Oído Cocina

 

DE CALLES ESTRECHAS Y CONDUCTORES MERLUZOS

 

 

Miguel del Río | 02.09.2018


 

 

Podrá gustar más o podrá gustar menos, pero es una evidencia la decidida apuesta de nuestras ciudades y pueblos por dar prioridad a los peatones frente a los coches y demás vehículos motorizados. Lo que al final tendremos que hacer con los coches, no lo descifraría ni el mismísimo mago Merlín de vivir en esta época tan cambiante.

En la nueva fisonomía urbanística brotan las grandes aceras, las escaleras mecánicas, la eliminación de barreras arquitectónicas y, en especial, los carriles bici. Demasiados usos para tan poco espacio, un pequeño gran detalle que hace que tengas que extremar los cuidados hasta que muchos conductores asuman todos estos cambios. Doy un ejemplo: si hay algo que no se puede hacer en las estrechas calles surgidas de este concepto de urbanismo es sobrepasar los nuevos límites de velocidad. Muchos conductores, demasiados para mi gusto, no se dan por enterados. Su manera de circular e intimidar al coche que llevan delante resulta una escena habitual.

Llevas a estos merluzos del volante pegados al culo, te adelantan sin poder hacerlo, para luego no conseguir avanzar nada, porque la ciudad no es un circuito solo para ellos. Por cierto, escribiré algún artículo concreto sobre puntos de la ciudad de Santander donde, en las noches de los viernes y sábados, se toman en plan rally determinadas curvas de calles muy concretas, para irritación y temor de los vecinos que ya están más que hartos de estos descerebrados al volante. No hace mucho tuve ocasión de presenciar las graves consecuencias de uno de estos bólidos de la noche, empotrado sobre otros vehículos a los que causó graves daños. Desgraciadamente hay que valorar estos puntos como negros para vehículos y viandantes, pero sobre todo para las personas que ven su sueño interrumpido por el chirriar de las ruedas al tomar una cerrada curva. Estoy seguro de que no serán pocos los ciudadanos que se sentirán identificados con esta denuncia, aunque no basta con exponerla. Lo que hay que hacer es erradicar cuanto antes estas peligrosas prácticas, que nada bueno pueden acarrear cuando se combina tener dos dedos de frente, con estrechez de vías, y con exceso de velocidad y demás imprudencias.

 

Miguel del Río