Fe y Obras

DOMUND debe ser siempre

 

 

18.10.2013 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Como cada año, el DOMUND tiene una fecha en la que, especialmente, se recuerda la labor de transmisión de la fe y la dedicación que misioneros y misioneras llevan a cabo a lo largo de los continentes. Y para eso se nos pide una ayuda que es muy especial (por su destino) pero que, por supuesto, no debería quedar circunscrita al día que, en concreto, se recuerda esto.

Este año es, por cierto, el domingo 20 de octubre.

Sin embargo lo que se celebra y recuerda tal día (y otros) no puede circunscribirse a la fecha citada sino que, su sentido, ha de extenderse al resto del año; su efectividad, a siempre.

El lema utilizado para la campaña de 2013 es claro y fácil de comprender para un católico: “Fe + Caridad = Misión. Y, por lo tanto, y en aplicación de lo dicho arriba, no es poco cierto que tanto la fe como la caridad, que se pone en práctica a partir de ella, no pueden limitarse a ser demostradas tal día sino que, por extensión, ha de durar siempre, siempre, siempre.

Se nos dice, al respecto del citado lema, que

“No es legítimo separar, y menos, oponer, fe y caridad, dos virtudes teologales íntimamente unidas. ‘La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios’ (Benedicto XVI). Contemplación y acción están llamadas a coexistir e integrarse. La acogida salvífica de Dios, su gracia, su perdón por la fe orienta y promueve las obras de la caridad.”

En realidad, no se nos dice nada extraño ni fuera de lugar sino que es algo común, debería serlo, el hecho según el cual quien tiene fe, lo dice y lo sostiene, tiene que poder, digamos, demostrarlo (no a los hombres aunque sean ellos los destinatarios de su acción, a lo mejor y recordando aquello de que nuestra mano derecha no puede saber lo que hace la izquierda, pero sí a Quien conoce lo secreto de su corazón) con otras y, entonces, echar una mano allí donde necesite ser echada, poner de su parte donde antes no ponía y, en general, hacer patente que el amor lo es Amor, con mayúscula porque procede de Dios y a Él nos debemos.

Además, el Papa Francisco, en el número 5 del Mensaje para el DOMUND de este 2013, nos ha dicho que es importante

“Animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo”.

Y es que son todas las naciones de la Tierra las que han de verse influenciadas por la luz de Dios plasmada en Su Palabra que, a través de la fe en el Creador se lleva allá donde haya un ser humano susceptible de gozar de ella. Y eso no puede limitarse, claro, a un momento, a un día, a un instante.

No es de extrañar, porque es obligación grave para el discípulo de Dios, que la misión consista, precisamente, en acercar a la misma a todos aquellos que no la han conocido pero que tienen el mismo derecho que los sí la hemos conocido, a gozar de las sílabas preclaras de las Sagradas Escrituras.

Por eso la labor de la Iglesia católica ha de tener, como objetivo principal, alcanzar con el esfuerzo de las piedras vivas que la constituyen, los más alejados rincones del mundo donde nunca se ha hablado de la eternidad ni del Reino de Dios.

Acercar, por eso mismo, a Dios mismo es labor que se no se limita al recordatorio sino que tiene que ser tenida en cuenta siempre.

Por eso DOMUND ha de ser siempre: porque Dios así lo quiso y lo quiere.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net