REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

Un año para elegir. Analice su decisión.

 

Por su interés reproducimos el articulo del Dr. Luis de Benito Benito.

 

 

Gervasio Portilla | 30.12.2020


 

 

 

Las divisiones dicotómicas son críticas. Ante una pregunta que sólo admite dos opciones como posibles, con frecuencia es difícil establecer un debate sin que salten chispas. La cuestión que ha saltado a la sociedad al terminar este año y que nos va a tener enfrentados durante 2021 va a ser la vacuna (o vacunas) frente al coronavirus. Posicionarse con un «sí» o un «no» a secas radicaliza las posturas y las vuelve igualmente irracionales. Con ánimo de suavizar esa polémica y ofrecer argumentos para un debate social más abierto expongo unas reflexiones.

 

1.- La conveniencia, necesidad u obligación de poner una vacuna a toda o parte de la población, ¿es una cuestión médica o política? Hasta ahora el ejercicio de la medicina ha estado a cargo de los médicos: los médicos son quienes tienen que determinar lo que, según su parecer, está indicado o no para cada uno de sus pacientes según la llamada lex artis ad hoc. La indicación de una terapia, de un procedimiento diagnóstico o terapéutico ha estado regida por el criterio del médico. El acto de prescripción facultativa es un ejercicio netamente médico. Si ahora hay otras instancias no médicas que pueden prescribir, creo que los médicos deberíamos tener algo que decir. O por lo menos advertir de ello a nuestros pacientes ya que, si de verdad nos importa su salud, debemos decirles que a partir de ahora deberán resolver sus dudas de salud consultando el BOE.

2.- Aunque el médico prescriba lo que a su juicio es más conveniente para la salud del paciente, esas decisiones tienen que ser asumidas libremente por el paciente, que puede o no estar de acuerdo con el médico.  La LO 41/2002 rige la autonomía del paciente y establece plena libertad al paciente para aceptar o declinar los tratamientos o procedimientos prescritos. ¿Se puede obligar a un paciente a aceptar un tratamiento contra su voluntad?

3.- Las vacunas que existen, reconocidas como útiles y buenas por la comunidad científica, no están indicadas para todo el mundo. Si la libre prescripción del médico y la libertad del paciente pueden ser vulneradas, ¿acaso es tan crítica la situación sanitaria en España a consecuencia del coronavirus como para obligar a vacunar a todo el mundo? No hace falta ser médico para responder a esta pregunta pues las cifras están ahí, y los hospitales están como están: en absoluto. La mayor parte de la población española ya hemos estado en contacto con el virus, menos de un 1% de mortalidad y la vacuna llega tarde pues no necesita inmunizarnos de lo que ya estamos inmunizados. No obstante puede haber colectivos que, o bien porque no lo hayan pasado o por temor a que puedan volverlo a pasar, o por convicción personal, pueden ser candidatos a recibir la vacuna. Siempre encontrará algún facultativo que se la prescriba sin problemas. Lo que no le aconsejo es que se ponga la vacuna sin prescripción facultativa o no tendrá a quién apelar en caso de reacciones adversas. Al menos, con el resto de las vacunas, las farmacias no las dispensan sin receta médica, al igual que la inmensa mayoría de los medicamentos. Por algo será.

4.- ¿Se puede obligar a una persona que no quiere a ponerse la vacuna? Ya lo trataba en la entrada que escribí en 2012. En un estado totalitario, todo es posible, porque el Estado está por encima del individuo y se apela a que el colectivo social vale más que la persona. Pero sin lugar a dudas estaríamos ante un conflicto con la mencionada Ley de Autonomía del Paciente, habiéndose además usurpado la función del médico de prescribir que quedaría en manos del Estado que es quien «prescribe». Llegado ese caso, se tendría que apelar a una necesidad social extrema, una situación sanitaria que efectivamente mostrase gran afectación de nuestro sistema de salud a consecuencia de la epidemia, algo que puede que sea posible… pero no por este coronavirus porque el campo quemado no vuelve a arder.

 

En definitiva, como médico y deseando lo mejor para la salud de mis pacientes, ahora y siempre:

– aplico mi criterio y conocimientos para estimar los pros y contras de los tratamientos que prescribo o dejo de prescribir,

– defiendo la libertad de mis colegas de hacer lo mismo (tengan la misma opinión que yo frente a una vacuna o diferente),

– intento velar por la libre elección de mis pacientes a fin de que ellos también se involucren en lo que consideran más adecuado a su salud, y

– quiero dejar constancia de esto ante la sociedad para que reflexionen acerca de en manos de quién ponen su salud.

 

Vivir es arriesgado. Le deseo para 2021 una buena elección, sea la que sea, porque será esencial que pueda seguir eligiendo y que nadie elija por usted.

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista