Diócesis

 

El arzobispo de Zaragoza suspende las visitas pastorales para dedicarse más a fondo a sus sacerdotes

 

Escándalos recientes han llevado a los obispos a platearse el acompañamiento que realizan al clero de sus diócesis

 

 

 

30/09/25


 

 

 

Los diversos escándalos que han saltado en España estos últimos días, en los que se han visto involucrados algunos sacerdotes, quedando en algunos casos patente una doble vida, ha hecho saltar las alarmas a algunos obispos españoles.

 

 

 

  1. Estar más cerca del clero
  2. Primero en grupo y después individualmente

 

 

 


Mons. Carlos Manuel Escribano, arzobispo de Zaragoza.

 

 

 

Sacerdotes, con importantes cargos diocesanos, han acaparado portadas estos días debido a comportamientos inapropiados que han salido a la luz. Esta situación, ha provocado una reflexión sobre el acompañamiento que hacen los obispos con sus sacerdotes y la atención que les prestan.

Ha decidido tomar cartas en el asunto el arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano, que ha anunciado que va a dedicar este curso pastoral a prestar especial atención a sus sacerdotes.

 

Estar más cerca del clero

Para tratar de prevenir escándalos futuros, y, a la vez,  conocer a fondo a su clero, monseñor Escribano ha decidido suspender sus habituales visitas pastorales a distintas zonas geográficas de la diócesis maña.

La archidiócesis de Zaragoza ha revelado que su arzobispo ha tomado esta decisión para poder dedicarse “con especial esmero a atender a los sacerdotes de la diócesis”.

 

Primero en grupo y después individualmente

Según el arzobispado, está previsto que Escribano atienda a los sacerdotes primero en grupos y después individualmente. “La intención es poder profundizar juntos en la experiencia de su identidad y de su misión, y poder reflexionar juntos sobre los problemas cotidianos en el ejercicio de su ministerio y a la vez poder ahondar personalmente en el momento en que cada uno se encuentra”, explica la archidiócesis.

En ese sentido, el arzobispo de Zaragoza confía en que sea un momento propicio para «poder dar gracias juntos por el don de la vocación que hemos recibido, para poner nombre a las carencias que existen y que nos complican el día a día de nuestro quehacer apostólico, para descubrir nuevos caminos que nos ayuden a anunciar juntos el evangelio y llevar así la esperanza a la gente a la que servimos».