Una tarjeta alimenticia que deja mal al estado del bienestar

 

 

Miguel del Río | 15.07.2024


 

 

 

 

 

Desde que se ha puesto en marcha la tarjeta monedero alimenticia, destinada a familias vulnerables, ha habido dos reacciones y una consecuencia:  controversia, rechazo y, de ahí, fracaso. La iniciativa, con fondos europeos, pretendía generar mayor anonimato a los beneficiarios. Pero son los primeros en salir a la palestra para demandar que se pueda utilizar en más establecimientos a los poquitos concertados. Para que se hagan una idea de la situación, solo en Cantabria se ha acabado la partida económica con 2.400 personas que tienen tarjeta, mientras que son 14.000 las que la necesitan.

 

Este periódico escribía hace unos días que los casi 900.000 euros destinados en Cantabria para las tarjetas monedero se habían agotado en apenas un mes, y las familias vulnerables deberán recurrir de nuevo al Banco de Alimentos. El Diario Cantabria es uno de los medios de comunicación que más interés está mostrando en el seguimiento de la puesta en marcha de esta nueva ayuda social, por parte del Gobierno central, que ya se puede calificar como idea fallida.

Hace ya meses que hay debate en España sobre la auténtica realidad de la economía nacional, y en especial la de las familias que no llegan a fin de mes. Absolutamente todo, y en especial los alimentos y energías, está sobrepasado de precio, y ya no da para la compra alimentaria, ni mucho menos para otro tipo de gastos que antes sí podían acometer las familias (ocio), y ahora ya no. Pues la asignación para las tarjetas monedero de Cantabria, por importe de 891.264,95 euros, que debía ser para un año, ha durado escasamente varios meses. Ya no hay dinero. Sumemos, por lo tanto, dato tan clarificador, y altamente preocupante, al debate sobre si es cierto que la economía española va como un cohete; debe ser así para unos pocos, ya que la precariedad avanza para una mayoría importante de población, y con sus ingresos ya no pueden adquirir muchos y variados productos, por lo que han de acudir a la ayuda de los servicios sociales puestos en marcha por el Gobierno, las comunidades autónomas o lo ayuntamientos.  Es nuestro estado del bienestar, cada día más herido.

Como sucede con tantas cuestiones, costará reconocer que la puesta en circulación de las tarjetas monedero es un fracaso. Para empezar, y solo en Cantabria, tan solo se pueden utilizar en establecimientos ubicados en 22 municipios, pero no olvidemos que la región cuenta con 102. A lo anterior, bastante mal planificado, hay que añadir que la tarjeta se ha expedido a 2.492 personas, siendo más las familias vulnerables con menores a su cargo que se han quedado sin la necesaria ayuda. Al final, con esta invención se ha querido sustituir a la encomiable labor que llevan a cabo los bancos de alimentos, y son  los que van a seguir ayudando y apoyando a muchas personas que no cubren sus necesidades con estas tarjetas monedero.

La realidad en Cantabria es que son en la actualidad 14.000 los demandantes estimados de una ayuda alimentaria continuada. Con las tarjetas monedero, a través de Cruz Roja, se pretende evitar las colas en instituciones benéficas a la hora de recoger bolsas con comida, y no estigmatizar así a los solicitantes. Pero lo cierto es que, si antes ya estábamos en una mala situación, esta nueva idea la ha empeorado, además de la polémica continuada que ha generado su puesta en marcha.

No hablemos de empeoramiento sin datos, porque sería poco ético. Primeramente, no hay suficientes establecimientos en los que hacer efectiva la ayuda. Tan solo Carrefour, Alcampo y Eroski. Resulta que hay familias a las que se les ha creado un nuevo gasto en transporte, por tener obligatoriamente que acudir a otros municipios diferentes al suyo donde existen estas grandes superficies. Finalmente, puede ser loable que se quiera preservar el anonimato de los solicitantes de alimentos y productos básicos de higiene, pero lo que no se puede hacer para lograrlo es incrementar la burocracia y el papeleo administrativo de los escasos portadores de las tarjetas.

El dinero destinado por el Gobierno de España a este fin social se ha demostrado escaso del todo. Las comunidades autónomas, caso de Cantabria con 110.000 euros, han de seguir aportando nuevos fondos, con lo cual se habla más que nunca de situaciones vulnerables, cuando lo que se pretendía era darle menor protagonismo. De entrada, sería bueno suscribir acuerdos con muchas más cadenas alimenticias, por eso de que estén presentes en la totalidad del territorio nacional. Hay otra cuestión no menos importante, tal y como están los precios de los alimentos. Las tarjetas monedero destinan 130 euros mensuales si la familia es de dos miembros (una persona adulta con un menor), de 160 si es de tres, de 190 si es de cuatro y de 220 si es de cinco o más. Este dinero ha llegado de Europa, en una cantidad que ronda los 527 millones de euros, que ya se ve como resulta del todo insuficiente. La Comisión Europea debe ver la realidad de cada país miembro, y para ello es necesario que también los Gobiernos nacionales expongan la verdadera situación por la que se atraviesa. A España no le gusta hablar en Bruselas de familias vulnerables, incremento de la pobreza, sueldos insuficientes, falta de viviendas o dificultades actuales en el acceso de los jóvenes al alquiler, situación que ha empeorado con el boom de los pisos turísticos, que va a ir a más. Siendo este el escenario de problemas, comer es lo primero. El Gobierno y las comunidades se han de sentar de inmediato para abordar la gravedad añadida por las tarjetas monedero, qué hacer con ellas, y dotarlas debidamente para que lleguen a todos, en especial a los niños. A la forma de dar ayuda se le puede llamar como se quiera, siempre y cuando la novedad mejore la situación anterior. No ha sido este el caso, y volvemos a hablar de bancos de alimentos y la ayuda impagable que vienen prestando ya que, con ellos, siempre se puede contar.

 

 

Miguel del Río