REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

“VIVIR SIN TRABAJAR”

 

 

Gervasio Portilla | 11.10.2022


 

 

 

Es de justicia que la sociedad en su conjunto, comparta con aquellos que lo necesitan por falta de trabajo o por otros impedimentos, una renta básica que permita vivir con dignidad, se puede llamar prestación por desempleo o de cualquier otra forma.

Evidentemente, hay que evitar dejar a nadie, de verdad, en situaciones precarias y de injusticia o exclusión.

Dicho lo anterior, sin embargo en España, está naciendo una clase de personas que no quieren trabajar y quieren vivir a cuenta de los demás.

Hay muchos ejemplos, les cuento uno en concreto, de un Ayuntamiento de Cantabria, que sacó recientemente un número de puestos, unos quince en total, para trabajar en diferentes obras, con un salario de unos 1.200€ y sólo pudo conseguir que tres personas lo aceptaran y una de ellas lo dejó a los pocos días.

Esto ocurre en otros sectores, porque las ayudas que se dan permiten a muchas personas, completarlas con trabajos “en negro” y en otros casos, dicen que por una diferencia de cuatrocientos euros, prefieren no trabajar.

España, ni el esfuerzo de los españoles se pueden permitir que esto suceda.

Es necesario que los salarios sean justos, pero con una tasa de paro tan alta como la de nuestro país, es una inmoralidad que esto ocurra, entre otras cosas, porque de esta forma las prestaciones que se deben dar en casos justos, son menores debido al abuso.

Claro, que hay muchas personas que quieren trabajar y no pueden, por supuesto que no me refiero a ellas, sino a los que no quieren trabajar y prefieren vivir de la subvención.

Cuanto una nación entra en la vía exclusiva de la subvención entra directamente en la pobreza y produce un contagio perjudicial para lograr la mejora individual y progresar.

Claro, a la mayoría de los políticos, no digo todos, les viene bien la subvención, porque así controlan a las personas, las hacen dependientes del sistema y dejan de ser libres, mientras que las clases medias desaparecen y unos pocos, muy poderosos, controlan todo. Así nace una nueva sociedad: la sociedad que quiere vivir sin trabajar.

 

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista