Oído Cocina

 

Arremetidas machistas en Twitter

 

 

Miguel del Río | 05.03.2019


 

 

No nos podemos acostumbrar a que se digan burradas de mujeres dedicadas a la política, al igual que las redes sociales no pueden permitir que los insultadores habituales utilicen sus plataformas para difamarlas. TV3, con razón, ha apartado a un colaborador por ofender gravísimamente a una política catalana. Las redes, como Twitter, deberían tomar ejemplo.

Como quiera que cada uno y cada una es dueño y dueña de sus pensamientos, actos, conversaciones, apreciaciones y, por supuesto,  ideología, no hay manual ni recomendación posible sobre lo que no es pertinente escribir en cualquier red social. Quien no está educado en el respeto por los demás (yo diría que el valor humano esencial), tiene en sus manos la posibilidad de decir lo que quiera, de quien quiera y cuando quiera, en alguna de las 106 redes sociales reconocidas, según la última lista puesta al día, que empieza por la red Instagram y termina en otra que se llama Redalyc.

La mala educación se extiende a todos los terrenos de la vida, pero no exagero si digo que últimamente es la política y, concretamente, las políticas, las que se llevan la peor parte de los disparates diarios que circulan por las redes. El último ha afectado a una política catalana (Inés Arrimadas) y a un actor, Tony Albà, asiduo de TV3. Con motivo de un viaje relámpago de la primera a Waterloo, donde acampa permanentemente el escurridizo Puigdemont, el segundo la deseo en Twitter esto: “Buen viaje a Waterloo (Vigila no pases de largo y vayas a parar a Amsterdam… allí estarías como en casa y además tendrías todos tus derechos laborales respetados”. No hace falta ser un lince para entender lo que es una clara referencia al ejercicio de la prostitución en Holanda. A lo que se ve, una cosa es hablar del autocontrol en el ejercicio profesional de muchas actividades vinculadas directamente con el público, y otra muy distinta saberlo poner siempre en práctica. Y es que este país atraviesa por un momento que yo denomino como rabioso, porque es precisamente la rabia la que pone en la boca y la pluma de muchas personas los desatinos fuera de lugar pronunciados al hilo de una actualidad que, como se ve, les supera.  Lo mismo le pasó a Piqué al término del partido de Copa del Rey entre el Madrid y el Barçá, recomendándonos a los periodistas que prestemos más atención al Juicio del Procés, que a las malas interpretaciones que pueda hacer el VAR sobre un gol concedido o anulado. También es verdad que los excesos son muchas veces producto de la vanidad y querer tener un permanente protagonismo, lo que motiva en ocasiones que muchas figuras públicas no sepan lo que dicen.

Hoy, ahora, hay división sobre si resulta exagerado el debate sobre la igualdad, el machismo y sus consecuencias más terribles, con la violencia sexista a la cabeza. Mientras hay partidos que llevan años intentando ponerse de acuerdo sobre las reformas legales pertinentes que España necesita al respecto, hay otras formaciones nuevas que lo cuestionan y lo llevan en su programa electoral. Me da la sensación de que se ha perdido un tiempo muy valioso tiempo atrás, porque el ahora no pinta bien respecto a lo que puedan ser retrocesos en derechos y, de ahí, de igualdad. Los grandes dirigentes deberían ser los primeros en asumir la gran pluralidad de sus naciones, y no caer en el error de hacer extravagantes afirmaciones en asuntos tan delicados como el sexismo, el racismo, la migración, los muros o los nacionalismos. España también tiene su propia lista de metepatas habituales. No se les puede dar bola, ni mucho menos buscar excusas a sus impresentables declaraciones. Desde luego, sobre las mujeres, sus ideas, su labor, su trabajo, su dedicación al campo que sea…, no se puede pasar ni una. Que una televisión pública como TV3, tan cuestionada por dar voz solo a una parte de Cataluña, aparte a un colaborador por llamar poco menos que prostituta a una política, es la consecuencia lógica de insultar tan gravemente a una ciudadana que merece todo el respeto a su persona. Los medios son los primeros que deben dar ejemplo a este respecto, ya que las redes sociales no lo hacen, ni tampoco tienen intención de cambiar. No es la primera vez que ocurre ni será la última. Facebook, Twitter, Instagram y demás pueden mejorar aún mucho. Creerse autopistas de la comunicación mientras se degrada todo aquello que no cae bien a alguien, es un mal uso de la información y, sobre todo, de la libertad de expresión. Por eso, aunque sus propietarios lo pretendan, las redes no son medios de comunicación. Les separan muchas cosas, pero voy a terminar con la principal: el insulto es el arma del ignorante, para defender su incapacidad de dialogar (sacado de la red social Pinterest).

 

Miguel del Río