VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM" DEI PRESULI DELLA CONFERENZA EPISCOPALE DELLA 
SPAGNA (I GRUPPO) , 24.01.2005 
VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM" DEI PRESULI DELLA CONFERENZA 
EPISCOPALE DELLA SPAGNA (I GRUPPO)
Pubblichiamo di seguito il discorso che Giovanni Paolo II ha rivolto agli Ecc.mi Presuli della Conferenza Episcopale della Spagna (I gruppo), incontrati questa mattina e ricevuti in questi giorni, in separate udienze, in occasione della Visita "ad Limina Apostolorum":
Queridos hermanos en el Episcopado:
1. Con gusto os recibo, Pastores de la Iglesia de Dios que peregrina en 
España, integrantes del primer grupo que viene a Roma para realizar la visita 
Ad limina y fortalecer los vínculos estrechísimos que os unen con esta Sede 
Apostólica.
Saludo con afecto al Señor Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la 
Conferencia Episcopal Española, con sus tres Obispos auxiliares; al Arzobispo de 
Toledo y Primado de España, con sus dos Obispos auxiliares; al Arzobispo 
Castrense y a los Arzobispos de Burgos, Oviedo,Valladolid, Zaragoza, 
Mérida-Badajoz y a los Obispos sufragáneos de estas sedes metropolitanas y de la 
de Pamplona, a cuyo Arzobispo deseo una pronta recuperación. A través vuestro mi 
saludo quiere llegar con afecto y estima a los sacerdotes, religiosos, 
religiosas y fieles de vuestras Iglesias particulares.
Agradezco cordialmente las amables palabras que me ha dirigido, en nombre de 
todos, el Señor Cardenal Antonio María Rouco Varela, presentándome las 
inquietudes y esperanzas de vuestra acción pastoral, en la que con fortaleza 
ejercéis el ministerio guiando al Pueblo de Dios por el camino de la salvación y 
proclamando con vigor los principios de la fe católica para una mayor formación 
de los fieles.
2. España es un país de profunda raigambre cristiana. La fe en Cristo y la 
pertenencia a la Iglesia han acompañado la vida de los españoles en su historia 
y han inspirado sus actuaciones a lo largo de los siglos. La Iglesia en vuestra 
Nación tiene una gloriosa trayectoria de generosidad y sacrificio, de fuerte 
espiritualidad y altruismo y ha ofrecido a la Iglesia universal numerosos hijos 
e hijas que han sobresalido a menudo por la práctica de las virtudes en grado 
heroico o por su testimonio martirial. Yo mismo he tenido el gozo de canonizar o 
beatificar a numerosos hijos e hijas de España.
En mi Carta apostólica Tertio millennio adveniente propuse el estudio, 
actualización y presentación a los fieles del "patrimonio de santidad" (n. 37), 
seguro de que en esta hora histórica será una preciosa y valiosa ayuda para los 
pastores y fieles como punto de referencia en su vida cristiana, tanto más 
cuanto que muchos de los retos y problemas aún presentes en vuestra Nación ya 
existieron en otros momentos, siendo los santos quienes dieron brillante 
respuesta con su amor a Dios y al prójimo. Las vivas raíces cristianas de 
España, como puse de relieve mi última Visita pastoral en mayo de 2003, no 
pueden arrancarse, sino que han de seguir nutriendo el crecimiento armónico de 
la sociedad.
3. Vuestras relaciones quinquenales evidencian la preocupación por la 
vitalidad de la Iglesia y los retos y dificultades a afrontar. En los últimos 
años, en Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Madrid, Navarra y 
el País Vasco, regiones donde ejercéis la caridad pastoral guiando al Pueblo de 
Dios, han cambiado muchas cosas en el ámbito social, económico y también 
religioso, dando paso a veces la indiferencia religiosa y a un cierto 
relativismo moral, que influyen en la práctica cristiana y que afecta 
consiguientemente a las estructuras sociales mismas.
Algunas zonas viven en la abundancia mientras otras tienen graves carencias. En 
ocasiones, lo que fueron fuentes de riqueza en tiempos anteriores –por ejemplo, 
la producción minera y siderúrgica, la construcción naval, diversas empresas- 
sufren un cierto declive ante el cual hace falta mantener la esperanza. En 
algunas partes se vive la confrontación social por un recurso natural: el agua; 
siendo ésta un bien común no se puede despilfarrar ni olvidar el deber solidario 
de compartir su uso. Las riquezas no pueden ser monopolio de quienes disponen de 
ellas, ni la desesperación o la aversión pueden justificar ciertas acciones 
incontroladas de quienes carecen de las mismas.
4. En el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en 
el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, 
a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o 
ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y 
oponiéndose a su expresión pública. Esto no forma parte de la tradición española 
más noble, pues la impronta que la fe católica ha dejado en la vida y la cultura 
de los españoles es muy profunda para que se ceda a la tentación de silenciarla. 
Un recto concepto de libertad religiosa no es compatible con esa ideología, que 
a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se puede cercenar 
la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental.
En el contexto social actual están creciendo las nuevas generaciones de 
españoles, influenciadas por el indiferentismo religioso, la ignorancia de la 
tradición cristiana con su rico patrimonio espiritual, y expuestas a la 
tentación de un permisivismo moral. La juventud tiene derecho, desde el inicio 
de su proceso formativo, a ser educada en la fe. La educación integral de los 
más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela, 
cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su 
importancia. Los poderes públicos, por su parte, tienen el deber de garantizar 
este derecho de los padres y asegurar las condiciones reales de su efectivo 
ejercicio, como está recogido en los Acuerdos Parciales entre España y la Santa 
Sede de 1979, actualmente en vigor.
5. Por lo que se refiere a la situación religiosa, en vuestros informes se 
refleja una seria preocupación por la vitalidad de la Iglesia en España, a la 
vez que se ponen de relieve varios retos y dificultades. Atentos a los problemas 
y expectativas de los fieles ante esta nueva situación, vosotros, como Pastores, 
os sentís interpelados a permanecer unidos para hacer más palpable la presencia 
del Señor entre los hombres a través de iniciativas pastorales más apropiadas a 
las nuevas realidades.
Para ello es primordial conservar y acrecentar el don de la unidad que Jesús 
pidió para sus discípulos al Padre (cf. Jn 17,11). En vuestra propia 
diócesis, estáis llamados a vivir y dar testimonio de la unidad querida por 
Cristo para su Iglesia. Por otra parte, la diversidad de pueblos, con sus 
culturas y tradiciones, lejos de amenazar esta unidad, ha de enriquecerla desde 
su fe común. Y vosotros, en cuanto sucesores de los Apóstoles, tenéis que 
esforzaros en "conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef 
4,3). Por eso os quiero recordar que "en la transición histórica que estamos 
viviendo debemos cumplir una misión comprometedora: hacer de la Iglesia el lugar 
donde se viva y la escuela donde se enseñe el misterio del amor divino. ¿Cómo 
será posible esto sin redescubrir una autentica espiritualidad de comunión?" (Mensaje 
a un grupo de Obispos, 14.II.2001, n.3), válida para todas las personas y en 
todos los momentos.
6. Los Sacramentos son necesarios para el crecimiento de la vida cristiana. 
Por eso los pastores han de celebrarlos con dignidad y decoro. Especial 
importancia se ha de dar a la Eucaristía, "Sacramento de piedad, signo de 
unidad, vínculo de caridad" (San Agustín, In Johannis Evangelium, 26,13). 
Su participación, como recuerdan los Santos Padres, nos hace "concorpóreos y 
consanguíneos con Cristo" (San Cirilo de Alejandría, Catequesis mistagógicas, 
IV,3), e impulsa al cristiano a comprometerse en la propagación del Evangelio y 
en la animación cristiana de la sociedad.
A este respecto, con ocasión de la clausura del Año Jacobeo, he invitado a los 
fieles españoles a buscar en el Santísimo Sacramento la fuerza para vencer los 
obstáculos y afrontar las dificultades del momento presente. Al mismo tiempo, 
apoyados por sus Obispos, se sentirán vigorizados en la propia fe para dar un 
testimonio público y creíble al defender "el respeto efectivo a la vida, en 
todas sus etapas, la educación religiosa de los hijos, la protección del 
matrimonio y de la familia, la defensa del nombre de Dios y del valor humano y 
social de la religión cristiana" (Carta al Arzobispo de Santiago de 
Compostela, 8.XII.2004). Se debe incrementar, pues, una acción pastoral que 
promueva una participación más asidua de los fieles en la Eucaristía dominical, 
la cual ha de ser vivida no sólo como un precepto sino más bien como una 
exigencia inscrita profundamente en la vida de cada cristiano.
7. En las relaciones quinquenales habéis puesto de manifiesto vuestra 
solicitud por los sacerdotes y seminaristas. Los sacerdotes están en la primera 
línea de la evangelización y soportan "el peso del día y el calor" (Mt 
20,12). Ellos necesitan de manera especial vuestro cuidado y cercanía pastoral, 
pues son vuestros "hijos" (LG 28), "amigos" (ChD 16) y "hermanos" 
(PO 7).
La relación con los sacerdotes no ha de ser solamente de tipo institucional y 
administrativo, sino que, animada ante todo por la caridad (cf. 1Pe 4,8), 
ha de revelar la paternidad episcopal que será modelo de aquella que después los 
presbíteros han de tener con los fieles que tienen confiados. De un modo 
especial, esa paternidad se debe manifestar en la situación actual con los 
sacerdotes enfermos, con los de edad avanzada, y también con los que están al 
frente de mayores responsabilidades pastorales.
Los sacerdotes, por su parte, deben recordar que, antes de nada, son hombres de 
Dios y, por eso, no puede descuidar su vida espiritual y su formación 
permanente. Toda su labor ministerial "debe comenzar efectivamente con la 
oración" (San Alberto Magno, Comentario de la teología mística, 15). 
Entre las múltiples actividades que llenan la jornada de cada sacerdote, la 
primacía corresponde a la celebración de la Eucaristía, que lo conforma al Sumo 
y Eterno Sacerdote. En la presencia de Dios encuentra la fuerza para vivir las 
exigencias del ministerio y la docilidad para cumplir la voluntad de Quien lo 
llamó y consagró, enviándolo para encomendarle una misión particular y 
necesaria. También la celebración devota de la Liturgia de las Horas, la oración 
personal, la meditación asidua de la Palabra de Dios, la devoción a la Madre del 
Señor y de la Iglesia y la veneración de los Santos, son instrumentos preciosos 
de los que no se puede prescindir para afirmar el esplendor de la propia 
identidad y asegurar el fructuoso ejercicio del ministerio sacerdotal.
8. Una esperanza viva es el incremento de la vocaciones sacerdotales que se da en algunas partes. Es verdad que la situación social y religiosa no favorece la escucha de la llamada del Señor a seguirle en la vida sacerdotal o consagrada. Por eso es importante orar sin cesar al Dueño de la mies (cf. Mt 9,38) para que siga bendiciendo a España con numerosas y santas vocaciones. Para ello se debe fomentar una pastoral específica vocacional, amplia y capilar, que mueva a los responsables de la juventud a ser mediadores audaces de la llamada del Señor. No hay que tener miedo a proponerla a los jóvenes y después acompañarlos asiduamente, a nivel humano y espiritual, para que vayan discerniendo su opción vocacional.
9. Los fieles católicos, a los cuales les incumbe buscar el Reino de Dios 
ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según la voluntad divina, 
están llamados a ser testigos valientes de su fe en los diferentes ámbitos de la 
vida pública. Su participación en la vida eclesial es fundamental y, en 
ocasiones, sin su colaboración vuestro apostolado de pastores no llegaría a 
"todos los hombres de todos los tiempos y lugares" (LG, 33).
Los jóvenes, futuro de la Iglesia y de la sociedad, han de ser objeto especial 
de vuestros desvelos pastorales. En este sentido, no deben escatimarse los 
esfuerzos necesarios, aunque a veces no den fruto inmediato. A este respecto, 
¿cómo no recordar la impresionante y conmovedora vigilia que presidí con cientos 
de miles de jóvenes en Cuatro Vientos, recordándoles que se puede ser moderno y 
cristiano? Ahora muchos se preparan para ir a Colonia y participar en la Jornada 
Mundial de la Juventud. Decidles que el Papa les espera allí, bajo el lema 
"Hemos venido a adorarle" (Mt 2,2) para, junto con coetáneos de otros 
países, descubrir en Cristo el rostro de Dios y de la Iglesia como "la casa y la 
escuela de la comunión" y amor (Novo millenio ineunte, 43).
10. Queridos Hermanos: habéis tomado la iniciativa de dedicar un año especial 
a la Inmaculada, Patrona de España, en conmemoración del 150º aniversario de la 
proclamación de este dogma mariano. Se trata de una invitación al pueblo fiel a 
renovar su consagración personal y comunitaria a nuestra Madre y a secundar mi 
invitación a toda la Iglesia a ponerse "sobre todo a la escucha de María 
Santísima, en quien el Misterio eucarístico se muestra, más que en ningún otro, 
como misterio de luz" (Ecclesia de Eucharistia, 62).
La evangelización y la práctica de la fe en tierras españolas han ido siempre 
unidas a un particular amor a la Virgen María. Así lo ponen de manifiesto los 
numerosos templos, santuarios y monumentos que se elevan por doquier en vuestra 
tierra; las cofradías, hermandades, gremios y claustros universitarios, que 
porfiaban en la defensa de sus privilegios, así como las prácticas de piedad y 
fiestas populares en honor de la Madre de Dios, que han sido también fuente de 
inspiración de tantos artistas, célebres pintores y renombrados escultores.
España es tierra de María. A Ella encomiendo vuestras intenciones pastorales. 
Bajo su maternal protección pongo a todos los sacerdotes, los religiosos y 
religiosas, los seminaristas, los niños, jóvenes y ancianos, las familias, los 
enfermos y necesitados. Llevadles a todos el saludo y el cariño del Papa, 
acompañado de la Bendición Apostólica.
[00111-04.01] [Texto original: Español]