El Papa Benedicto XVI ha renovado la convocatoria del V Encuentro 
          Mundial de las Familias en Valencia, que Juan Pablo II convocó el 22 
          de febrero de este año, eligiendo como tema “La transmisión de la fe 
          en la familia” y señalando como fecha la primera semana de julio del 
          año 2006.
El Evangelio de la Familia
          El Santo Padre Benedicto XVI, en una carta enviada en castellano al 
          Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Pontificio Consejo 
          para la Familia, y que ha hecho pública hoy el arzobispo de Valencia, 
          Mons. Agustín García Gasco, durante la celebración de la Solemnidad 
          del Corpus Christi, afirma que con la renovación de esta convocatoria 
          se propone “alentar, como lo hizo Juan Pablo II, la <estupenda 
          novedad>, el “Evangelio de la Familia”, cuyo valor es central para la 
          Iglesia y la sociedad”.
          El Papa aprovecha la carta para enviar “un cordial saludo a Mons. 
          Agustín García-Gasco Vicente, Arzobispo de Valencia, Iglesia 
          particular que prepara este encuentro eclesial y que acogerá a las 
          familias del resto de España y de otros países”.
          El matrimonio y la familia no admiten alternativas
          Benedicto XVI recuerda, en el texto, que “todos los pueblos, para 
          dar un rostro verdaderamente humano a la sociedad, no pueden ignorar 
          el bien precioso de la familia, fundada sobre el matrimonio. La 
          alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre 
          sí un consorcio para toda la vida, ordenado por su misma índole 
          natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la 
          prole es el fundamento de la familia, patrimonio y bien común de la 
          humanidad. Así pues, la Iglesia no puede dejar de anunciar que, de 
          acuerdo con los planes de Dios, el matrimonio y la familia son 
          insustituibles y no admiten otras alternativas”. 
          “La familia cristiana tiene, hoy más que nunca, -añade el Santo 
          Padre- una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, 
          que implica la entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y la 
          inserción en la comunidad eclesial. Los padres son los primeros 
          evangelizadores de los hijos, don precioso del Creador, comenzando por 
          la enseñanza de las primeras oraciones. Así se va construyendo un 
          universo moral enraizado en la voluntad de Dios, en el cual el hijo 
          crece en los valores humanos y cristianos que dan pleno sentido a la 
          vida”.