La Selectividad en el camino de los sueños

 

 

Miguel del Río | 09.06.2019


 

 

Para qué castigarse: la Selectividad, ahora EBAU, es un trago que hay que pasar si quieres estudiar una carrera. Esta cita anual de comprobar el saber acumulado por los estudiantes es pasto de críticas, principalmente por ser diferente según autonomía. Importa más en cambio que los aspirantes sientan que su esfuerzo tendrá recompensa futura, porque consigan un puesto de trabajo que les facilite ganarse la vida.

 

El antes y el después de la Selectividad, ahora EBAU, verdaderamente se aprecia, trabajando en lo que has estudiado y teniendo unas condiciones laborales dignas, que ahora no existen para los jóvenes. Cada año se convierte en una gran cita educativa, pero por motivos diferentes. Lo principal es lo que está en juego para los estudiantes, que han decidido cursar estudios superiores y el corte de nota que les exigen para determinadas carreras. La mente del aspirante antes del día y la hora H se debate en un mar de nervios, ansiedades, junto a constantes subidas y bajadas de moral y optimismo. Creer más en uno mismo, confiar en tus posibilidades, lo puedes encontrar ya dentro de la carrera, pero, desde luego, en el bachillerato y luego la Selectividad, no.

La EBAU es cada año como una diana contra la que lanzar dardos porque en cada comunidad autónoma se hace de una manera, los contenidos de los exámenes son diferentes y, también, las exigencias. Puedes leer que han quedado muy contentos los alumnos de Canarias por lo que les ha caído en la Selectividad, y que los de Valencia están muy disgustados con la prueba de matemáticas, pensándose incluso crear grupo propio de afectados ante semejante afrenta. Una vez la pasas, y apruebas, no te vuelves a acordar de ella en la puñetera vida. Es algo que mantengo por experiencia propia y porque también he preguntado a otros que la superaron, pero que jamás han vuelto a tener la más mínima conversación sobre la materia.

 

“Confiar en tus posibilidades, lo puedes encontrar ya dentro de la carrera,  pero en el bachillerato y luego la Selectividad, no”

 

No cuestiono la existencia de una Selectividad, que es como la voy a seguir llamando, porque en esto estriba el problema esencial de la educación en España. Lo voy a resumir de la siguiente manera. Cada poco tiempo cambian las cosas, y casi siempre es para ir a peor. Es el embolado nacional por excelencia. Llega un nuevo Gobierno y cambia todo lo del anterior, aunque hubiera cosas o aspectos que funcionaban o rendían bien. ¿Que por qué se hace? Pues supongo que por un protagonismo mal planteado, ya que se piensa más en lo individual que en lo general, y así nos va, al menos en lo que a educación se refiere. No hace falta ser un lince para llegar a semejante conclusión, ya que son los propios profesores de la educación española, precisamente a quienes más se debiera escuchar, los que se han quedado afónicos de tanto repetir que hay que salvaguardar y unificar las excelencias de nuestro sistema educativo, y dejar de lado el partidismo que ha provocado que seamos uno de los países europeos que más leyes educativas ha aprobado en el tiempo que llevamos dentro de la Unión Europea.

Hablando de la UE. Soy totalmente pesimista con su mantenimiento en el futuro, no ya por el Brexit, los populismos y los nacionalismos. Lo que más me preocupa, lo que más echo en falta, es una educación común en los 28 países actuales. En Italia es así, en Eslovenia asao, en Dinamarca tiene nombre alegre: Folkeskole, y no digamos lo de Inglaterra y sus tradiciones escolares, protagonistas de tantísimas películas. Europa no se encuentra ni se encontrará mientras no tenga una Constitución y educación comunes. Actualmente, es muy difícil coger ya este camino, porque manda la economía y todo lo consustancial a ella, como la perversa balanza entre invertir o recortar más.

No es que me haya desviado con la educación en Europa a la hora de hablar de la Selectividad. Es que esta última tiene muy poca o nula credibilidad con lo que le espera después a los alumnos en las diferentes carreras, y no digamos a la hora de emplearte en lo que has venido estudiando durante cuatro años, más el master posterior. Habría que exigir seriedad en todos los procesos. A alguien que se le exige una EBAU, tras un bachillerato duro, y con lo que cuesta estudiar en este país, se le debieran de otorgar  garantías respecto a lo que va a encontrar el día de mañana en materia laboral. Desde que te hagan becario para trabajar en un puesto de responsabilidad no remunerado, conocer la precariedad laboral de que te contraten solo por horas, hasta llegar a lo que te van a pagar que, para no tener que profundizar, lo zanjo con señalar que no te da ni para respirar. De mis palabras se puede deducir la sensación de que defraudamos a nuestros estudiantes. Afirmativo.

 

“Los profesores se han quedado afónicos de repetir que hay que salvaguardar y unificar las excelencias de nuestro sistema educativo”

 

 

Miguel del Río