Católicos
El sí de Sor Mª Rocío y el nacimiento espiritual de Sor Julita Sakina iluminan la vida contemplativa en España, recordando que el amor silencioso de los claustros sigue dando fruto
04/11/25
En una España secularizada y ruidosa, la vida de clausura sigue germinando en almas valientes. El 4 de octubre de 2025, en el Monasterio de Nuestra Señora de las Mercedes en Badajoz, Sor Mª Rocío del Sagrado Corazón de Jesús entregó su vida en votos perpetuos para vivir recluida en el claustro. Apenas un día después, el 5 de octubre, en el Monasterio de Santa María de Carbajal de León, Sor Julita Sakina Byakya hizo su consagración como religiosa benedictina, renovada y nacida en el seno de la comunidad. Estos dos acontecimientos iluminan hoy el presente de la clausura femenina: no sólo no está muerta, sino que sigue dando frutos.
- Profunda alegría en Badajoz: la profesión solemne de Sor Mª Rocío
 
- "Vivir sin nada propio, en obediencia a la voluntad de Dios"
 
- El anillo y la corona de espinas
 
- Nacer al compromiso: la consagración de Sor Julita entre las Benedictinas
 
- La madre abadesa le entrega el escapulario
 
- Dos “síes” que sostienen el mundo
 
Profesión solemne de Sor Maria Rocio, Clarisa de Badajoz.
© Clarisas de Badajoz.
Profunda alegría en Badajoz: la profesión solemne de Sor Mª Rocío
Según la crónica publicada por la Fundación DeClausura, el sábado 4 de octubre de 2025 —Solemnidad de San Francisco de Asís—, el Monasterio de Nuestra Señora de las Mercedes en Badajoz se llenó de alegría con la celebración de la Profesión de Votos Solemnes de Sor M.ª Rocío del Sagrado Corazón de Jesús Rodríguez Velarde, de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara.
La Eucaristía fue presidida por Mons. Fray José Rodríguez Carballo, OFM, arzobispo de Mérida-Badajoz, y concelebraron D. Pedro Fernández Amo, Deán de la S.I.C., y el D. Julián García Franganillo, Canónigo Emérito. Durante el interrogatorio previo a la profesión, Sor Mª Rocío manifestó con firmeza y serenidad su deseo de vivir “perpetuamente en el seguimiento de Cristo, según el Santo Evangelio”.
"Vivir sin nada propio, en obediencia a la voluntad de Dios"
En la crónica se subraya que el arzobispo, en su homilía, animó a la comunidad con el llamado a alegrarse: “¡Alégrate, alegrémonos!”, y explicó el sentido de los votos: “Vivir sin nada propio, en obediencia a la voluntad de Dios; la castidad como expresión de amor universal; y la vida oculta en el claustro con el voto de clausura”. Además, expresó el deseo de que cada día las Clarisas sepan responder: “Aquí estoy, Señor, porque me has llamado”.
El momento de la postración fue sublime: acompañada por el Coro Gregoriano entonando las letanías de los santos, Sor Mª Rocío se postraba en señal de entrega total. Después pronunció la fórmula de la profesión solemne, quedando desposada con Cristo.
El anillo y la corona de espinas
También relata que Sor Mª Rocío “firmó, el pergamino escrito de su puño y letra que recoge su compromiso perpetuo” y luego “recibió las insignias propias de su nueva vida: el anillo, como esposa de Jesucristo, y la corona de espinas, símbolo del amor fiel al Esposo que la amó primero.”
El templo estaba lleno y los fieles que asistieron quedaron edificados. La celebración concluyó con la lectura de la Bendición Papal y la emotiva acción de gracias de Sor Mª Rocío, la cual fue especialmente valorada por los asistentes.
Tras la liturgia, se celebró un “sencillo ágape fraterno en el locutorio con los familiares, amigos y bienhechores de la Comunidad”. La comunidad agradeció la participación musical de la Capilla Gregoriana del Santísimo Cristo del Calvario, y la presencia espiritual de otras comunidades religiosas que siguieron la celebración incluso desde la clausura.
La crónica finaliza con buenos deseos para Sor Mª Rocío, expresando la esperanza de que sea “siempre dichosa en la casa del Señor” y alabando su entrega como motivo de alegría para toda la comunidad.
Sor Julita en diálago con Sor Ernestina, abadesa
del Monasterio de Santa María de Carbajal.
Nacer al compromiso: la consagración de Sor Julita entre las Benedictinas
La crónica “Una recién nacida entre las Benedictinas”, publicada en la web de la Fundación DeClausura, recoge el testimonio de Sor Julita Sakina Byakya, OSB, tras su consagración el 5 de octubre de 2025 en el Monasterio de Santa María de Carbajal (León).
Ella misma escribe: “Con mi profesión nazco con inmensa alegría en mi familia monástica.”
En su artículo explica que en la ceremonia prometió públicamente vivir los votos “de estabilidad, obediencia y conversión de costumbres según la Regla de San Benito”, que impulsa la espiritualidad del Ora et Labora.
Tras la Liturgia de la Palabra vino el rito de la profesión. Se describe un diálogo inicial con la madre abadesa para constatar que ella profesaba de forma consciente y libre. Después, expresa que leyó y firmó su carta de profesión en el altar.
A continuación, cantó solemnemente el Suscipe me, Domine (“Recíbeme, Señor...”): “quiero vivir entregada”, dice, según sus propias palabras recogidas en la crónica.
La madre abadesa le entrega el escapulario
Después la madre abadesa hizo la entrega de los signos: el escapulario, “me revistió de Cristo” y también le entregó “el libro de la Liturgia de las Horas”, para que pueda participar plenamente en la alabanza monástica y la oración de la Iglesia.
Luego, la comunidad la abrazó una a una, dándole la bienvenida formal en la fraternidad monástica. Fundación DeClausura.
En la acción de gracias, se cantó en suajili y que hubo una danza, expresiones de interculturalidad dentro de la comunidad. También se menciona que, para clausurar la ceremonia, las hermanas presentaron a Sor Julita ante la Virgen María cantando “Bajo tu amparo” en dos idiomas: español y suajili.
En su propio testimonio, Sor Julita toma las palabras del Evangelio de Mateo: “Te bendigo, Padre”, como expresión de gratitud profunda; afirma que siente que al profesar pertenece plenamente a esa comunidad que le ha dado nueva vida.
Dos “síes” que sostienen el mundo
Estos dos relatos, tal como los publica la Fundación DeClausura, nos confrontan con el misterio real de dos entregas radicales: Sor Mª Rocío, en su profesión clarisa, y Sor Julita, en su consagración benedictina.
Cada “sí” pronunciado ante Dios y ante la comunidad no es sólo para ellas, sino para toda la Iglesia: estos actos vuelven visible que la clausura sigue llamando, sigue atrayendo, sigue siendo parte viva del patrimonio espiritual de nuestra fe.
Este doble acontecimiento nos enseña que la clausura no es una reliquia del pasado. Además, oración en silencio importa y tiene un sentido. Además, que haya tantos carismas dentro de la vocación contemplativa (Clarisas, Benedictinas, carmelitas) es testimonio de que Dios actúa de múltiples modos.
Por último, como nos invita la Iglesia, la comunidad cristiana ha de sostener con oración, apoyo y reconocimiento estas vocaciones.