica y el gobierno chino. El Papa León XIV ha optado por un gesto de realismo pastoral que, no obstante, plantea interrogantes sobre el precio de la unidad y el lugar de quienes han cargado con la cruz de la persecución.
En Zhangjiakou comienza ahora una etapa inédita. Para muchos, el verdadero desafío será comprobar si este nuevo marco territorial se traduce en una mayor libertad religiosa o si, por el contrario, consolida el control estatal sobre la vida de la Iglesia en China.