Fe y Obras

 

Almas del Purgatorio-Purificatorio: el gozo y la sombra

 

 

 

19.11.2020 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Muchas veces se ha dicho que cuando oramos, rezamos, pedimos u ofrecemos por las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio estamos haciéndonos un bien y que, aunque no podamos entender qué quiere decir eso, lo bien cierto es que sí, que nos hacemos un bien que nunca deberíamos despreciar porque es más que importante.

A este respecto, nosotros tenemos la creencia, por fe, de que las Benditas Almas escuchan nuestras oraciones o que, al menos, Quien corresponda las beneficia a partir de las mismas si están hechas con amor verdadero y con fe profunda.

No podemos negar que este tema debe ser uno de los más misteriosos de los que contiene nuestra fe católica. Y es que, además de no saber dónde está el Purgatorio (de todas formas, la Beata Ana Catalina Emmerick nos dice algo en sus visiones que deberíamos tener más que en cuenta por no ser nada inventado y haber sido reconocidas por la Iglesia católica) lo bien cierto es que creemos que existe y, es cierto, poco debe importarnos dónde se encuentra sino la certeza de que está.

Nosotros deberíamos gozar con cada acto espiritual que hacemos en favor de las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio. Y deberíamos gozar porque, es cierto que no sabemos cómo se produce eso, pero podemos imaginar lo que pueden sentir Ellas cuando aprecian las oraciones, rezos u ofrecimientos que salen de nuestro corazón y salen con intención clara de beneficiarlas en lo que Dios quiera.

Deberíamos gozar, por tanto, porque podemos estar ayudando a acortar el tiempo (aunque, en realidad, allí no se debe tener en cuenta tal concepto, lo decimos para que se nos entienda…) que un Alma está en aquel estadio intermedio. Y más aún cuando pedimos por una de Ellas de la que nadie se acuerda y que, aún sin saber a quien nos estamos refiriendo, es cierto y verdad que allí las hay de tal jaez (la Beata citada arriba también habla de tales Almas y mueve a compasión lo que nos dice). Y, entonces, dejamos a Dios que aplique nuestro acto espiritual en su favor por quien tenga conveniente que, por cierto, ha de ser lo que siempre ocurra. Pero, por nuestra parte: confianza, fe y perseverancia es lo que debe prevalecer.

Deberíamos gozar, también, con tan sólo darnos cuenta del bien que hace aquello que practicamos en favor de tales Almas y que eso lo creemos por fe católica y porque sólo puede ser así (por eso dijo Jesucristo que el pecado contra el Espíritu Santo no se perdonaba ni este mundo “ni en el otro”, con lo cual dejó claro que había otro donde sí se perdona, vía limpieza del alma, los pecados aquí cometidos y no convenientemente limpios antes de morir y sólo puede ser el Purgatorio-Purificatorio) y nosotros lo sabemos y hacemos, por tanto, lo que debemos hacer...

Y está por otro la sombra.

Está la sombra de no tener en cuenta a las Almas que están purificándose para presentarse ante Dios blancas como la nieve.

También está la sombra en nuestro corazón de mirar para otro lado cuando se nos habla de este tema tan crucial para Ellas.

La sombra también está si hacemos caso omiso a este dogma de fe católica.

La sombra, por supuesto, aparece, cuando escondemos debajo de cualquier celemín está luz que alumbra nuestro posible futuro espiritual y el presente de las miles o millones de Almas que están siendo pasadas a fuego purificador.

La sombra, ya para terminar, está cuando no se habla lo suficientemente de un estrato, por decirlo así, espiritual, que está entre el mundo y el Cielo y se niega, así, la posibilidad de no caer en los pecados que, luego, no son convenientemente limpiados.

Y, ya, para terminar, les tengo que decir que no sabía cómo encarar el artículo de hoy pero, gracias a Dios, hay temas que salen solos por su importancia espiritual y el gozo del corazón.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net