COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

 

ESTAD ATENTOS Y VIGILANTES

 

 

“NUESTRA HISTORIA ESTÁ FIRMEMENTE EN LAS MANOS DE DIOS: Con el alma en vela y en verso, estamos siempre dispuestos para el Padre, en una espera que no ha de desesperarnos; puesto que, nos acompaña con su providencia, cuidando de cada uno de nosotros. Jamás perdamos la recta orientación; que la crónica es un partir y un compartir, un donarse y darse, ofreciéndose a los demás. Al fin, uno es lo que es, gracias a Jesús; y, así: ¡Bebiendo de su venerable pulso, nos avenimos!”

 

 

 

Víctor Corcoba Herrero, Escritor | 09.08.2025


 

 

 

I.- DONDE HAY MIEDO;
HAY OSCURIDAD

Con el Salvador nada es temible,
sólo hay que dejarse acompañar,
despojarse de mundo pernicioso,
y reintegrarse al espíritu celeste,
para acompasar de amor el obrar.

Junto a la cruz de Cristo, el amar;
con el amar, la pasión por el ser;
con el ser, la alegría del convidar;
con el convidar, el gozo por vivir;
y con el vivir, la paz en el pecho.

Bajo esta concordia omnipotente,
no cabe el desaliento ni el temor;
lo cardinal es escucharse y oírse,
habitar despiertos y no dormirse,
pues el que rastrea siempre halla.

 

 

II.- DONDE HAY VIGILANCIA;
HAY SABIDURÍA

Vigilar el corazón es encauzarse,
dirigirse a un espacio de llaneza,
guiarse hacia un confín de culto,
que nos lleva a ser compasivos,
para poder crecer en humanidad.

Si falta la vigilancia, se arriesga
todo, se expone a que se esfume,
a que se desvanezca lo generoso,
y se vigorice el impulso egoísta,
que todo lo alienta de maldades.

Lo ventajoso es sentirse alertado,
no estar ido, ni distraído consigo;
sino asistido y vuelto a la virtud
de la esperanza, con el Redentor,
como verdad y vida llena de luz.

 

 

III.- DONDE HAY CREENCIA,
HAY CERTEZA

Navegar sin fe es como negarse,
es hundirse y en la nada sumirse,
sin un patrimonio que preservar,
y sin un horizonte para combatir,
pues la existencia es un combate.

En ese ataque místico moramos,
porque existir es una ciclo regio,
una río de pruebas y tentaciones,
con sus oleadas desconcertantes,
que hemos de purgar y corregir.

Salvaguardar la claridad interior
es vivificante, para no destruirse,
para elegir el ritmo de la certeza,
fluyendo como siervos del Señor,
para hace aquello que nos suplica.

 

 

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
09 de agosto de 2025