EL EVANGELIO DEL DOMINGO
por Gervasio Portilla García
01.09.2021
XXII Domingo del Tiempo Ordinario (B)
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (7, 1-8. 14-15. 21-23)
En aquel tiempo se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen si lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
― «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con las manos impuras?».
Él les contestó:
― «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos". Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
― «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
Palabra del Señor
COMENTARIO:
En este Evangelio del Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, podemos observar como Jesús con palabras muy claras, nos dice donde reside el fundamento de la verdadera moralidad.
No está en la observancia escrupulosa de las prescripciones y los ritos, la verdadera moralidad, reside en lo auténtico, en la sinceridad del corazón humano.
Los fariseos, intentando ser fieles a la voluntad de Dios, habían creado leyes minuciosas, de tal modo que la mera observancia material del precepto era suficiente.
Lo que Jesús, realmente, nos pide a cada uno, es autenticidad; un corazón solícito que intenta con todas las fuerzas ir mucho más allá del mero cumplimiento de los preceptos.
Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.