Cesta de la compra imposible, pero se dispara consumir alcohol

 

 

Miguel del Río | 28.08.2022


 

 

 

 

 

El ministerio competente en la materia acaba de ofrecer datos de lo que los españoles estamos dejando de consumir pescado, carne u hortalizas, aunque ha pasado de refilón que el consumo de alcohol se ha disparado en un 78%, caso de Cantabria. ¿Qué está pasando dentro de la sociedad para semejante vuelco? Podríamos apuntar a la inestabilidad y desconfianza, como dos causas que pueden propiciarlo, pero habría que anteponer a ambas razones la palabra precios. Como quiera que el mal ya está hecho, los que ofrecen estas conclusiones son también responsables de atajar tan alarmante incremento en el consumo de bebidas alcohólicas.

 

Era de prever que tras el Covid y todos los inconvenientes que ha generado, el principal encerrarse en casa, muchos se iban a echar al monte en lo referido a vivir sin desenfreno, una vez que las autoridades declarasen acabada la pandemia, algo que se ha hecho en España sin buen criterio, ya que las muertes diarias, considerables, por Coronavirus, no han cesado en absoluto. Como muestra de lo que digo, este botón. Publica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que los cántabros hemos aumentado el consumo de bebidas alcohólicas, nada más y nada menos, que un 78%. Por el contrario, hemos reducido la compra de pescado en un 39%, de hortalizas en un 29%, la carne, un 14%, y la leche un 16%. ¡Menudo panorama!

Cada pocos años, regresa a la palestra que hay que vivir la calle para saber cómo está realmente la situación. ¿Y cómo está? Pues mala, cara, y con tan pésimas perspectivas, que ni siquiera los tertulianos de televisión, que hablan de todo sin casi saber de nada, nos puedan sacar del entuerto.

Imagino que también a usted le suceda que hay ocasiones en que crea que lo que percibe a su alrededor, pueda ser tan solo producto de su imaginación. Pronto, como yo, salimos de dudas, porque ya no va a parar la cascada de datos mensuales, malos, sobre que cada vez vamos a comprar menos de todo, por falta de dinero en el bolsillo, en primer lugar, pero también de confianza en la dirección del país, y solo hay que ajustarse a unos acontecimientos que no paran de empeorar.

Es del todo asumible que cada época tenga sus cambios y peculiaridades. Pero  nadie podía imaginar que en este nuevo siglo íbamos a estar hablando de comida. De lo caros que están los huevos, el melón, los tomates o los plátanos, a lo que hay que sumar también el hielo, ¡que ya les vale! De repente, el consumidor se siente acorralado, al no poder disfrutar de la cesta de la compra que hacía de habitual, ya que tiene ahora que elegir prioridades de productos básicos, porque nadie sabe lo que va a ocurrir mañana. Parece que nos han parado en seco, que alguien se ha quedado sin ideas, también sin ganas de tenerlas, haciendo caso omiso a la genialidad del profesor de profesores que fue  Peter Drucker, cuando dijo aquello de que la mejor manera de predecir el futuro es creándolo.

No hemos sacado lección alguna de la gran depresión económica del 2008 al 2015. Tampoco hemos tomado nota del Covid, que ha metido al mundo en una pandemia inacabada. Por más que me lo explicara un batallón de sabios, resulta increíble que un señor llamado Vladimir Putin, con no pocos apoyos siendo el principal el de China, nos meta en una guerra de no acabar, pero cuyas consecuencias son la nueva declaración de otra gran crisis económica. De dar el visto bueno a que la culpa de todo lo tiene la Guerra de Ucrania, ¿por qué no se frena a Rusia, con todas las de la ley? Pues por lo de siempre. Por lo intereses de unos, de otros, y de particulares. Noticia de hace nada: “La petrolera francesa TotalEnergies, investigada por suministrar queroseno a cazas rusos en Ucrania”.

Como ocurre en todas, la guerra conlleva un gran negocio para demasiados. Mientras, en consumidor tiene que comer conejo, porque la carne de cerdo, vacuno o pollo están imposibles, y el gremio de carniceros, muy preocupado claro, avisa de que los precios seguirán subiendo. Entretanto, nadie para esta escalada. El ciudadano no quiere ayudas oficiales puntuales, que son pan para hoy, y hambre para mañana. Se quiere lo que se quiere: que los precios regresen a la moderación, porque, de no ser así, pronto va a ser imposible afrontar el coste de un carro de la compra, y resultarán perjudicados todos los sectores. También resulta que, dentro de esta situación disparatada, quien menos tiene la culpa son ganaderos, agricultores y pescadores, cuya situación está al límite, por lo que cuestan las materias primas (no olvidemos la electricidad, el gas y la gasolina), y las escuálidas ganancias resultantes.

Y dentro de semejante laberinto, llega el despropósito: se compra menos de todo, salvo bebidas alcohólicas, cuyo consumo se dispara, solo en Cantabria, en un 78%. ¡Madre mía! Y aquí nadie se inmuta. No hay nada que decir al respecto. Ninguna explicación oficial sobre las causas. Tampoco se habla de los sectores de edad en los que más se aprecia este incremento en el consumo de alcohol. Evidente que pienso en los jóvenes, las circunstancias por las que ahora atraviesan, muy descolocados, y la poca atención que les estamos prestando, desde la aparición del Covid. Esta sociedad se da la espalda a sí misma. Aunque convendría que las Administraciones competentes, con el Gobierno de España a la cabeza, se pusieran a trabajar, para ver lo que está ocurriendo, y el porqué de datos tan alarmantes. Puede que tan solo sea fruto de la época vacaciones que es un verano. Mejor evadirse, que estar todo el día machacándose la cabeza con los problemas que se empeñan en presentarnos, y que no hemos provocado los que nos limitamos a estar a pie de calle, trabajando principalmente, quien puede hacerlo. Veremos cómo van tomando cuerpo los acontecimientos, y si el otoño y el invierno suponen un regreso a la dieta rica en pescado y verduras, con un consumo responsable del alcohol que, recordemos, se ha disparado en un 78%. Poco más se puede añadir, salvo llevarse las manos a la cabeza.

 

 

Miguel del Río