Fe y Obras

 

Oremos por las Benditas Almas

 

 

 

13.11.2020 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

A lo mejor hay quien piensa que el que esto escribe es demasiado insistente con el tema de las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio. Y es que llevamos varias semanas refiriéndonos a ellas. Sin embargo, teniendo en cuenta que este mes de noviembre es el que dedica la Esposa de Cristo a su especial recuerdo, nada de lo que hagamos será demasiado ni podemos dejar de hacerlo.

El caso es que sí, que es necesario orar por las Almas que se encuentran en el estadio espiritual intermedio entre formar parte de la Iglesia militante (nosotros, en el mundo) y la que constituye la Iglesia triunfante porque se encuentra en el Cielo. Ellas son la Iglesia Purgante y, para nosotros, también, Purificante pues con la purga de las manchas que puedan allí llevar se produce la purificación de su propio ser espiritual.

Pues bien, decimos que hay que orar por ellas.

No son pocas las formas de hacerlo. Primero y principal, simplemente, pidiendo a Dios por aquellas Almas que allí se encuentran (nosotros creemos que es un lugar además de un estado) Esto es lo más sencillo; luego, ofreciendo aquello que consideremos que nos pasa y que el Todopoderoso puede aceptar como ofrenda particular en beneficio de las Benditas Almas...

No podemos decir que sea difícil la cosa sino, al contrario, sencilla y bien sencilla es.

Digamos, por ejemplo, esto, para empezar:

 

Es bueno pedir por vosotras,
Almas que purgáis,
que con el fuego padecéis,
que ansías purificaros
y a Dios esperáis.

Es bueno pedir orando,
rezando a Dios Padre,
que os libere y os llame
al limpiar vuestro vestido,
y blancas podáis aparecer
ante Su Ser y destino.

Es bueno saber, primero,
que pedís por los que oran
y piden a Dios del Cielo
su intervención sanadora,
que acuda en vuestro auxilio
si limpias estáis ahora.

Almas Benditas,
purgar la suciedad
que llevasteis desde el mundo,
limpiar con ese fuego
que ha puesto el Creador
y cerca, seguro, creyéndolo

Almas Purgantes
que no quede ni un ápice
de negrura, nada de suciedad,
nada de amargura
pues habréis purificado
el ser que os quedaba,
libres ya de ataduras,
subid al Cielo a gozar
de toda Bienaventura.

Amén.

 

De todas formas no es nada difícil hacerse con oraciones que vayan más allá de la simple voluntad de cada cual en decir esto o lo otro (con ser, esto, más que importante) por si hay quien pueda argumentar eso de que “no me sale pedir así...”

El caso es que de lo que se trata es de orar por las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio para que den cuenta (que se dan…) de que no las olvidamos y, a su vez, ellas pidan a Dios por nosotros porque eso también pasa, por si alguien no lo sabe. Y, sin duda, en su caso, se encuentran más cerca del Cielo… más o menos, a una puerta de la Bienaventuranza y la Visión Beatífica.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net