Fe y Obras

Luces de Adviento

 

 

14.12.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Para un fiel católico, el tiempo de Adviento en el que nos encontramos no es un tiempo cualquiera. Y es que sabemos que esperamos a Quien Dios envío, en su día, para que nosotros, sus hijos amados, pudiésemos alcanzar el Cielo. Y sabemos, también, que la esperanza que supone eso, tal espera y tal fin, nos viene la mar de bien para colmar un ansia tan inmensa como es la que supone la vida eterna, alcanzarla, llegar a ella.

Pero este tiempo también es uno que lo es de luces. Es decir, hay sobre lo que sustentar una vida y una existencia que, demasiadas veces, es muy material y está alejada de lo espiritual y del Espíritu de Dios.

Es un tiempo, decimos, de luces:

-Como luz es Quien va a nacer. Y lo es porque es, fue y será, la Verdad, el Camino y la Vida. Y eso supone una gran iluminación que nos saca de nuestras tinieblas.

-Como luz es aquella joven de nombre María que supo y quiso decir sí al recado que el Ángel Gabriel le daba de parte de Dios. Y es luz porque su corazón ilumina el nuestro con una tal acción y con su posterior proceder.

-Como es luz aquel hombre que supo aceptar, José, el embarazo de su desposada María. Y es luz porque nos sirve de ejemplo, ilumina así nuestra vida, y nos conduce mejor por el camino recto que lleva al definitivo Reino de Dios.

-Como son luz aquellos profetas que hicieron ver a la humanidad creyente de su tiempo que Dios cumpliría su promesa y enviaría al Mesías para que el mundo se salvase. Y es luz porque aquellas palabras justifican lo que pasará.

-Como son luz aquellos hombres que, llegados de lejanas tierras, acudieron a Belén para postrarse ante el Niño-Dios. Y son luz porque muestran que podemos aceptar, en nuestra vida, la existencia diminuta del recién nacido y hacerlo nuestro.

-Como son luz aquellos pastores que, en su pobreza y sencillez, supieron escuchar la voz del Ángel y acudieron a Belén en busca del Niño que se les había anunciado. Y son luz porque fueron fieles en la escucha y no dudaron lo más mínimo.

-Como es luz todo aquel que, viendo lo que estaba pasando, se postró ante un Niño que parecía ser tan especial que todos los presentes le adoraban. Y es luz porque es demostración de qué debemos hacer con Dios, con aquel recién nacido que, siendo el Creador hecho hombre, supo ser, en todo momento, lo que debía ser.

-Como es luz…

En fin, es fácil ver que tenemos muchas luces con las que alumbrar nuestro paso. Por tanto, no podemos argumentar que no sabemos por dónde caminamos ni cuál es nuestro destino, que estamos confundidos y que, por decirlo así, no hayamos en quién fijar nuestra mirada. Estamos, en tal sentido, cegados por la negrura de una tiniebla.

Sin embargo, nosotros, los creyentes católicos, sabemos a la perfección que la Luz a la que debemos acudir siempre es la de Dios y que está más que bien representada en esto que, apenas, hemos traído aquí. Y es que nosotros, los fieles hijos de Dios que militamos en el seno de la Esposa de Cristo, llamada también Iglesia católica, la única que es verdadera, nos miramos en aquel Niño que pronto nacerá, que entonces nació, y confirmamos, total y absolutamente, que las promesas de Dios se cumplieron y cumplen día a día y que, por eso mismo, a nada tememos sino a nuestras dudas y a las asechanzas del Maligno.

Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado… Pues eso, en Él, nuestro Buen Pastor, en Él tenemos la luz suprema.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net