Fe y Obras

Rosario Santo

 

 

08.10.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Cada mes de octubre nos trae a la memoria, por si acaso lo hubiéramos olvidado (que de todo habrá), una oración muy especial que tiene como causa el recuerdo de muchos pasajes de la vida de Jesucristo y de su Madre María.

El Santo Rosario es un remedio espiritual, instrumento divino, muy bueno para, por ejemplo, evitar la tibieza en la que nos hayamos podido instalar por conveniencias particulares. Por eso en el mes de octubre cobra un valor aún más importante del que ya tiene.

En “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario” dice, San Luis María Grignion de Montfort que los beneficios del Santo Rosario son, a saber, que:

1- Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.

2- Purifica nuestras almas del pecado.

3- Nos permite vencer a todos nuestros enemigos.

4- Nos facilita la práctica de las virtudes.

5- Nos abrasa en amor de Jesucristo.

6- Nos enriquece con gracias y meritos.

7- Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres, y finalmente, nos consigue de Dios toda clase de gracias.

Por su parte, en sus apariciones en Fátima, al respecto del rezo del Santo Rosario, hizo ver la Madre de Dios lo siguiente:

Primera Aparición - 13 de mayo de 1917:

Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra.

Segunda Aparición - 13 de junio de 1917:

Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene y que recéis el Rosario todos los días.

Tercera Aparición - 13 de julio de 1917:

Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que continuéis rezando el Rosario todos los días a Nuestra Señora del Rosario para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede obtenerlo.

Cuarta Aparición - 15 de agosto de 1917:

Quiero que continuéis yendo a Cova da Iria en los días 13 y que continuéis rezando el Rosario todos los días.

Quinta Aparición - 13 de septiembre de 1917:

Continuad rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra.

Sexta Aparición - 13 de octubre de 1917:

Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, que soy la Señora del Rosario, que continúen siempre rezando el Rosario todos los días.

Vemos, pues, que la Santísima Virgen María mostraba un gran interés por hacernos ver que el Santo Rosario es muy importante para la vida de un hijo de Dios y, así, de un hijo suyo.

Y, por su parte, San Pío de Pietrelcina, nos dice (en su Testamento Espiritual): “Este es mi testamento y mi herencia: ‘Amad a la Virgen y hacedla amar. Rezad siempre el Rosario’” porque entendió, a lo largo de su gozosa y sufriente vida, que acercarse de tal manera a Jesús y a María sólo podía tener buenas consecuencias espirituales.

También San Josemaría, en el prólogo de su “Santo Rosario” nos dice que “Como en otros días —¡Lepanto!—, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer a los enemigos de la Santa Iglesia Romana y de la Patria”.

Y es que, en realidad, saber que María está en cada oración que le dedicamos y que Jesús está en cada momento del rezo del Santo Rosario, deberían ser razones más que suficientes como para que nunca se nos cayese de las manos pero, sobre todo, del corazón.

Nosotros, desde aquí, pedimos sea ofrecido el rezo del Santo Rosario por las intenciones que cada cual tengamos a bien ofrecer. Por ejemplo, por las Benditas Almas del Purgatorio (o Purificatorio) o, cómo no, por los padres sinodales que están, ahora mismo, debatiendo sobre la Familia, así, con mayúsculas. Y lo están haciendo, precisamente, en este mes de octubre.

Ofrezcamos, pues, el Santo Rosario, por santas intenciones, seguros de que Dios escuchará esta práctica de piedad popular.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net