Católicos
El pan perdido de Bizancio que conserva el rostro de Jesús 1.300 años después
La excepcional conservación se debe a la falta de oxígeno en el terreno, que selló el pan y lo convirtió en una cápsula del tiempo de fe y devoción
14/10/25
Un hallazgo arqueológico en Turquía ha dejado boquiabiertos a los investigadores: un pan bizantino de 1.300 años conserva la figura de Cristo grabada antes del horneado. La pieza, descubierta en el yacimiento de Irenópolis, podría haber sido usada en ceremonias de comunión y ofrece una mirada única a la fe cotidiana del Bizancio rural.
- Un hallazgo único en la historia bizantina
 
- La conservación milagrosa del pan
 
- “Jesús, dador de vida”: una fe grabada en la masa
 
- Los otros panes: cruces y símbolos litúrgicos
 
- Un testimonio de fe y vida cotidiana
 
Imagen de una hogaza de pan de 1.300 años de antigüedad
que muestra la singular representación de Cristo como "agricultor".
Gobernación de Karaman
Un hallazgo arqueológico sin precedentes ha sorprendido a la comunidad científica y religiosa: un pan de comunión de más de 1.300 años de antigüedad con la imagen de Cristo grabada en su superficie ha sido descubierto en el yacimiento de Irenópolis, en la antigua región anatólica de Cilicia, actual Turquía.
Un hallazgo único en la historia bizantina
El descubrimiento se produjo durante las excavaciones en el yacimiento arqueológico de Topraktepe, la antigua ciudad romana y bizantina de Irenópolis. Allí, un equipo de arqueólogos turcos encontró cinco hogazas de pan carbonizadas, datadas entre los siglos VII y VIII, en un estado de conservación excepcional.
La pieza más destacada muestra claramente la imagen de Jesucristo acompañada por una inscripción en griego que reza: “Con nuestro agradecimiento al Bendito Jesús”.
Según los investigadores, “a diferencia del clásico Cristo Pantocrátor, representado como gobernante y salvador, esta figura lo muestra como un campesino, un símbolo de la conexión entre la fe, el trabajo y la fertilidad agrícola”.
La conservación milagrosa del pan
Los expertos explican que la sorprendente preservación de las hogazas se debe a que quedaron enterradas en un entorno sin oxígeno, lo que impidió su descomposición. “El proceso de carbonización selló la masa y, combinado con la falta de oxígeno, ha permitido que lleguen hasta nosotros prácticamente intactas”, detallan los arqueólogos.
Este hallazgo convierte a los panes litúrgicos de Irenópolis en los más antiguos y mejor conservados descubiertos hasta ahora en Anatolia.
“Jesús, dador de vida”: una fe grabada en la masa
Los investigadores han bautizado la pieza principal como “El Pan del Cristo Dador de Vida”, por la singular iconografía que presenta. La inscripción fue grabada antes del horneado, lo que demuestra que no era un simple adorno, sino una expresión de fe y devoción de las comunidades cristianas bizantinas.
“Este hallazgo nos ofrece una mirada íntima a cómo se vivía la fe en aquella época: un Cristo cercano al campo, al trabajo, a los frutos de la tierra”, explican los responsables del proyecto.
La iconografía del “Cristo campesino” apenas aparece en el arte bizantino, lo que añade un valor excepcional al hallazgo.
Los otros panes: cruces y símbolos litúrgicos
Junto al pan con la imagen de Cristo, se encontraron cuatro panes adicionales que presentan la cruz de Malta grabada en su superficie. Este símbolo, muy extendido en la Edad Media, refuerza el carácter religioso y probablemente eucarístico del conjunto.
Los expertos sostienen que estos panes podrían haber sido utilizados en ceremonias de comunión, una práctica de la que hasta ahora solo existían referencias en textos y obras de arte bizantinas.
“Si se confirma su uso litúrgico, estaríamos ante los panes de comunión más antiguos y mejor conservados de la cristiandad oriental”, señaló uno de los arqueólogos responsables del hallazgo.
Un testimonio de fe y vida cotidiana
Más allá de su valor religioso, el descubrimiento aporta una visión fascinante sobre la vida cotidiana de las comunidades cristianas en la Anatolia bizantina. Para los investigadores, estos panes representan la unión entre la espiritualidad y la subsistencia, entre la tierra y lo divino.