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En su primera entrevista extensa con Crux, el Papa expone sus visiones sobre su papado, el mundo dividido, la guerra en Ucrania y la Iglesia que busca escuchar más
15/09/25
En su primera entrevista extensa con Crux, concedida el 30 de julio de 2025 a la corresponsal Elise Ann Allen y recogida en la biografía León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI, el Papa León XIV aborda con franqueza temas globales y eclesiales: la guerra en Ucrania, el valor de la sinodalidad, los peligros de la polarización, su identidad dual como estadounidense y peruano, y su entendimiento del papel del papado en este momento histórico. También confiesa "la principal novedad que he experimentado".
- Un papa con identidad doble: EE.UU. y Perú
- ¿Qué significa ser papa hoy?
- Sobre la guerra en Ucrania
- La sinodalidad: peligro de malentendidos
- Polarización: un mal que atraviesa lo eclesial y lo social
- Anécdotas, fútbol y humanidad
- Horizonte y esperanzas
El Papa León XIV habla con Elise Ann Allen
de Crux el 30 de julio de 2025.
(Crédito: Foto de Crux).
Un papa con identidad doble: EE.UU. y Perú
Desde el inicio, León XIV (históricamente, el primer pontífice nacido en Estados Unidos y también con ciudadanía peruana) reconoce que su identidad está formada por ambas realidades. Se siente “obviamente americano” pero también profundamente vinculado a Perú, país al que vivió casi la mitad de su vida ministerial. Esta doble pertenencia, explica, aporta una perspectiva muy específica al modo en que entiende la Iglesia y su servicio, especialmente resonante con la experiencia latinoamericana.
¿Qué significa ser papa hoy?
Le preguntan cómo entiende su rol como pontífice tras su elección reciente. El Papa revela que aunque muchas cosas del ministerio pastoral le están resultando naturales, hay otras —como la dimensión diplomática, la visibilidad mundial, los encuentros con jefes de estado — que implican un gran aprendizaje. Ha debido sumergirse rápidamente en responsabilidades que van más allá de lo pastoral. Reconoce que su tarea es confirmar a los fieles en la fe, función fundamental del Sucesor de Pedro, pero también aceptar la enorme responsabilidad de ser la voz de la Iglesia ante los males del mundo.
"Todavía tengo un gran camino de aprendizaje por delante. Hay una gran parte que siento que he podido abordar sin mucha dificultad: la parte pastoral. Aunque me sorprende la respuesta, lo bien que sigue siendo, el alcance a personas de todas las edades... Aprecio a todos, sean quienes sean, lo que traigan consigo, y los escucho. El aspecto totalmente novedoso de este trabajo es asumir el nivel de líder mundial", responde a Elise Ann Allen.
Sobre la guerra en Ucrania
Uno de los pasajes más destacados de la entrevista tiene que ver con la guerra en Ucrania. León XIV explica que, aunque la Santa Sede ha ofrecido su hospitalidad para posibles negociaciones de paz, la realidad del momento hace que ese papel de mediador directo no sea tan “realista” como lo es la de voz profética. Es decir, abogar por la paz, elevar reclamos morales, urgir a los actores implicados a reconocer que la violencia ya no conduce, pero recalca que hay límites reales a lo que puede hacerse diplomáticamente ahora.
"Mantenemos la esperanza. Creo firmemente que nunca podemos perderla. Tengo grandes esperanzas en la naturaleza humana. Existe el lado negativo; hay malos actores, existen las tentaciones. En cualquier postura, se pueden encontrar motivaciones buenas y otras no tan buenas. Y, sin embargo, seguir animando a la gente a mirar los valores más elevados, los verdaderos valores, marca la diferencia. Puedes tener esperanza y seguir impulsando y diciendo a la gente: «Hagamos esto de otra manera", explica el Papa.
La sinodalidad: peligro de malentendidos
Otro tema central de la entrevista es la sinodalidad. León XIV la define como algo más que un término técnico: “una actitud, una apertura, una disposición a comprender”. Según él, implica que todos los miembros de la Iglesia —laicos, sacerdotes, obispos, familias— tengan voz, contribuyan, reflejen juntos, escuchen juntos lo que el Espíritu quiere decirles.
El Papa advierte, además, que hay quienes se sienten amenazados por la sinodalidad, sobre todo algunos obispos o sacerdotes, pensando que significará la pérdida de autoridad. Él responde que no se trata de eso, sino de repensar cómo se ejerce la autoridad en el marco de la comunidad, de caminar juntos, no con una jerarquía autoritaria que opaque la corresponsabilidad.
Polarización: un mal que atraviesa lo eclesial y lo social
León XIV dedica bastantes reflexiones al tema de la polarización, un fenómeno que considera uno de los mayores desafíos de la época. Afirma que la polarización no ayuda, salvo para unos pocos; que divide, que paraliza, que impide dialogar, construir, escuchar al otro.
Señala algunas causas: la pandemia y la crisis de valores, el debilitamiento del sentido de lo que significa “vida humana”, “familia”, “sociedad”. También la desigualdad económica: menciona que la brecha entre ricos y trabajadores ha crecido enormemente —con ejemplos de cómo algunos ejecutivos ganan cientos de veces más que la media— lo que genera resentimiento, desequilibrio y también pérdida de sentido.
Para él, la sinodalidad representa un antídoto posible: escuchar al otro, reflexionar juntos, caminar unidos más allá de las diferencias, no solo dentro de la Iglesia, sino como forma de relacionarse en el mundo.
Anécdotas, fútbol y humanidad
La entrevista incluye momentos ligeros, anecdóticos, que muestran el lado humano del Papa. Por ejemplo, al preguntarle qué equipo animaría si jugaran Estados Unidos y Perú en un Mundial, el Papa responde que probablemente se inclinaría por Perú, por vínculos afectivos. También confiesa que era fan de los White Sox de Chicago, y que en casa —en su niñez— había discusiones entre fanáticos de los Cubs y de los White Sox. Esa especie de “competitividad deportiva amistosa” lo usa para ilustrar cómo aún en rivalidades se puede mantener el respeto, el diálogo, la tolerancia.
Horizonte y esperanzas
León XIV manifiesta optimismo. Cree que, pese a la complejidad de los tiempos —las guerras, la polarización, los desafíos sociales— hay esperanza en la naturaleza humana y en lo que Dios puede hacer si se le permite actuar en medio de las comunidades creyentes.
Se apoya también en lo que ha visto en América Latina: la Iglesia latinoamericana, según él, ya estaba viviendo procesos de sinodalidad antes del reciente sínodo universal, y esas experiencias (de escucha, concreción, presencia en lo social) pueden alimentar a la Iglesia universal.