Extender dudas sobre las reglas democráticas para el voto

 

 

Miguel del Río | 05.06.2023


 

 

 

 

 

 

El verano español es conocido por los intensos calores y desplazamientos fuera de casa para desconectar, como es merecido para todo trabajador o pensionista que tiene derecho a sus vacaciones anuales. Si a estas alturas del año, y con los planes ya hechos, te ponen elecciones generales un 23 de julio, es que algo o alguien no es merecedor de ser definido como normal. Así las cosas, no puede haber escenario más incierto entre votar el que pueda, no votar quien está lejos ese día de su casa o hacerlo por correo. Quien dijo que votar era fácil, aún no conocía este nuevo caso dentro de la política española, que se dice país de la Unión Europea.

 

 

 

Aquí somos muy tozudos a nada que nos pongan algo difícil. Hacemos lo imposible para que a otros no les salgan bien sus propósitos. Esto es extensivo a cualquier cuestión que imaginemos, incluso a una extraña convocatoria electoral. Sí, a votar, a meter la papeleta en la urna. Y es que se ha dado la circunstancia de que, al día siguiente de las últimas elecciones autonómicas y municipales, sin casi tiempo de analizar resultados, el presidente del Gobierno convocó elecciones anticipadas para el domingo, 23 de julio de 2023. Está en su derecho constitucional, aunque quejas, dudas y desconfianzas no hacen más que aumentar, por muy variadas razones. La primera, por ser verano. La segunda, porque los trabajadores tienen derecho a sus vacaciones y a que se les respeten los viajes previstos. Y la tercera, porque el voto por correo va a convertirse en el protagonista inesperado de esta nueva cita con las urnas, cuando al ciudadano, lo que le gusta, y a lo que tiene primeramente derecho es a depositar su papeleta en persona, de ahí lo del título de reglas democráticas.

También queda mal que al Sistema Nacional de Salud no parezca preocupar  la salud y prevención ciudadana, como si no hubiéramos aprendido nada del Covid. Lo digo porque el resumen meteorológico de un 23 de julio en España no engaña, es sofocante. En ese mismo día de 2020 se llegaron a temperaturas máximas de 32 grados; en 2021 fueron casi 36 y el año pasado se repitió igual temperatura. ¡De asarse, vamos! Por eso, lo primero que hay que discutirle al Gobierno es lo poco y mal que piensan en la tercera edad, en los enfermos, en los ya citados trabajadores, por obligarles a votar en un día de esos que se recomienda estar a la fresca y beber mucha agua para no caer en la deshidratación. Que este es un país de grandes contradicciones, no cabe duda, pero a lo que no estábamos acostumbrados es que los dislates los provocara el propio Gobierno con decisiones como esta, sin contar con nadie. Se llama al voto a quienes no parecemos importar en absoluto.

Si en las elecciones del 28 de mayo hubo un millón de votos ejercidos mediante el servicio de Correos, es fácil atisbar lo que va a suceder en estas generales. El Instituto Nacional de Estadística vaticina que unos 12 millones de españoles estarán fuera de sus residencias en esta cita electoral. Entonces, nos podemos imaginar lo que ocurrirá. Lo más fácil es pensar que el voto por correo se va a disparar, pero esto tiene un trámite y lleva también un tiempo. Ante lo cual, me temo que muchas personas, directamente no van a votar, y no es de extrañar si lo complican tanto. Votar nunca tendría que contar con mayores dificultades, pero este 23 de julio no habla bien precisamente de dar facilidades para ejercer el derecho al voto.

Imagino también que los trabajadores de Correos estarán pensando, con toda la razón, si alguien se preocupa por ellos. En vez de concentrar elecciones, y con ello ahorrar también dinero público, en dos meses se celebran dos gigantescas citas electorales. Se me dan bien las apuestas con amigos sobre los resultados electorales, los diputados y concejales que van a sacar unos y otros. Pero no me atrevo a pronosticar nada respecto a estas generales, empezando por los españoles que van a poder ejercer su voto, sin mayores contratiempos a los que ya se están poniendo.

A los ciudadanos, siempre se nos recuerda la importancia de votar. El mismo día de la cita con las urnas, todos los líderes llaman a la participación masiva. Antes, en la plenitud de las campañas, se nos alienta votar por el cambio, para crecer y avanzar más, para erradicar injusticias, hacer leyes necesarias,  asegurar el bienestar general, o alcanzar mayores cotas de trabajo, desarrollo y progreso, en paz. En la confrontación que suponen ya las elecciones norteamericanas, hay una frase sobre votar de la cantautora Billie Eilish que viene muy a cuento sobre lo que pasa ahora en España: “Todos debemos votar como si nuestras vidas y el mundo dependiera de ello, porque dependen. La única manera de tener certeza sobre el futuro es crearlo nosotros mismos«.

La desorientación mundial no puede ser más grande hoy en día. Ante ello, hay dos posturas a tomar: encogerse de hombros o actuar. Son muchos los problemas que tenemos en frente. Desde la Guerra de Ucrania, el gran rearme y militarización de los países, el Cambio Climático, el avance de la intolerancia, la libertad de expresión en peligro, la politización de la educación, el peligro de los nacionalismos, la inmigración descontrolada y el aumento de la brecha entre ricos y pobres, lo que implica también a la tecnología y la digitación. Si todo esto y más, no es para votar, lo que uno quiera, pero votar, entonces no sé qué es lo que nos deba preocupar.

Desde ya, los partidos políticos deben llamar a la movilización de los votantes. Resulta también chocante, cuando se ponen trabas importantes, en pleno verano y vacaciones, para acudir a los colegios electorales. No se me ocurre mejor forma de acabar que aludiendo al pasado, y a lo que costó que no hubiera discriminaciones de poder, riqueza, raza o sexo en el derecho universal del voto. Susan B. Antony fue una activista por los derechos de las mujeres durante el movimiento sufragista a principios del siglo XX. Ya ven, aquello no queda tan lejos. Pero si dejó como legado importante esta recomendación: “Alguien luchó por tu derecho al voto. Úsalo”.

 

 

Miguel del Río