Una guerra de bloqueos económicos, pero nada frena a Putin

 

 

Miguel del Río | 24.04.2022


 

 

 

 

 

La Guerra de Ucrania acarrea crímenes, éxodo y sufrimiento, además de hipótesis de lo que realmente anhela Putin. El bloqueo económico no va a lograr mucho, porque Rusia y riqueza son lo mismo. Si ellos nos cierran el grifo del petróleo, gas y electricidad, el resto de países del entorno europeo entraríamos en otra guerra, la de la penumbra. Con el predominio aplastante de los gasoductos rusos, el ex espía de la KGB aupado a presidente tiene la sartén por el mango. Es hora de plantear una estrategia diferente con la que acorralar a este zar del siglo XXI.

¿Por qué se ha producido la Guerra de Ucrania?; ¿Cómo es posible hacer algo semejante cuando el mundo está inmerso en una pandemia?; ¿qué papel quiere jugar China apoyando el belicismo?; ¿a qué atiende tanta prevención y flojera con Putin de la Unión Europea?; ¿Rusia parará aquí o continuará su expansión hacia los antiguos países que antaño formaron parte del entorno de la Unión Soviética, tras el reparto que se hizo finalizada la II Guerra Mundial? De ser así, ¿cómo procederán Estados Unidos e Inglaterra?, países que siguen siendo dos de las potencias militares más decisivas del mundo.

Toda guerra, máxime si se produce en suelo europeo, produce a diario una cascada de noticias, fotografías, vídeos y análisis. Eso de que la información es poder quintuplica su importancia, especialmente para que la ciudadanía de uno y otro bloque, al tiempo que perciben seguridad (¡no a la guerra!), aprecien quién va ganando y las debilidades del bando que se repudie. Rusia es mucha Rusia, y aunque los medios occidentales se empeñen en no dejar muy bien a su ejército, material que utilizan, y desaciertos en invasión y ataques, tenemos en frente a una nación demasiado poderosa en tres cuestiones: riqueza natural y energética, dinero y apoyo (China, India o Corea del Norte).

Con toda la actualidad que se produce en suelo ucraniano cada 24 horas, una noticia me ha llamado poderosamente la atención. Esta: “Rusia reinstala una estatua de Lenin que había sido retirada en una de las ciudades ocupadas de Ucrania”. Esa ciudad arrasada por los militares rusos es Henichesk, fronteriza con Crimea, y creo que los dirigentes políticos ucranianos destituidos piensan atinadamente, al traducir lo de la estatua como pretender retroceder en el tiempo, lo que también se anuncia mediante banderas rojas y monumentos característicos de la era soviética (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, que existió de 1922 a 1991).

Por eso Europa, en concreto la UE, aún no está en la auténtica medida de lo que es y supone la Guerra de Ucrania, y es entendible, ya que no se quiere insinuar siquiera la posibilidad de que estalle una Tercera Guerra Mundial. Pero sus sanciones y bloqueos económicos, incluso las duras medidas de embargo del dinero y bienes de los magnates rusos en el exterior, no dan resultados. También tiene la culpa el miedo de los países, desde Alemania a España, a quedarse sin luz y gas para iluminar y calentar sus hogares. Es Rusia la que nos provee de casi todas las energías. Por este concepto ingresa, al día, la friolera de 800 millones de dólares. Solo Alemania adquiere a Rusia el 63,5 % de su gas, mientras otros, como Finlandia o Rumania, el 100 %. Y esto sigue así, y parece que continuará, con guerra y todo.

Por un lado, envías material de guerra a Ucrania, y por otro sigues enriqueciendo al país agresor. No tiene sentido. Frenar en seco a Putin requiere de estrategias diferentes a las que se están siguiendo a día de hoy. Por lo pronto, es necesario un dirigente-interlocutor europeo realmente influyente. El francés Macron, inmerso en elecciones, parece haber querido coger este testigo, aunque sin mucho éxito. Lo de Reino Unido fuera de la UE, en momentos tan delicados como el actual, se nota y mucho. El canciller alemán, Scholz, está aún muy verde, y la sombra de Ángela Merkel sigue presente, por la gran líder europea y mundial que llegó a ser.

Total, que estamos en la tormenta perfecta, entre guerra, pandemia, mala economía, inflación, precio de la luz, la gasolina y el gas, y el abundante dinero que tienen unos países, frente a la gran escasez de otros, caso de España. Putin, ya con Ucrania en su ámbito de influencia territorial y político, quiere más, y espera que se lo ofrezcan, porque toda guerra, no digamos si es interminable tiene un coste altísimo e inasumible. Que se lo digan sino a Rusia, primero, y Estados Unidos, después, con Afganistán. La gran baza de Vladimir es que todo lo que está sucediendo ocurre en suelo europeo, algo que pone de los nervios al resto del mundo. Cómo y cuándo pare esto es la cuestión, al igual que lo que Rusia obtenga a cambio (nuevos tratados), ya que el botín no termina en Ucrania. En medio de una pandemia mundial e inacabable de Covid, hacer lo que ha hecho Putin, demuestra su falta de responsabilidad, escrúpulos y cumplimiento de los acuerdos internacionales bajo lo que representaba Naciones Unidas. El ruso ha terminado también de cargarse a la ONU, porque las naciones siguen existiendo, pero lo de la unidad es ahora lo que menos hay. Se ha puesto de manifiesto nada más aparecer el Coronavirus, con la distribución de las vacunas para los países ricos frente al desamparo de los pobres; y ahora vemos cómo afrontan la mayoría de países la invasión de Ucrania. Lo hacen desde la lejanía. Además de los tres grandes poderes mencionados que ostenta Rusia, también hay que añadir otras bazas, principalmente la distancia con que los ciudadanos (que siguen su vida diaria como si nada), ven lo de las bombas caer sobre ciudades y pueblos arrasados y masacrados de Ucrania. Y encima el ejército invasor restituye estatuas de Lenin. Es para llorar, y no parar.

 

 

Miguel del Río