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La ideología de género y su implantación

 

Francisco Rodríguez Barragán | 10.10.2016


Aunque nunca están de acuerdo en nada, es extraño que coincidan unos partidos y sus contrarios en establecer leyes sobre identidad de género. Al parecer todos los españoles estaban clamando por resolver los problemas del colectivo LGBTI, es decir de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, siguiendo el impulso de la ONU, sus agencias y organismos, (que bien poco hacen por garantizar la paz y los derechos humanos en el mundo).

En nuestro país, no sé si como aportación del estado de bienestar, está muy avanzada la introducción como norma social de que todo comportamiento sexual debe ser aceptado sin crítica ni discusión y para garantizarlo se ordena que los niños sean educados e informados desde el jardín de infancia en la ideología de género, incluso facilitando el cambio de sexo de nuestros hijos si muestran cualquier rasgo diferencial, ser niño en vez de niña o al contrario.

Unos defienden que la homosexualidad está determinada desde el nacimiento. Se nace homosexual, como se nace hombre o mujer, es como si se hubiera descubierto la existencia de un tercer sexo. La función complementaria de hombre y mujer ha estado siempre clara, pero ¿un tercer sexo? Claro que, una vez puestos, hay que aceptar que también se nace bisexual o cualquier otra cosa y se prescribe como digna de protección la orientación sexual, eufemismo en el cabe todo lo imaginable.

Otros defienden que no es el nacimiento sino la libertad absoluta de la persona la que puede redefinir su género más allá de toda imposición biológica o cultural. La asignación de roles diferenciados por el sexo no hay duda de que produjo innegables injusticias, en las que las mujeres llevaron la peor parte, quedando excluidas de tareas y funciones que están demostrado ser capaces de realizar tan bien como los hombres, aunque algunas extremistas radicales han querido ir más allá de lo razonable, al reclamar explícitamente el ejercicio de la sexualidad  y el rechazo la maternidad. Curiosamente están apareciendo homosexuales que, ante la imposibilidad de ser madres, están dispuestos al extraño papel de buscar vientres de alquiler para conseguir un hijo.

Podemos observar que simultáneamente al avance de la ideología de género, sean cuales sean sus presupuestos, se está produciendo un envejecimiento galopante de la población en los países de occidente, a causa de los millones de abortos que impiden la renovación  demográfica.

Mientras que los ecologistas trabajan con denuedo por preservar la biodiversidad del planeta, la biología humana por el contrario se degrada cada vez más. Con eufemismos engañosos como lo de defender la salud sexual y reproductiva de la mujer o respetar todas las orientaciones sexuales, nos estamos cargando el matrimonio y la familia, que han sido las piezas fundamentales de la sociedad. Todo esto no ocurre porque sí sino que está siendo promovido desde las más altas instancias internacionales y europeas. (Desde la UE se acosa a Polonia por no tener el aborto libre, desde la ONU se acosa a los países pobres condicionando las ayudas económicas al establecimiento de planes de aborto y esterilización, etc.)

Aquí no sé si por ser más “progres” que nadie o por eliminar de la vida pública a los católicos que defienden el matrimonio, la familia y la vida desde la concepción, todos los partidos pergeñan en cada autonomía su ley de género y sus planes educativos.

 

Francisco Rodríguez Barragán