Tribunas
11/09/2025
Las sorpresas que dan algunos…
José Francisco Serrano Oceja
No salgo de mi asombro con quienes en la Iglesia, en las curias arzobispales y obispales, se pasan la vida diciendo “el cardenal ha dicho…”, “El señor arzobispo ha dicho…”, “el obispo ha dicho…”, que es como decir, lo que yo digo que dice es lo que yo quiero que diga. O en su otra versión, el cardenal, arzobispo, obispo ha dicho lo que yo les he dicho, lo que me conviene que diga o “te vas a enterar con lo que ha dicho”.
No salgo de mi asombro con quienes ahora siguen diciendo que el papa me dijo o me ha dicho, el papa me ha escrito o me ha dejado de escribir…
Antes, no sé si hace mucho o hace poco, se decía que lo que te comentaba el papa en privado no se debía utilizar en público. Ni el papa ni el rey de España.
Tanto el papa como el rey, cuando querían hablar, decir algo, utilizaban los canales habituales. De hecho, si lo que decían estaba revestido de autoridad es porque decían lo que tenían que decir siempre en público. Lo que permitía una atribución generalizada de sus palabras que evitaba utilizaciones de interés particular.
No comentar lo que te decía el papa o el rey formaba parte de la cortesía de quien es interlocutor de la autoridad. La forma más común de decir lo que te han dicho las máximas autoridades es hacer. Hacer según la voluntad de esa autoridad como ejercicio de esa autoridad.
No salgo de mi asombro porque parece que ahora todo vale. Incluso hablar de quien ya no está entre nosotros, por lo tanto, que no puede confirmar o refutar lo que se dice que ha dicho. No digamos nada si lo que alguien dice que ha dicho es lo contrario de lo que otro dice que también dijo.
No salgo de mi asombro con lo que se está haciendo con las homilías, por cierto, dentro de la eucaristía, el ámbito por excelencia de la unión, de la comunión.
No salgo de mi asombro con quienes utilizan las homilías para reivindicar causas personales, que no tienen por qué coincidir con las causas de la defensa de la dignidad de la persona, ni con las causas del Evangelio o de la Iglesia. Instrumentalizar las homilías para proyectos políticos, ideológicos, o de interés particular, como mínimo, me parece una falta de respeto a la audiencia, que somos los cristianitos de a pie.
No salgo de mi asombro leyendo alguna entrevista en la que el entrevistado comenta cuestiones como las que siguen:
“Me despierto, como Roma, a las cinco menos cuarto de la madrugada por el insomnio, que creo sufre también el papa León”.
Ah, que el papa León XIV padece insomnio. Pues sinceramente vaya, lo siento, no me interesa, porque no es relevante a efectos del ejercicio del misterio de Pedro. Si fuera relevante, ya sabría poner el remedio al insomnio y a los insomnes.
José Francisco Serrano Oceja