55 años escribiendo ideas en Post-it, y la falta que hacen ahora

 

 

Miguel del Río | 19.03.2023


 

 

 

 

 

Táchenme de ingenuo, merecidamente, pero yo me encuentro entre los que pensaba que, tras la horrorosa pandemia, las cosas iban a ser diferentes. Ni hemos cumplido promesa alguna, ni lo vamos a hacer. No solo el mundo no ha cambiado, sino que somos más cabritos. Metidos en guerras, en trifulcas diarias, como en España, sin concordia alguna y, eso sí, con insolencia y altanería, que es como mejor valoras que no hay buen rollo. Por eso hoy me he propuesto hacer un homenaje a las cosas sencillas, como el Post-it o pósit. Sí, a esa hoja pequeña de papel, de muchos colores, donde puedes anotar ideas y deseos, a mejor, como paz, prosperidad, salud, amor y esperanza, que bien falta nos hace.

 

Con toda razón, se preguntarán ustedes a qué viene elogiar al Post-It, y que sigamos escribiendo en estos papelitos-recordatorios-autoadhesivos, todas las cosas que se nos pasan por la cabeza. Pues precisamente lo ensalzo porque, ahora, en todo el mundo, nos comportamos como que no damos importancia a las pequeñas cosas, ni estamos contentos con nada, a excepción de jorobarnos los unos a los otros.

Íbamos a ser la repera tras el Covid. Cambiar esto y lo otro. Empezando por nosotros mismos y nuestra manera de pensar y hacer. Nada de nada y, por si fuera poca cosa, hemos ido a peor. Estamos en un punto en el que se ha perdido la costumbre de ser, con regularidad, educados, tolerantes y comprensivos. Aquí no solo Ferrrovial o Mercadona van a lo suyo. Los demás estamos en lo mismo, en el Ande yo caliente, y ríase la gente, de Luis de Góngora.

Visto el panorama, la casa carece de los buenos cimientos que pensábamos. Tras una pandemia bestial (que no se ha extinguido ni por asomo, lo diga el Gobierno de España o el de la Unión Europea), creo que muy pocos podríamos imaginar el estado general de lo mal que está todo. Putin nos mete en una guerra sin final. China no deja de enredar, en pro de lograr la posición de primera potencia mundial, en el plano económico, político y militar. Estados Unidos, con sus Trump y Biden, haría bien como país en organizar mejor sus elecciones, porque el sistema actual que tienen no es de recibo, para autoproclamarse primera democracia mundial. De Europa, claro que es mejor hablar. O la Unión Europea se mete en una reforma de verdad, siendo todos los países uno, y se vuelve a la Constitución y las leyes únicas, o en pocos años veremos como irá desapareciendo, en la medida que nuevos Reino Unido se bajen del barco.

No digamos el esfuerzo que tiene que hacer aún España para ser europea de verdad. En los últimos años, hemos perdido mucha credibilidad en este sentido, y de lo que fue la vinculación hispana al viejo continente bajo gobiernos como el de Felipe González. Las cosas legales, y también desde el punto de vista económico, que se hacen actualmente en nuestro país, no casan nada bien con lo que es el espíritu europeo. De tal manera que vemos rebajar delitos gravísimos, atacar a empresas, personas, periodistas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con una falta tremenda de diálogo que nos impide ir por un buen camino, aunque, al precio que está todo, empezando por la comida, se nos venda que marchamos muy bien (Credit Suisse).

Hace poco acudí a un tanatorio para dar el adiós a una magnífica persona, que será recordada como tal, estoy seguro: Enrique Buenaposada. Y estoy seguro porque una de las paredes de la sala estaba llena de pósit de todos los colores, escritos por familiares, amigos, conocidos y, sobre todo, gente joven. Me emocionó leer alguno de ellos, porque conozco pocas formas de expresar los sentimientos, de manera sencilla, directa y, especialmente, humana. Los papelitos eran amarillos, verdes, naranjas, azules, granates, morados, y todos conjuntaban. Ojalá esto fuera igual en el resto de cuestiones que nos relatan a diario los medios de comunicación, y casi nada es bueno. Deberíamos rebelarnos contra tanta mala noticia, y encima que nos las impongan. ¿Qué se pretende con este mundo actual?, ¿a dónde nos quieren llevar?, ¿por qué tanta enganchada y enfrentamiento?

Me gustaría predecir que el panorama es halagüeño, pero no puedo. El invento del Post-It cumple 55 años. No valoramos todo lo bueno que hemos construido, la sociedad más justa e igualitaria, aunque se nos va restando de lo uno y de lo otro. Y estamos callados ante todo lo que pasa por delante de nosotros, sin pedirnos permiso alguno. Vuelvo al Covid, para insistir en que no hemos aprendido nada; ninguna lección sacada al respecto. Ningún congreso mundial, tan dados los mandatarios a hacerlos por cosas más nimias. Los que más debieran dar ejemplo, gobiernos y sus miembros, principalmente. En cambio, son los peores. ¡Que mala es la arrogancia? Atrás quedan los miles y miles de ancianos fallecidos. Atrás quedan las promesas hechas, tantas, para mejorar la protección a los ciudadanos en diversos terrenos, en especial el sanitario. Atrás queda el mayor cuidado del planeta, del clima, del medio ambiente, porque casi todo lo relacionado con asunto tan esencial para nuestra existencia es penosa propaganda ideada por mediocres.

Un pósit es un papel pequeño autoadhesivo. En él cabe una o más palabras, también frases. Si echas mano de expresiones simples, pero conocidas, quedan de cine. Probemos a escribirlo en cualquier color de este diminuto papel, y veremos lo bien que luce escribir o leer paz, no a la guerra, te quiero, lo siento, perdón, ayudaré, lo comprendo, me gusta, acudiré, me solidarizo, aquí estoy para lo que necesites, te escucho, espérame que voy, te acompaño en el sentimiento, hola, adiós, buenos días, buenas noches, que descanses, expresa lo que sientes…

Lo dicho, recuperemos lo mejor que hemos creado, porque mucho de todo lo demás tan solo son los anuncios vacíos de televisión, que tanto abundan en la actualidad. Podría acabar ya así, pero es que encuentro una bonita definición de Post-it: “Son pequeños pedacitos de papel que utilizamos temporalmente para ilustrar una idea y seguir adelante. Los que mandan hoy en el mundo deberían usarlos más a menudo.

 

 

Miguel del Río