Hablamos mucho, no bien, de los jóvenes sin saber sus anhelos

 

 

Miguel del Río | 07.07.2024


 

 

 

 

 

La prioridad de todo país debería ser la juventud y facilitar su porvenir. Esta no es la circunstancia actual dentro de una Europa un tanto perdida en sus viejos problemas de siempre, dando escasa solución a lo que realmente importa. ¿Y qué es? Pues que los jóvenes tengan empleo dignamente remunerado. Pues que los jóvenes tengan acceso a la vivienda. Y pues que los jóvenes, al menos, puedan alquilar casa. Casi nada de esto ocurre ahora en España, pero, eso sí, cada vez que abordamos el tema juvenil parece que es su culpa, no quieren hacer nada, y tan solo les preocupa vivir bien. Como en botica, habrá de todo.

 

Para qué les voy a decir lo contrario; cada vez que me meto en una conversación en la que se menta a los jóvenes, los comentarios no son buenos. Al parecer, ninguno de ellos quiere trabajar, su predisposición es solo hacia el disfrute de la vida, y no se plantean lo del porvenir, limitándose al día a día. Y no: tampoco es todo así. De la misma forma, me topo de habitual con la afirmación de que es la generación de sus padres lo que les lleva a su comportamiento actual, al no haber incidido nada en la cultura del esfuerzo, y que para llegar a conseguir determinadas cosas haya previamente que trabajar, ahorrar todo lo que se pueda, y de ahí adquirir aquello que deseas, sin olvidar  los límites de tu cartera, para no incurrir en deudas, que con el tiempo se conviertan en insoportables.

Lo recalco nuevamente. Hablamos mucho de la juventud de hoy, ¿pero que sabemos realmente de ella, de sus problemas, inquietudes, pretensiones y obstáculos que encuentran en su camino?

Lo primero que deberíamos conocer es qué se entiende por juventud. No existe una definición universal asumida como tal, y es tan solo Naciones Unidas la que, por razones meramente estadísticas, se atreve a hablar del concepto bajo la explicación, demasiado básica y discutible, de que jóvenes son aquellas personas de entre 15 y 24 años. Cuando se habla a la ligera sobre su comportamiento, solo se tiene en cuenta el presente, sin atender a cómo han vivido los jóvenes en el pasado. Esta opinión es de Sócrates (antigua Grecia): “Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”. Tal y como yo lo veo, tampoco ha cambiado mucho la cuestión desde que Goethe (1749-1832) nos enseñara que el niño es realista, el muchacho, idealista, el hombre, escéptico, y el viejo, místico.

Acerca de la situación mundial de la juventud, hoy viven en el planeta 1.200 millones de jóvenes. Para el 2030, ese año utilizado por muchos Gobiernos como el mágico en que todo cambiará para bien, la cifra subirá a 1.300 millones. Puede que la ONU no desarrolle definiciones sesudas, pero si sabe de los problemas de la humanidad, entre ellos los que preocupan a los jóvenes. Estos exigen oportunidades y soluciones, más justas y equitativas, allá donde habitan. En concreto, brindarles la educación y el conocimiento, el cuidado de la salud, los empleos estables y bien remunerados, acorde a la carestía de la vida, y el acceso a la vivienda mediante compra o alquiler. En definitiva, la creación de oportunidades dentro de las sociedades en las que nacen, crecen y se forman, para no tener que emigrar.

Claramente, en España, hay ahora un debate sobre jóvenes-empleo-vivienda. Siempre ha sido tónica similar, pero concretemos al respecto que en 2023 el grupo de población más afectado por el desempleo era el de los jóvenes, y la mala tasa no es baladí, casi un 43 % de la población económica activa. Hoy es una realidad que la Unión Europea no lucha como antaño en favor del trabajo estable para los jóvenes. Estos tienen tres veces más probabilidades de estar desempleados que sus mayores, y cuando encuentran una oportunidad surgen otras circunstancias a las que Gobiernos y sociedades se han acostumbrado a no inmutarse. Me refiero a que hay demasiados trabajos poco o mal remunerados, precarios, y no hablemos de las escasas posibilidades para grupos vulnerables, o lo que supone hoy un despoblamiento de muchos pueblos de España, donde sencillamente no hay oportunidades de ganarse la vida, en este caso para nadie, ni para mayores ni para jóvenes.

Vivimos tiempos chocantes, por decirlo de manera suave. Una guerra en Europa, otra en Oriente Medio. Un cambio climático cuestionado por países, dirigentes, y las propias medidas que no van a ninguna parte. Vamos, que no hay consenso en casi nada, y así podríamos seguir con otros muchos problemas, que pienso ven de manera más clara los jóvenes. Por su falta de movilización, puede que haya ocasiones en que no se note suficiente ese interés juvenil por arreglar las cosas, y precisamente esto es lo que falta para el despertar en tantas y tantas cuestiones.

Hay otra cuestión definitiva, que sirve de impulso a su justo anhelo por  independizarse de sus padres: encontrar un trabajo seguro y decentemente pagado. Si los Gobiernos actuales, tanto interior como exteriormente, están a la confrontación, al rearme y a no ponerse de acuerdo en nada ni con nadie, es imposible que se vaya a atajar lo esencial, que es precisamente lo que más preocupa a los jóvenes, sentir que hay planes para ellos. ¿Qué pueden pensar de los fondos europeos si bien poco se ha destinado a proyectos relacionados con este grupo de edad? Se les da la mejor preparación y luego  han de emigrar de sus regiones, sino de su país, en la mayoría de las ocasiones para ya no regresar. Cuando oigo hablar de planes de repatriación del talento español en el exterior, me invade una sensación de fracaso total hacia nuestros jóvenes. Es aquí, en casa, donde hay que tratarles como es debido. Levantado el vuelo, y encontrado un buen trabajo en Alemania, Reino Unido o Brasil, ya llegamos tarde para conseguir que vuelvan. Y en todo caso, que regresen ¿para qué? Hablemos menos de comportamientos de jóvenes, que en todo caso no han de servir en absoluto para generalizar, y tracemos planes y proyectos de verdad para generarles prosperidad dentro de la Unión Europea y los países, como el nuestro, que la conforman.

 

 

Miguel del Río