Católicos
El doctor en Derecho Canónico afirma que “el futuro de los movimientos y comunidades se juega en gran medida en un buen acompañamiento por parte de la jerarquía de la Iglesia”
07/10/25
El sacerdote Luis Navarro, doctor en Derecho Canónico y ex rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, dirige junto al profesor Juan Manuel Cabezas el curso “Movimientos eclesiales, nuevas comunidades y hermandades. Una realidad en camino” en la Universidad Eclesiástica San Damaso.
- Que nacen en torno a un carisma
- Detectar posibles abusos
- Caminar con la seguridad de la Iglesia
- Comunión y no polarización
- Abuso de conciencia
Con motivo de este curso, concede una entrevista a Religión Confidencial para explicar algunas cuestiones actuales sobre las realidades de la Iglesia.
Que nacen en torno a un carisma
- Este curso tiene por objetivo conocer estas nuevas realidades de la Iglesia. ¿Qué se entiende por estas nuevas realidades eclesiales?
Bajo la denominación “nuevas realidades” se incluyen grupos, agregaciones, movimientos, comunidades que nacen en torno a un carisma, a un don del Espíritu Santo, para seguir a Cristo. Como ve, es un concepto amplio y elástico, donde caben tantos fenómenos, nacidos en el siglo pasado y en el actual.
- Uno de los problemas que surgen a la hora de abordar las nuevas realidades eclesiales es su "traje" jurídico, que es cuando el derecho canónico se pone en juego. ¿Es tan importante la forma canónica y jurídica de las realidades eclesiales? ¿Por qué?
Es verdad. La vida es anterior al Derecho. Pero en la misma vida ya hay mucho de jurídico, aunque no se sea muy consciente: por ejemplo, hay un derecho a vivir un carisma, el deber de someterse al discernimiento por parte de la autoridad eclesiástica, el deber de respeto de las relaciones de fraternidad y filiación en estos grupos, etc. La forma jurídica, es decir la plasmación de todo eso que ya hay de jurídico (relación de justicia) en unas normas jurídicas propias es muy importante, porque permite, entre otras cosas, alcanzar la estabilidad, la permanencia en el tiempo salvaguardando la propia identidad. Cada grupo deberá ver qué configuración de las existentes en el Derecho de la Iglesia se ajusta más a lo que son.
Detectar posibles abusos
- En los últimos 50 han surgido nuevas realidades de la Iglesia. Algunas de ellas, como el Sodalicio de Vida Cristiana han sido disueltas, ¿qué deben hacer los laicos, sacerdotes, obispos, hasta la Santa Sede, para detectar posibles abusos de todo tipo que se puedan dar en esa realidad de la Iglesia y advertirlo o denunciarlo a las autoridades tanto eclesiásticas como civiles?
Me parece que un punto clave para evitar desviaciones que lleven a la supresión o disolución de estas realidades es que debe haber un acompañamiento atento y cuidadoso, desde su nacimiento y en el resto de su vida. La base de la relación entre autoridad y movimiento o comunidad está en la certeza de que los carismas son para el bien de la Iglesia, y que, sin ella, no pueden existir. Suelo decir que estas realidades nuevas son Iglesia, pero no son la Iglesia. Pertenecen a la gran sinfonía de formas de vida cristiana. Todas son queridas por Dios y enriquecen la belleza de la Iglesia.
Los miembros de estas realidades, y también otras personas a su alrededor (laicos, sacerdotes, párrocos, religiosos y religiosas), pueden colaborar en el discernimiento, indicando cuanto de positivo y sano vean en esas comunidades y movimientos y también lo negativo y, diría, chocante. La autoridad eclesiástica deberá examinar y discernir lo que es bueno, sabiendo que los carismas tantas veces resultan incómodos (pudiendo por eso provocar un rechazo inicial, aunque son un bien para la Iglesia). Esta misma autoridad deberá declarar el carácter de Iglesia de estas realidades. Todos los fieles tienen derecho a saber si un grupo es de verdad eclesial o no, si es conforme a la identidad de la Iglesia o no.
Caminar con la seguridad de la Iglesia
- Otras realidades de la iglesia han sido intervenidas por la diócesis o la Santa Sede, un ejemplo reciente son las HAM, que además tienen bastantes vocaciones. ¿Por qué, en su opinión, se aprueban los estatutos de esta Asociación de Fieles un año, y al año siguiente se interviene? ¿Que hay que hacer para prevenir estos hechos?
No tengo datos de primera mano del ejemplo que cita. Vuelvo a la cuestión del acompañamiento. Si la autoridad, directamente o a través de delegados, sigue de cerca un grupo, ve cómo actúa en su vida real, los métodos que utiliza, constata cuáles son sus frutos y, además, esa realidad se deja verdaderamente conocer sin pretender solo ofrecer a toda costa una imagen positiva de sí; si permite que le ayuden, sabiendo que nadie es perfecto, entonces se pueda caminar con la seguridad de ser Iglesia. Si, en cambio, me encierro en mí mismo y considero que la Iglesia no tiene nada que decirme, estoy firmando mi partida de defunción. Es necesario tener siempre fe en Cristo y en su Iglesia.
Comunión y no polarización
- Algunos católicos han tenido la sensación de que en los últimos años se han intervenido algunas realidades de la Iglesia calificadas de corte conservador. Quizás habría que modificar algunos aspectos de esas realidades, pero la transparencia en la comunicación es esencial para fomentar la comunión y no la polarización. ¿Qué opina al respecto?
Mire, muy probablemente la sensación a la que alude puede provenir de una parte de los medios de comunicación a través de los cuales se reciben esas noticias. Los titulares que acompañan esas intervenciones pueden etiquetar un movimiento o comunidad. Si la imagen está distorsionada y no refleja la realidad, sino solo una parte, es fácil que se provoquen daños irreparables. La opinión pública tiene mucho peso y puede estar dominada por posiciones ideológicas.
Es necesaria siempre una visión equilibrada, ajustada a la verdad, en la que emerjan también los frutos reales de evangelización y de santidad y no solo lo negativo. La Iglesia siempre, en su discernimiento, debe dar primacía a los criterios de eclesialidad y a los frutos de esos movimientos y comunidades, como indica la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Carta Juvenescit Ecclesia, 15 mayo 2016, n. 18.
Abuso de conciencia
- Respecto al abuso de conciencia. ¿Cómo equilibrar y armonizar la obediencia a un superior, que es un compromiso o voto que se hace al entregarse por vocación a una realidad de la iglesia, para que no se produzca un abuso de poder por parte del superior que anule la libertad de sus miembros?
Desgraciadamente, en algunas realidades eclesiales se han dado abusos de conciencia, caracterizados porque una persona domina la conciencia de otra, haciéndola creer que cuanto se le dice es la Voluntad de Dios para él o ella, aunque ese comportamiento no se ajuste a la ley moral o a la doctrina de la Iglesia. De este modo, se anula la libertad de la persona, se suplanta su conciencia. La persona es manipulada en lo más íntimo de su ser.
Un modo de prevenir este tipo de abuso es, por un lado, favorecer que quien ejerce la autoridad en el grupo sea muy consciente de que los miembros son fieles cristianos que gozan de la dignidad y libertad de los hijos de Dios, y la tarea de quien gobierna es ayudar a que esas personas sean santas, buscando identificarse con el querer de Dios, que no llega solo por la persona del superior, sino como fruto del imprescindible diálogo personal con Dios, en la oración y meditación personal.
Muchas veces, la pregunta clave es: “¿qué me pides tú Señor?”. Y la respuesta está en la acción del Espíritu Santo en el alma. Por otro, es preciso hacer que las miembros reciban una formación doctrinal, teológica y antropológica de base sólida, que permita ejercer su libertad en el seguimiento de Cristo y del carisma. Cuanto mayor formación, menor es el riesgo de abuso de conciencia y de autoridad.