Agenda 2030 versus guerra, igual al aumento del hambre

 

 

Miguel del Río | 02.08.2022


 

 

 

 

 

Estando el mundo como está, no es poco que aún se hable de Agenda 2030, para el cumplimiento de unos Objetivos del Milenio. Erradicar el hambre, allá donde se dé, principalmente en África, siempre ha estado en la agenda de la humanidad, pero nada. La paz, y con ella la estabilidad y el desarrollo, sin duda favorece más su logro. Pero la guerra, no; la guerra, para nada. Y en esto estamos, hablando al tiempo de agenda para erradicar pobreza, y de rearme general para frenar las ansias expansionistas de Rusia. El panorama no puede ser más desolador, no ya para frenar el hambre, sino para evitar su expansión.

 

Tal y como se están poniendo de mal las cosas, con un mundo pensando más en lo militar que en lo social y solidario, las agendas de desarrollo para los países más pobres, donde se concentra principalmente el hambre en el planeta, no son creíbles. Aunque el Gobierno de España opine todo lo contrario, la FAO acaba de publicar datos demoledores dentro de un estudio denominado The State of Food Security and Nutrition in the World 2022”. De su resumen se extraen pésimas sensaciones respecto a Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Como que en ese año serán casi 670 millones de personas, un 8 por ciento de la población mundial, la que seguirá pasando hambre. Como que en 2021 fueron 828 millones, 46 millones más que en 2020 o 150 millones más con respecto a 2019. Conclusión: Que 1 de cada 10 habitantes dentro de este mundo tan injusto, cada vez más, no come lo suficiente.

Las consecuencias de la Guerra de Ucrania, humanitarias (población civil asesinada y masacrada), energéticas y alimenticias, además de las desequilibrantes políticas internas dentro de los países, caso de la española, son obstáculos, hoy por hoy, insalvables, para invertir la situación de hambre en el mundo, que me atrevo a decir que irá a más que los datos ofrecidos por la FAO. Lo creo así porque la pandemia de Covid sigue en aumento muy preocupante, y los millones de damnificados en todas partes, especialmente en los continentes pobres, no van a hacer otra cosa que incrementar la pobreza, incluso en países que ahora sería difícil de creer.

En una sociedad como la europea que se jacta en exceso con respecto a la igualdad y a la protección de la infancia, en el punto de mira del hambre están los niños y las mujeres. Según la FAO, este hecho tan preocupante va en aumento, y aunque en países como el nuestro estamos ahora al uso de los aviones Falcon por parte de los miembros del Gobierno o el control del nivel de aire acondicionado o la calefacción como nos ordena la Comisión Europea (aunque aquí, de entrada, no se quería), pues resulta que la Agenda 2030 todavía tendrá que lidiar mucho con términos como anemia, desnutrición o lactancia materna, ampliado con todos los virus que, de repente, aparecen (¿Con qué fines?).

Naciones Unidas presentó en el año 2000 los primeros Objetivos de Desarrollo del Milenio, fijando el 2015 como límite para lograr 8 y 21 metas planteadas. Las más importantes eran reducir la pobreza extrema, la mortalidad infantil, luchar contra las epidemias de enfermedades, y fomentar una alianza mundial para el desarrollo (¿La hay?). La gran crisis económica del 2008 frustró todo esto, y en la supuesta salida económica de esa depresión surgió el aplazamiento al 2030, a la Agenda del 2030. No se contaba ni con la presidencia de Donal Trump en Estados Unidos, sacando a la primera potencia de los organismos solidarios más importantes, ni con la voracidad imperialista de Vladimir Putin, ni mucho menos con la epidemia mundial de Covid, mal controlada en los países ricos, cuyos extasiados gobiernos no dan abasto ni con lo suyo, y no dejan de incrementar deuda como España, como para dedicar los recursos necesarios que demanda la consecución de cada uno de estos objetivos.

No sería necesario, aunque la verdad hoy no tiene precio, que la FAO presente su informe alimenticio a corto plazo para comprobar que vamos realmente mal respecto a una estabilidad mundial, la paz, que redunde en beneficio de los planes que presentamos para el mundo y que nunca cumplimos. Pero ahora, en 2022, ha cambiado realmente todo. Estamos en modo guerra, el dinero se quiere dedicar al rearme en todos los países, y difícilmente se puede hablar de desarrollo para los más desfavorecidos, cuando los países que pueden propiciarlo están preocupados por el gas que Rusia controla y distribuye, y por el grano y demás cosechas inmovilizadas como chantaje por el país invasor e interesado que es Rusia, apoyado por el gigante que es China, distraído igualmente de arreglar muchos de sus problemas interiores, para apostar de lleno por la guerra, y Taiwan, está en el punto de mira, para complicarlo todo un poco más.

Siendo los Objetivos del Milenio absolutamente loables, porque estamos hablando de morir por el hambre, el gran problema se sigue llamando Coronavirus y demás variantes que no han parado de surgir. Habría que ponerse manos a la obra ya para conocer el auténtico estado frente a la pandemia de África, Asía, América Latina y el Caribe, sin olvidar las zonas más frágiles de América del Norte e incluso Europa, inmersa ahora en la Guerra de Ucrania, algo completamente incompatible con resolver del todo una pandemia.

Así es. Sin paz, no hay Objetivos del Milenio, aunque no se quiera creer, máxime cuando estos objetivos pueden tener un alto contenido político más cercano a lo propagandístico que a lo real. La FAO, al menos, avisa, que no es poco, dados estos tiempos en los que resulta tan difícil separar el grano de la paja. Dicho de otra manera, diferenciar claramente la verdad de la mentira.

 

 

Miguel del Río