Vaticano
El regreso de la misa tridentina: por qué León XIV vuelve a abrir las puertas a la liturgia en latín
El Papa ha autorizado nuevamente la celebración del rito tradicional latino, en una decisión que marca un giro respecto a las restricciones impuestas por Francisco y que revive un viejo debate dentro de la Iglesia
28/10/25
Una misa en latín celebrada por el cardenal norteamericano Raymond Burke en San Pedro ha reavivado una antigua disputa litúrgica que divide a los católicos desde hace décadas. Pero ¿qué significa realmente la misa tridentina y por qué su regreso es tan simbólico?
- Giro a las restricciones impuestas por el Papa Francisco
 
- Un debate que se arrastra desde hace décadas
 
- Dos décadas de tira y afloja
 
- El significado simbólico de la misa de Burke
 
- “Armonizar la tradición con la renovación”
 
Burke celebra la misa tridentina en San Pedro.
Crédito: Perfil X de Nuestra Señora de la Cristiandad - España
El pasado 25 de octubre, cientos de fieles llenaron la Basílica de San Pedro en el Vaticano para participar en una misa tradicional latina oficiada por el cardenal Raymond Burke. La ceremonia, descrita por algunos medios como un “regreso a una costumbre anterior suspendida desde 2022”, coincidió con un gesto histórico del nuevo Papa León XIV, quien ha decidido reautorizar oficialmente la misa tridentina en todo el mundo.
Giro a las restricciones impuestas por el Papa Francisco
El anuncio supone un giro notable respecto a las restricciones impuestas por el Papa Francisco, quien en 2021 limitó su uso mediante el motu proprio Traditionis Custodes. Aquella decisión, según recuerda ABC, “levantó ampollas entre los católicos tradicionalistas”, al interpretarse como un intento de poner fin a las celebraciones del antiguo rito romano.
Un debate que se arrastra desde hace décadas
La llamada misa tridentina —también conocida como misa en latín o rito de San Pío V— fue la forma oficial del culto católico durante más de cuatro siglos, desde el Concilio de Trento (1545-1563) hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II en los años sesenta. Su nombre proviene precisamente de ese concilio tridentino que codificó la liturgia para unificar el culto en toda la Iglesia.
En 1969, el Papa Pablo VI promulgó una nueva forma de misa, celebrada en lengua vernácula y orientada hacia la asamblea. Desde entonces, los católicos más tradicionalistas han defendido la misa anterior, celebrada en latín, con el sacerdote vuelto hacia el altar y siguiendo un canon fijo. El historiador litúrgico Andrea Grillo, citado por CruxNow, explica que esta tensión “ha sido una cuerda floja para los pontificados recientes”.
Dos décadas de tira y afloja
El pontificado de Benedicto XVI marcó un punto de inflexión. En 2007, con el documento Summorum Pontificum, el Papa emérito permitió celebrar libremente la misa tridentina, considerándola una “forma extraordinaria” del rito romano. Esa apertura generó un auge de comunidades tradicionalistas en Europa y América, hasta que en 2021 Francisco revocó parcialmente esas concesiones, alegando que algunas de esas comunidades estaban “sembrando división”.
La reautorización actual, impulsada por León XIV, parece buscar una reconciliación litúrgica. Según analistas del Vaticano citados por CruxNow, el gesto “pretende reconocer la riqueza espiritual del rito tradicional sin debilitar la unidad eclesial”. En ese contexto, la misa celebrada por Burke ha sido interpretada como una señal visible del cambio de rumbo en Roma.
El significado simbólico de la misa de Burke
El cardenal Raymond Burke, una de las figuras más destacadas del sector conservador, presidió la ceremonia en el altar de la Cátedra de San Pedro. La Catholic News Agency describe la escena: cientos de peregrinos, muchos jóvenes, asistiendo en silencio a una liturgia en latín acompañada de cantos gregorianos. Para muchos, fue una imagen poderosa del retorno de una tradición que parecía olvidada.
La misa tridentina se caracteriza por su solemnidad, su lenguaje ritual y su orientación hacia lo trascendente. El sacerdote celebra de espaldas al pueblo, mirando al mismo punto que los fieles: el altar. Esta disposición simboliza la adoración común a Dios y el misterio eucarístico.
“Armonizar la tradición con la renovación”
León XIV, que ha subrayado su voluntad de “armonizar la tradición con la renovación”, parece decidido a cerrar una herida abierta. El nuevo marco litúrgico, según fuentes vaticanas citadas por ABC, permitirá a los obispos autorizar celebraciones del rito tridentino “en contextos de fidelidad al Papa y comunión con la Iglesia universal”.
Sin embargo, no faltan voces críticas. Algunos sectores temen que la medida reabra divisiones internas y debilite los avances pastorales del Vaticano II. Para otros, en cambio, supone una recuperación de la herencia espiritual y estética de siglos de cristianismo.
Sea como fuere, la misa tridentina vuelve a ocupar un lugar en el corazón del catolicismo. Y la imagen del cardenal Burke oficiando ante cientos de fieles en San Pedro, tras años de restricciones, quedará como símbolo de una nueva etapa de diálogo entre tradición y modernidad.