Restringir la edad de conducir mirando tan solo a los mayores

 

 

Miguel del Río | 15.05.2023


 

 

 

 

 

 

No remiten los accidentes de circulación con muertos y fuga de por medio. La petición del incremento de penas por estos graves hechos está en la calle. Pero la DGT, con la OMS en contra, baraja quitar carnets, superada la edad de 65 años. Lo que realmente choca de esta intención del Gobierno es lo mucho que se jacta este país de cuidar y velar por sus mayores, cuando luego la realidad es otra. No hace falta incidir que esta preocupación social por la edad de conducir no existe, como esa otra de que los que atropellan y matan a viandantes, incluso sin auxiliarles, están libres, mientras familias enteras quedan destrozadas.

 

 

 

Ningún Gobierno o Administración me daría la razón, por asergurar como voy a hacer que el discurrir de este siglo no está siendo precisamente favorable con los mayores y sus derechos. Es afirmación tan rotunda, que unas líneas más adelante voy a tratar de ser preciso en la enumeración de hechos consumados, que no hablan precisamente bien de lo que debería ser un trato y respeto adecuados a lo que supone tener edad muy avanzada.

Pero para que no parezca que divago antes de contar la noticia, aquí va: “La DGT pone difícil la renovación del carnet de conducir a los mayores de 65 años”. La gobernación de hoy en día no deja de hacer dislates, ni de entrar en permanentes contradicciones. Por una parte, el Ministerio de Inclusión Social, Seguridad Social y Migraciones, anima a trabajar, con premio económico incluido, hasta los 80 años si es necesario, y por otro quieren restringir lo de la edad al volante, nada más jubilarte.

De repente, esta es la sociedad del disparate. Sobre los cambios reales que pide la ciudadanía, como aumentar las penas por atropellar, matar a alguien y darte a la huida, nadie se hace eco, y, en cambio, sobre lo que no necesitamos, no dejan de aprobarse leyes o decretos. Resulta un claro intervencionismo del Estado en todo, y pronto nos dirán el arte que nos tiene que gustar y los museos que debemos desechar.

El Covid fue demoledor con la tercera edad, pero tampoco la sociedad del bienestar que les habíamos prometido estuvo a la altura con tanto fallecimiento de ancianos como se produjo. Las investigaciones sobre lo que realmente sucedió están paralizadas y mucho me temo que duermen el sueño de los justos, como se dice entre abogados cuando un asunto está paralizado o no hay interés por solucionarlo.

Con la pandemia aún a cuestas, España se mete e impone una digitalización sin precedentes, que supone, entre otras muchas cosas, abocar a nuestros mayores a utilizar el móvil para todo, y cambiarles o suprimirles sus costumbres, como esa de ir al banco, con la cartilla en el bolsillo, para ponerla al día. O sacar dinero de su pensión, algo que también se ha puesto difícil ya que la banca no tiene casi sucursales, y los cajeros automáticos llevan el mismo camino. Esto que refresco se convierte ya en injusticia de libro en las zonas rurales. De lo poco que tenían nuestros pueblos, como las sucursales, ahora ya no les queda ni eso. Mientras, desde el Gobierno se impulsan los foros para tratar de la despoblación, cuando no dejan de permitir y auspiciar la supresión de servicios, y no hay nuevas inversiones de nada, porque todo es para las ciudades y poco o nada para los pueblos.

En este contexto, al menos yo lo veo así, la ocurrencia de la DGT de obstaculizar la renovación del carnet después de los 65, es un nuevo paso en el desdén oficial por la tercera edad. Así se lo hace ver también la Organización Mundial de la Salud, la famosa OMS, que aconseja no retirar de las carreteras a  nuestros mayores. En España tampoco es que sean relevantes los datos cuando se pretende imponer algo por las bravas, pero aquí la tasa de accidentes a partir de los 65 años baja un 17%, un 23% entre los 71 y 75 y un 66% a partir de los 75. ¿Dónde está el problema entonces? Se lo voy a decir. El problema real está en las penas de cárcel escuálidas por cometer las mayores aberraciones al volante, con muertos de por medio. Mismamente Cantabria, vive una época terrible en tal sentido, y el descontento social es muy grande respecto a este tema, del que no paran de hacerse eco los medios de comunicación.

La DGT debería prestar más atención al problema tan acuciante de la conducción bajo el influjo de las drogas, el alcohol, y ahora también de las redes sociales, ya que con una mano se coge el volante y con la otra el móvil.  Aquí tenemos también otra asignatura pendiente, que no se lleva a efecto, como es la seguridad vial; en nuestras escuelas es cada vez menor la exigencia de casi todo, y la conducción cuando llegue la edad de poder hacerlo no es preocupación ni para el Ministerio de Educación ni para las consejerías correspondientes de las diferentes comunidades autónomas. En materia de circulación de vehículos, incluidos los famosos patinetes, la edad debe ser preocupante, pero más por abajo, la juventud, que por arriba, los mayores. De todos los problemas actuales que se viven hoy respecto a coches y motos, hay una gran cantidad de asuntos por atajar, pero precisamente este de retirar carnets a personas mayores no creo que tenga esa gran prioridad que se pretende dar. No menos importante es que, sobre algo así, la directiva debe ser europea, de la Unión, y no de manera individualizada, como lo que pudiera pretender hacer el Gobierno de España. Por diferentes temas, nuestro país está en el punto de mira de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo. El por qué hay que buscarlo en que no damos buen ejemplo en diferentes cuestiones sobre las que hay una idea y manera de proceder común en el resto de Europa, mientras aquí queremos ir por libre. El último tirón de orejas ha venido de la mano de la rebaja de la malversación de fondos públicos, bajo la seria recomendación de que hay que subir las penas por este delito. Repito: como cuestión preocupante, y sí reclamada por la sociedad, está adecuar las penas por accidentes de circulación a la extrema gravedad de los hechos.

 

 

Miguel del Río