Fe y Obras

Necesarios santos

 

 

25.04.2014 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Es bien cierto que los creyentes católicos tenemos mucho a lo que atenernos para tener, de nuestra fe, un conocimiento bastante bueno.

Hoy día, por eso mismo, casi nadie puede decir que no sabe nada de la fe que tiene aunque, claro está, existen circunstancias que impiden que una persona tenga un conocimiento adecuado de su creencia.

Sin embargo, los fieles católicos tenemos muchos ejemplos a seguir.

Desde que Cristo se presentó al mundo y predicó acerca de la Verdad, siendo Él, además, el Camino y la misma Vida, muchas personas se han entregado a la creencia en el Hijo de Dios y lo han hecho de una forma más que adecuada y rindiendo un tanto por cien muy elevado.

Hay personas que, además, dan pasos más allá de la entrega al Hijo de Dios y sirven de ejemplo para todos. Tales personas son las que, con el paso del tiempo (y tras cumplir el proceso establecido al respecto) acaban subiendo a los altares y se les llama, sencilla y gozosamente, santos.

Los santos son muy necesarios para la Iglesia católica. Lo son porque, en primer lugar, muestran que no es imposible ser fiel católico con todas sus consecuencias y, en segundo lugar, porque nos muestran, por eso mismo, el camino a seguir.

Pues eso pasa con los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II que el domingo 27 de abril pasarán a formar parte del Catálogo de Santos que existe y que es, para cada uno de nosotros, un gran espejo donde mirarnos.

Cada uno de estos creyentes, el llamado “Papa bueno” y el llamado “Atleta de Dios”, tenían unas características que los diferenciaba. Es bien cierto que se ha dicho que eran muy distintos pero, eso es también más que cierto, cada uno de ellos era el Papa que la Iglesia católica necesitaba para el tiempo concreto en el que fueron elegidos. Y es que el Espíritu Santo sopla donde quiere y siempre sopla bien.

Tanto uno como otro van a tener, seguro que ya tienen, muchos fieles que se van a dirigir a ellos para pedir o para dar gracias. Y estamos más que seguros que atenderán sus peticiones o gracias dadas de la mejor manera posible.

Los santos, y estos en concreto, los tenemos ahí puestos por Dios (que los ha escogido de entre sus hijos) porque bien sabe el Creador que somos flojos y tibios, muchas veces, en asuntos de fe y de creencia. Y viendo que hay algunos de entre nosotros que no lo han sido poder imitarlos (al menos imitarlos que no es poso) para tratar de ser mejores está más que bien y es más que recomendable.

Juan XXIII y Juan Pablo II pronto tendrán sus propios días de celebración como santos. Por eso a ellos les pedimos (a ambos) que intercedan por estos hermanos en la fe que aún caminamos hacia el definitivo Reino de Dios. Ellos ya gozan de las praderas del mismo y, seguro, estarán encantados de hacer lo que puedan ante Dios Nuestro Señor.

Nosotros, por otra parte, seguiremos admirando (y no sólo eso) lo que hicieron con sus vidas, vidas de fe y de esperanza. Además, trataremos (es promesa solemne) de que sus vidas sean conocidas (más, si eso es posible) entre aquellos creyentes que no tienen por importantes las vidas de tales personas y tales Santos Padres pues no comprenden, en el fondo de su corazón, lo que significaron sus existencias.

Y pedimos a Dios que siga suscitando, entre sus hijos, a los que nos sirvan de ejemplo. Seguros estamos que lo hará pues su voluntad es extender la santificación entre sus criaturas para glorificación Suya.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net