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Afirma que los católicos de Estados Unidos históricamente han apoyado mucho a Roma y señala que la inmigración "no es de derecha o izquierda" sino una preocupación "que compartimos"
20/11/25 | Marta Santín
El arzobispo Paul S. Coakley, de Oklahoma City, ha sido elegido como nuevo presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), asumiendo un liderazgo con una clara sensibilidad conservadora pero con un enfoque marcado en la migración y la comunión con Roma. En sus primeras declaraciones, Coakley ha subrayado su deseo de que el Papa entienda la realidad de los católicos en Estados Unidos, así como la profunda preocupación de los obispos por la dignidad humana de los inmigrantes.
- Opinión pública: un líder conservador en tiempos complejos
- “Quiero que el Papa comprenda nuestra realidad”
- La inmigración como prioridad pastoral
- Unidad episcopal y misión compartida
- Desafíos institucionales y renovación
- Carlo María Viganò
- Santos como modelo: el caso de Stanley Rother
- Perspectivas y desafíos futuros
arzobispo Paul S. Coakley, de Oklahoma City,
nuevo presidente de la Conferencia de Obispos Católicos
de los Estados Unidos (USCCB)
(Foto de OSV News/Bob Roller).
El arzobispo Coakley, de 70 años, dirige la arquidiócesis de Oklahoma City desde 2011. Nació en Norfolk, Virginia, en 1955, hijo de John y Mary Coakley, pero su familia se mudó a Kansas diez años después. Inició sus estudios de seminario en la Diócesis de Wichita en 1978. Ha sido secretario de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB).
Coakley no es un desconocido dentro de círculos católicos conservadores: es asesor del Instituto Napa, una asociación influyente entre católicos conservadores, y en 2018 expresó públicamente su apoyo al arzobispo Carlo María Viganò, quien se convirtió en una figura polémica por sus críticas al papado.
Opinión pública: un líder conservador en tiempos complejos
La elección de Coakley ha generado reacciones de todo tipo en la esfera pública. Algunos medios han señalado que su nombramiento se interpreta como una reafirmación del ala conservadora dentro de la Conferencia Episcopal, especialmente en un momento en que el presidente Donald Trump emprende un segundo mandato.
Según el blog estadounidense Spectrum Noticias, la elección de Coakley sería un “barómetro de prioridades”: optando por un defensor acérrimo de la cultura conservadora, los obispos estarían expresando su inclinación hacia posiciones firmes en bioética y moral, incluso mientras hacen una llamada urgente a políticas migratorias más humanas.
Este análisis coincide con la percepción de observadores externos y medios generalistas: algunos interpretan que los obispos han optado por alguien que representa valores tradicionales, pero que también puede ofrecer una voz pastoral creíble en un tema tan sensible como la inmigración.
“Quiero que el Papa comprenda nuestra realidad”
Coakley ha sido muy claro sobre su deseo de establecer un puente con el Papa León XIV, el primer pontífice estadounidense, con quien espera dialogar desde su experiencia como obispo y compatriota.
En su entrevista con OSV News, expresó: “Tengo muchas ganas de conocer al Papa León, como obispo, como compatriota estadounidense, como católico. Me gustaría poder comunicarme con él, tener la oportunidad de compartir nuestras perspectivas, en nombre de los obispos, sobre la situación en Estados Unidos… Desconozco sus fuentes de información; estoy seguro de que son confiables y buenas, pero quiero que comprenda la realidad que vivimos los católicos estadounidenses. Creo que los católicos estadounidenses históricamente hemos apoyado mucho a Roma y al papado, no solo económicamente, sino también espiritualmente… Hay un gran amor por el Papa entre nuestros católicos estadounidenses, y quiero que lo experimente de nosotros.”
Estas palabras tienen un peso simbólico y práctico: Coakley no solo quiere liderar la USCCB, sino también proyectar una imagen de comunión con el papado y de fidelidad a Roma, al tiempo que reconoce las particularidades culturales y sociales de la Iglesia estadounidense.
La inmigración como prioridad pastoral
Uno de los temas que Coakley ha enfatizado desde el primer momento es la inmigración. Según una entrevista con Vatican News, el arzobispo afirmó que los obispos tienen la responsabilidad de acompañar a los inmigrantes y calmar los temores de aquellos que viven en la inseguridad.
Su objetivo, dice, no es solo proporcionar soporte pastoral, sino también abogar por una reforma migratoria justa: promover leyes ordenadas que permitan a las personas vivir con dignidad y permanecer con sus familias.
Desde su perspectiva, la migración no debe interpretarse como un asunto partidista: “Ayudar a nuestra gente a ver esto no como un asunto político de derecha o izquierda… sino como una preocupación que compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo… Nos preocupan nuestros hermanos y hermanas, su bienestar, que su dignidad humana sea respetada y promovida. Pero también nos preocupa nuestra nación: que todos merecen vivir en seguridad y paz… Tenemos la responsabilidad como nación de proteger nuestras fronteras y promover el acceso a este país de manera legal.”
De esta manera, Coakley articula una visión integral que busca equilibrar orden y misericordia, legislación y caridad, seguridad y solidaridad.
Unidad episcopal y misión compartida
En su discurso tras la elección, Coakley subrayó que uno de sus objetivos principales es demostrar que los obispos estadounidenses están más unidos de lo que muchos medios y analistas sugieren. Según él, la narrativa dominante de polarización no coincide con su experiencia personal: “Existe la idea generalizada de que los obispos estadounidenses están divididos y polarizados, pero esa no ha sido mi experiencia. Creo que hay mucha más comprensión mutua, apoyo entre nosotros y una amistad genuina… somos un cuerpo fraterno maravilloso y estamos unidos en esta misión común como sucesores de los apóstoles en los Estados Unidos.”
Para Coakley, su presidencia debe servir para visibilizar esa fraternidad y resaltar el sentido apostólico de la misión episcopal en EE.UU.
Desafíos institucionales y renovación
Coakley no elude los retos estructurales de la Conferencia Episcopal. En su entrevista con OSV News, reconoció que la sede física de la USCCB requiere una gestión más eficaz: “Tenemos un edificio hermoso, pero está infrautilizado… Queremos encontrar una manera práctica y económicamente viable de ser buenos administradores de ese recurso.”
Además, ante quienes ven un declive institucional en la Iglesia estadounidense —con cierres de parroquias, escuelas y hospitales— Coakley ofrece una perspectiva distinta. Invita a los católicos a no fijarse sólo en las instituciones, sino en la misión: “Animo a los católicos a permanecer arraigados en Jesucristo: a hacerse discípulos, a vivir ese discipulado en términos de misión… servir en nuestras parroquias, en nuestras escuelas, comunidades, hogares… ser la luz, ser la levadura… En la medida en que lo hagamos, la vida institucional se recuperará y florecerá.”
Coakley también advierte que no toda la Iglesia institucional está en declive: en muchas zonas, como en su arquidiócesis de Oklahoma, sigue habiendo parroquias vivas, escuelas activas y centros de salud católicos dinámicos. Sostiene que la clave está en adaptarse a los cambios demográficos actuales, no en idealizar el pasado.
Carlo María Viganò
Su pasado también ha sido objeto de escrutinio. En 2018, Coakley envió una carta de apoyo al arzobispo Carlo María Viganò, antes de que se conocieran plenamente las afirmaciones más controvertidas de este. Algunos críticos han usado esta carta contra él. Coakley ha explicado que en ese momento no conocía las opiniones completas de Viganò, pero que solo quería proteger la reputación de un clérigo que, según él, había servido de forma fiel.
Sobre el escándalo McCarrick y otros episodios dolorosos para la Iglesia estadounidense, Coakley reconoce el daño y la desconfianza, pero asegura que sus acciones fueron motivadas por el deseo de transparencia y restauración, no por aliados ideológicos.
Santos como modelo: el caso de Stanley Rother
Un tema que claramente le apasiona es el de los santos. Coakley menciona cómo ha promovido la causa de Blessed Stanley Rother, el primer mártir estadounidense beatificado, originario de Oklahoma. Sirviendo como ejemplo de santidad accesible, Rother es un modelo para seminaristas, sacerdotes y laicos.
La devoción a Rother, añade Coakley, ha sido una bendición providencial desde su llegada a Oklahoma, y ha impulsado la creación de un centro de peregrinación en su honor.
Perspectivas y desafíos futuros
Con su elección, Coakley se enfrenta a una misión compleja: liderar una conferencia episcopal muy diversificada, en un momento político tenso, bajo un Papa estadounidense y en una nación marcada por el debate migratorio. Sus prioridades claras (inmigración, unidad episcopal, renovación institucional y santidad) se entrelazan con su identidad conservadora, lo que podría generar fricciones pero también abrir caminos de diálogo.
Al mismo tiempo, su llamada a una reforma migratoria humana y ordenada —no solamente desde la pastoral, sino también con incidencia legislativa— podría fortalecer la voz de la Iglesia en el debate público.
Paul S. Coakley llega a la presidencia de la USCCB en un momento definitorio para la Iglesia en Estados Unidos. Con un pie en la tradición y otro en el compromiso social, su voz promete ser clave en los próximos tres años. Si logra combinar su sensibilidad conservadora con un corazón pastoral, podría dejar un legado de unidad, misericordia y fidelidad.