Diócesis

 

Valladolid estrena una nueva etapa en religiosidad popular con Guillermo Camino al frente

 

El sacerdote vallisoletano asume una delegación clave para revitalizar las cofradías y el diálogo entre devoción e instituciones

 

 

 

09/10/25


 

 

 

La Archidiócesis de Valladolid ha nombrado a un sacerdote que asume responsabilidades que trascienden los templos. En las próximas semanas anunciará los planes que podrían cambiar la dinámica de las cofradías, ermitas y celebraciones locales.

 

 

 

  1. Una figura que crece en responsabilidad
  2. Primeras medidas e iniciativas
  3. Tradición y renovación
  4. Retos que están por definir

 

 

 


El sacerdote Guillermo Camino,
nuevo delegado de Religiosidad Popular
de la Archidiócesis de Valladolid.

 

 

 

El 7 de octubre de 2025, La Archidiócesis de Valladolid hizo público el pasado 7 de octubre del nombramiento del presbítero Guillermo Camino como nuevo delegado de Religiosidad Popular, en sustitución de Manuel Fernández Narros, recientemente elegido deán de la Santa Iglesia Metropolitana Catedral.

Esta delegación concentra una responsabilidad estratégica: articular y dinamizar las expresiones de fe en la ciudad y la provincia, desde cofradías hasta festividades y devociones populares.

 

Una figura que crece en responsabilidad

Camino, que ya ejercía como consiliario de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid desde febrero de 2024 compatibilizará este nuevo encargo con su labor pastoral como párroco de San Pedro Apóstol, en Zaratán. Su nombramiento fue aprobado por el Arzobispo Luis Argüello, quien ha querido reforzar el vínculo entre la diócesis y las manifestaciones tradicionales de fe.

Para el nuevo delegado, tres elementos serán prioritarios: la formación de los laicos, el diálogo con instituciones civiles y la coordinación entre los diversos grupos de religiosidad. En sus propias palabras, busca promover “comunión, colaboración y coordinación” entre las manifestaciones religiosas que laten en Valladolid y su provincia.

 

Primeras medidas e iniciativas

Una de las acciones más inmediatas será la reactivación de las Jornadas de Religiosidad Popular, previstas para los días 11, 12 y 13 de noviembre. Además, bajo el paraguas de la Junta de Cofradías, se ha lanzado una formación bianual para directivos de cofradías penitenciales, cuyo primer curso arranca el 14 de octubre.

El objetivo: que no solo cultiven el fervor religioso, sino también adquieran competencias prácticas en gestión de patrimonio, dimensión pastoral y organización interna. Esta oferta podría ampliarse en el futuro a las cofradías de gloria.

En declaraciones hechas al medio oficial del Arzobispado, Camino ha señalado que muchas cofradías ya desarrollaban formación “de modo natural”, vinculada a su identidad y devociones, pero que falta darle un contexto más sistemático y enriquecido desde el magisterio de la Iglesia.

 

Tradición y renovación

La Delegación de Religiosidad Popular no actúa en un vacío: Valladolid es una ciudad con arraigo cofrade profundo, donde tres celebraciones de Semana Santa ostentan distinciones de Interés Turístico Internacional, y otra ha sido declarada Bien de Interés Cultural inmaterial. Las ermitas, santuarios y fiestas patronales también forman parte de ese rico mosaico devocional que el nuevo delegado deberá cuidar.

De hecho, una de las críticas o desafíos comunes en el ámbito local es la fragmentación entre agrupaciones religiosas, la falta de coordinación con las autoridades municipales y la necesidad de actualizar la gestión patrimonial y organizativa de muchas cofradías menores. La convocatoria de cursos y jornadas sugiere que Camino apuesta por unir tradición con profesionalización.

 

Retos que están por definir

Entre los retos que deberá definir están las relaciones con el Ayuntamiento y demás instituciones civiles, la integración de las cofradías más pequeñas y cómo se evaluará el impacto de estas medidas en la participación de los fieles.

El nuevo cargo se inscribe en una coyuntura en la que numerosas diócesis españolas buscan revitalizar su actividad cofrade y fortalecer los lazos entre fe popular y el tejido social contemporáneo.

Para las cofradías penitenciales, empieza ya el desafío formativo. Para las de gloria, la puerta queda abierta. Y para la diócesis, se abre una etapa con expectativas de impulso y renovación. El objetivo es que se produzca una transformación perceptible de la religiosidad cotidiana vallisoletana.