El virus que hace desear un medio rural acostumbrado al vacío

 

 

Miguel del Río | 21.03.2021


 

 

 

 

 

Europa tiene en estudio cómo recuperar nuestros pueblos y acabar con su despoblación. Pero resulta que el Coronavirus está propiciando una salida de la gran ciudad hacia el mundo rural. Es pronto para concluir que regresa el gusto por vivir de manera sana en el campo. De momento, vamos a valorarlo tan solo como un punto de inflexión a lo que viene siendo el tradicional olvido y abandono de las localidades mayormente agrícolas y ganaderas, que nos dan de comer.

 

Hay regiones españolas que señalan al Coronavirus como el causante del repentino interés por abandonar las ciudades, para instalarse en el que conocemos, tan de lejos, como el mundo rural. No descubrimos nada si recordamos que el virus se ceba especialmente en las urbes y ataca menos en los pueblos, donde sabido es que las costumbres son otras, se vive, se respira y se come mejor, aunque poquitos eligen los duros trabajos del campo, y optan únicamente por ser consumidores de sus muchos y variados productos gastronómicos de calidad. Una gran verdad es que el campo nos pone los alimentos en la boca, y el pago a cambio es el desinterés, a todos los niveles, hacia los problemas que tienen nuestros pueblos y sus habitantes.

Si bien es cierto que del olvido de años se ha pasado, al menos, a hablar del problema de la despoblación rural, no lo es menos que España ha puesto ya encima de la mesa este frente, aunque básicamente para dar palos de ciego. Al tiempo, no deja de ser triste que el Covid haga preguntar por las viviendas en venta que puede haber en diversos pueblos, cercanos mayormente a las ciudades, aunque el hecho hay que situarlo en la búsqueda actual de una mayor seguridad sanitaria, ya que ir más allá en las conclusiones daría seguramente, como resultado, que exageramos.

Sin menosprecio alguno, poco resuelve a los pueblos que su padrón crezca fruto de nuevos habitantes ya jubilados o que teletrabajan, si siguen inmersos en su déficit tradicional, que no es otro que una falta casi absoluta de inversiones de todo tipo, dentro del territorio que ocupan las localidades incluidas en el mapa rural español. Las ciudades concentran todo el interés por parte de los poderes políticos y económicos, mientras a los pueblos se les adjudica el valor de la estancia en fin de semana para comer u hospedarse en alguno de sus atractivos rincones turísticos. Es absolutamente extraño, por no decir imposible, que una comarca netamente rural concentre el interés de proyectos industriales, logísticos, tecnológicos o culturales, por citar solo cuatro casos de otros tantos que se podrían dar.

 

“Es absolutamente extraño, por no decir imposible, que una comarca rural concentre proyectos industriales, tecnológicos o culturales”

 

Europa, en concreto la UE, con las amplias posibilidades que tiene, debería ser la primera gran organización en dar ejemplo de que los pueblos son mucho más que los cultivos, la ganadería y las casas rurales. Y ha de promoverlo con la igualdad de oportunidades a la hora de propiciar proyectos que supongan de verdad un regreso de habitantes o la instalación de nuevos, gracias a que hay trabajo. La falta de empleos ha sido en muchísimos casos el causante principal a la hora de dejar los pueblos para instalarse en las ciudades. De esta forma, poblaciones enteras se quedaban sin jóvenes, y esta situación ha ido marcando el devenir de países como España, aunque son pocas las naciones europeas que se libran de esta mala tendencia.

Antes del Covid, la UE ya se marcaba como reto abordar la despoblación rural, pero lo que va a pasar a partir de ahora es una gran incógnita. A día de hoy, Europa quiere responder con dos proyectos: la Red Europea de Desarrollo Rural y la campaña “Mi pueblo. Mi futuro”. Esto último va de “conocer las ideas y preocupaciones de los habitantes de cada localidad, y poder desarrollar así soluciones eficaces que resuelvan sus problemas”. En 64 años de historia de la Unión, ¿no sabemos aún cuáles son los problemas de nuestros pueblos? Yo creo que sí. Son la falta de empleo de calidad, dotarles de infraestructuras modernas, pensar también en ellos cuando hay grandes proyecto nacionales, como nuevas fábricas, invertir dinero en la preservación del medio ambiente y el patrimonio cultural, y dar solución, de una vez por todas, al acceso a Internet. En esto último está claro que muchos países, y no quiero citar a ninguno por tenerlo bien cerca, han fallado estrepitosamente, pero aún estamos a tiempo de ponerle solución. Más que debates, lo que se necesita y anhela dentro del mundo rural son los hechos. Así hay que observar esta tendencia a vivir en lugares libres de Covid, donde muchas personas quieren empezar su nueva vida. Puede que así, la España vacía empiece a serlo un poco menos.

 

“La campaña Mi pueblo. Mi futuro va de conocer preocupaciones de los habitantes de cada localidad. En 64 años de la UE, ¿no sabemos cuáles son?

 

 

Miguel del Río