De Libros
Meditación ensayística sobre cómo sanar las heridas de una humanidad herida
El monje y obispo Erik Varden en "Heridas que sanan", inspirándose en un antiguo poema cisterciense, nos invita a contemplar las heridas de la pasión de Cristo
José Francisco Serrano Oceja | 24/11/25
Leer un libro de espiritualidad de monseñor Erik Varden, obispo de Trondheim, es una delicia para el espíritu y para el conocimiento de los misterios de la fe y de la vida cristiana. Relaja, tranquiliza, nos coloca en otra dimensión del tiempo y de la vida.
- La humanidad postmoderna, es propensa a tener heridas
- Poema del abad Arnulfo de Lovaina
- Relación entre las heridas de Cristo y nuestras heridas
Todo lo suyo es oro molido. Voy a aprovechar lo que me ha sugerido la lectura de este último libro suyo para intentar explicar el valor de su bibliografía.
La humanidad postmoderna, es propensa a tener heridas
Quizá por su trayectoria biográfica, cuando monseñor Varden escribe lo hace pensando en un lector, o lectora, de nuestro tempo, es decir, hijo de los procesos de secularización avanzada, que cuando se acerca a un libro de espiritualidad su mentalidad está anclada en ese marco.
Por lo tanto, a la hora de expresar sus ideas, de poner los ejemplos de su vida, o de la vida de otras personas, está muy presente todo lo que tiene que ver con la configuración antropológica de su interlocutor.
En este sentido, la humanidad caída, y la humanidad postmoderna, es propensa a tener heridas. Otra cuestión es cómo llevamos, cómo convivimos con nuestras heridas. Por eso, un libro que habla de las heridas, que son nuestras, que son íntimas, es oportuno en estos tiempos. Y no sólo porque las heridas son expresiones de nuestra psicología, o de la de otros en nosotros, sino porque Cristo también tuvo en su cuerpo no pocas heridas que permiten sanar las nuestras.
Poema del abad Arnulfo de Lovaina
De ahí que monseñor Varden retome el poema del abad Arnulfo de Lovaina (1200-1248) “Discurso rítmico a cada uno de los miembros de Cristo sufriente que cuelga de la cruz” y lo traduzca y lo glose y lo comente son experiencia monacal, escriturística y patrística.
El Abad Arnulfo lo fue de Villers-le-Ville durante una década y renunció aproximadamente un año antes de morir. Hasta mediados del XIX la autoría de ese poema se atribuía a san Bernardo de Claraval.
Bueno, lo traduzca Dom Erik para la edición original, porque para la edición española el trabajo se lo llevó mi admirado siempre Armado Jesús Pego Puigbó que califica este libro como una “meditación ensayística” y que señala en su blog que, a través de poema de Arnulfo, de la traducción original y glosada de Dom Erik y de la española de Pego, “resuena la seriedad barroca del ciclo de cantatas de Dietrich Buxtehude. A través de ellas en su imagen del Crucificado se atisba el hechizo bizantino del último tramo del siglo XIV”.
Ahí está también, dice Pego, “el ritmo de los Cancioneros castellanos del siglo XV que había fatigado en mis estudios universitarios hace más de treinta años. Como entonces, Alejo de Vahía volvía a tallar los rasgos de mi Cristo, arrancado de su Cruz y también escatológico”.
Relación entre las heridas de Cristo y nuestras heridas
Quizá este libro lo hubiera tenido que leer en Semana Santa y no a las puertas del adviento. Las reflexiones de monseñor Varden tocan profundamente el alma. Nos hacen ver la relación entre las heridas de Cristo y nuestras heridas.
Sus reflexiones sobre, por ejemplo, lo que significa arrodillarse o sobre lo que es y significa el corazón, son de una finura espiritual que atrapa.
Leyendo este libro me he acordado también de no pocas personas que hoy están sangrando por las heridas, también las producidas por quienes lo que debieran hacer es curar las heridas de una humanidad desgarrada.
Erik Varden,
Heridas que sanan.
Encuentro, 2025.