EL EVANGELIO DEL DOMINGO

 

 

por Gervasio Portilla García

10.11.2019


 

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario (C)

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (20, 27-38)

 

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:

― «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron cono mujer».

Jesús les dijo:

― «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.

»Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».

 

Palabra del Señor.

 


 

COMENTARIO:

 

En el Evangelio de este Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, vemos cómo Jesús no se deja atrapar en la pregunta tramposa de los saduceos.

La respuesta de Jesús es clara y tajante: los muertos resucitan ciertamente, porque Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos y es inconcebible que haya creado al hombre sediento de vida y luego lo abandone a la muerte.

Lo importante del mensaje evangélico es descubrir cómo a través de imágenes culturales distintas, el hombre se resiste a diluirse en la nada.

Por otro lado el mensaje de Jesús no tiene porqué poner coto a nuestra imaginación. Ésta siempre tiende a materializar las realidades espirituales.

Pero el cielo es inimaginable, porque el cielo es el amor infinito y donde está Dios.

 

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.