ALGO MÁS QUE PALABRAS

 

MI FERVOR AL SANTUARIO FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE:

“No sólo me pone alegría, me da vida”

 

 

 

Víctor Corcoba Herrero, Escritor | 08.02.2024


 

 

 

En esta santa y grandiosa mística, que nos ofrece la parroquia de la Inmaculada (Granada), donde se alberga el Santuario al Beato Fray Leopoldo de Alpandeire, al que acudo siempre que puedo, he ascendido al cultivo del verso, reencontrándome conmigo mismo. Hacer oración aquí, después de haber sostenido el arduo camino del día, es el mejor consuelo y la mayor esperanza. El entorno no puede ser más divino e inspirador, es un poema perfecto. Junto a la vida de este sencillo y austero religioso capuchino, que injerta en el alma un canto de humildad y fortaleza, está el modelo de la Inmaculada, de la devoción a la santísima Virgen María, que resuena por todas las esquinas del templo.

“Partir panes y compartir vivencias, /repartir miradas e impartir caricias”, nos abre a la trascendencia, a los más hondos sentimientos de la existencia humana, siempre a la búsqueda de la verdad y de la bondad, un fecundo diálogo para ser más poesía cada amanecer. La acogida, siempre con la escucha y el acompañamiento de algún capuchino, me han iluminado los caminos. A pesar de los obstáculos, he notado las pulsaciones de las profundas experiencias contemplativas. Desde luego, este mundo en el que vivimos, tiene necesidad de la belleza para no caer en la desolación.

Hay que volver al amor de amar amor, con poéticas de verdad. Siempre lo reivindico. “Que no se nos pase la vida sin amar, /amarse es robustecerse en sanación”; sí, en efecto, necesitamos ese hálito versátil, esa mirada del Beato Fray Leopoldo, crecida en generosidad y recreada en lo auténtico; en ese verso que yo percibo a diario con el soplo del Espíritu Santo, convirtiendo en visible el mundo invisible. Yo mismo he experimentado el gozo espiritual, en el que contemplando a la Inmaculada Concepción, la más humilde y a la vez la más alta de todas las criaturas, y con Fray Leopoldo vertiendo sonrisas, me sentí resplandeciente y más poeta que nunca. ¡Qué gran fortaleza!.

 

 

La visita a Fray Leopoldo es habitual,
es penetrar en quietud consigo mismo,
sin ocultar nada, sin dobles propósitos,
que el Señor es el salvador y redentor,
el que vino a salvarnos y a redimirnos.

Venga a nosotros la dulzura del fraile,
dejémonos habitar por su generosidad,
abandonemos las miserias humanas,
y reconduzcámonos a la piedad diaria,
que el ayer ya no es nada sin donación.

Que no se nos pase la vida sin amar,
amarse es robustecerse en sanación,
es proceder con un espíritu equitativo,
y recobrar ese hálito reconcentrado,
centrado en ser piadoso de corazón.

Encontrándonos se hace humanidad,
renunciaremos a ser nuestro enemigo,
y nos uniremos a los pasos del Beato:
de partir panes y compartir vivencias,
de repartir miradas e impartir caricias.

 

 

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
08 de febrero de 2024