Ni lo del progreso de la vacuna anti Covid se cuenta bien

 

 

Miguel del Río | 13.09.2020


 

 

 

 

 

Las noticias falsas vienen siendo muy protagonistas en esta pandemia. Pero ya es pasarse de rosca que también lo sean con respecto al descubrimiento de una vacuna eficaz contra la Covid. ¿Habrá antídoto?, ¿si, no?, ¿cuándo?, ¿quiénes la recibirán primero? Aumenta la incredulidad frente a una crisis sanitaria de la que se ha desinformado desde el minuto uno. Siendo grave, tiene delito que se haga lo mismo con el progreso de las investigaciones sobre la vacuna.

 

El seguimiento de una noticia relevante, no digamos vital como conseguir una vacuna que nos salve del coronavirus, exige en todo momento una información veraz, algo que no se está haciendo ni por asomo, con respecto a las investigaciones y plazos para tener pronto la mejor cura frente al bicho Covid-19. Los medios informan un día que tal o cual país ya tiene el antídoto, y al día siguiente ha desaparecido por completo más concreción del hecho. Conclusión: ciudadanos de todo el mundo ya no saben qué pensar ni en qué creer.

Aquí mismo, en España, se avanza que a final de año habrá vacuna, y lo siguiente es el jarro de agua fría que supone leer que los investigadores más adelantados suspenden las pruebas, ya que los resultados con sus pacientes no han dan los resultados previstos. Cuando escribo este artículo, coincide que la Universidad de Oxford reanuda sus ensayos clínicos experimentales. Total, que no sabemos en el noveno mes del año 2020, año del Covid-19, como va a terminar todo esto, ni tampoco el contexto en que nos moveremos de 2021 en adelante.

Vengo reiterando que esta pandemia hubiera exigido, desde su mismo inicio, una coordinación completa entre todos los países, de cara también a que los grandes, que lo están pasando muy mal, echaran al tiempo un cable a los países menos desarrollados, que lo están pasando peor. En cambio, hay naciones que están amasando un gigantesco capital económico, derivado de la fabricación de mascarillas y resto de materiales necesarios para la prevención del virus, caso de China, y eso que fue precisamente allí donde empezaron todos los males que padecemos. Hoy por hoy, ¡creer en casualidades!, lo justo.

 

“Hay naciones que están amasando un gigantesco capital derivado de la fabricación de mascarillas, caso de China, donde empezaron los males”

 

Pasará el virus (o no), pero quedará como daño permanente una mayor división del mundo, y el desgaste con final imprevisible de organismos internacionales que han sido santo y seña mundial desde mitad del siglo XX. Pienso en Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud. Su actuación ahora, con lo que está cayendo, deja mucho que desear. No funcionan lo bien que se esperaba, porque una cosa es venderse bonito de puertas para afuera, y otra muy distinta ser realmente eficaces. Demasiadas cuestiones de la OMS con respecto a la pandemia, no tienen un pase. Un día dicen una cosa, al siguiente otra, y lo mismo ocurre con la vacuna. De aquí, el creciente pesimismo de la población sobre el hecho de un anuncio concreto. Las dudas son también profundas respecto a quiénes y cuándo, hipotéticamente hablando, recibirán el antídoto.

Pedir que una pandemia mundial no deba tener tanta desinformación es de justicia. Desde el principio del problema, se ha sumado al mismo la deficiente información sobre su origen, propagación, cura y vacuna necesaria. Poderosos como Estados Unidos, Rusia, Inglaterra o China se han metido en una carrera multimillonaria por ver quién la descubre y produce primero. Y digo yo: ¿no sería mejor aunar esfuerzos, juntar a sus equipos y trabajar juntos? El coronavirus ha creado una crisis económica y social sin precedentes, pero resulta que no se deja de despilfarrar dinero y recursos, que servirían para ayudar a los ciudadanos más desprotegidos, como por ejemplo en la compra de mascarillas y gel desinfectante. A la débil economía familiar, se suma hoy un gasto mensual inesperado en productos anti Covid, pero no nos paramos en las necesidades al respecto que tienen de pensionistas, parados, y trabajadores de muchos sectores que, con lo poco que ganan, tienen encima que costearse estos protectores.

Elucubrar sobre lo que pasará cuando haya vacuna me parece atrevido sin que aún exista. Aunque lo que sí habría que hacer es facilitar mejor información a los incrédulos ciudadanos sobre los avances (reales y verdaderos) que se dan para lograr una pronta cura. Más que nunca, los seres humanos necesitamos creer, tener fortaleza y pensar que superaremos este gran bache. El mensaje serio, claro y directo en este sentido no abunda. Seguimos empecinados en enredarnos, en confundir, y en adelantar avances que más tarde resultan una farsa. Nadie debería actuar así en momentos tan terribles. La transparencia se ha convertido de nuevo en un lujo al alcance de muy pocos. Es solo alguna de las cosas que hemos perdido o llevamos camino de perder con la Covid. Ni siquiera la vacuna por llegar servirá para que nos demos cuenta de que solo la investigación periodística sobre los desmanes humanos, nos pueden salvaguardar de nosotros mismos y del peligro que suponemos.

 

“No se deja de despilfarrar recursos, que servirían para ayudar a los ciudadanos más desprotegidos en la compra de mascarillas”

 

 

Miguel del Río