Servicio diario - 30 de junio de 2020


 

Mensaje del Papa a la Asociación de Prensa Católica
Larissa I. López

Nace la Conferencia Eclesial de la Amazonía
Larissa I. López

‘zenit’ visita Castelgandolfo junto al personal sanitario de Italia
Deborah Castellano Lubov

El Papa nombra al comisario extraordinario para la Fábrica de San Pedro
Larissa I. López

Argentina: Mons. Torres Carbonell, obispo de Gregorio de Laferrere
Larissa I. López

Evangelio del domingo 5 de julio: Comentario del padre Antonio Rivero
Antonio Rivero

Beato Antonio Rosmini Serbati, 1 de julio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Mensaje del Papa a la Asociación de Prensa Católica

Para la Conferencia de Medios Católicos

junio 30, 2020 15:11

Papa Francisco

(zenit – 30 junio 2020).- El Papa Francisco envía un mensaje a los miembros de la Catholic Press Association (Asociación de Prensa Católica) con ocasión de la Catholic Media Conference (Conferencia de Medios Católicos).

Este evento tiene lugar en streaming del 30 de junio al 2 de julio de 2020 sobre el tema “Together While Apart” (“Juntos mientras estamos separados”).

En este año en el que la Conferencia se celebra por primera vez de forma virtual a causa de la emergencia sanitaria actual, el Santo Padre señala que el lema de este añoexpresa elocuentemente el sentido de unión que, paradójicamente, ha surgido de la experiencia de distanciamiento social impuesta por la pandemia”.

 

Importancia de la unidad

Después, Francisco recuerda que en su  mensaje del año pasado para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, reflexionó sobre cómo la comunicación nos permite ser, “como dice San Pablo, ‘miembros unos de otros’ (cfr. Ef 4,25), llamados a vivir en comunión dentro de una red de relaciones en continua expansión”.

Así, la pandemia ha permitido percibir más penamente dicha verdad: “De hecho, la experiencia de estos meses pasados nos ha demostrado que la misión de los medios de comunicación es esencial para acercar a las personas, acortar las distancias, proveer la información necesaria y abrir las mentes y los corazones a la verdad”, explica.

Asimismo, el Papa propone que el ideal de unidad en medio de la diversidad reflejado en el lema de los Estados Unidos, E pluribus unum, “también debe inspirar el servicio que ustedes ofrecen al bien común”, pues esto “es urgentemente necesario hoy, en una era marcada por conflictos y polarizaciones a los que la propia comunidad católica no es inmune”.

 

Construir puentes

En esta línea, el Pontífice describe que son precisos “medios de comunicación capaces de construir puentes, defender la vida y abatir los muros, visibles e invisibles, que impiden el diálogo sincero y la comunicación verdadera entre personas y comunidades”.

Y continúa: “Necesitamos medios de comunicación que puedan ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a distinguir el bien del mal; a desarrollar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos; y a comprender la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto a nuestra casa común”.

Igualmente, Francisco subrayó que son necesarios “hombres y mujeres con sólidos valores que protejan la comunicación de todo lo que puede distorsionarla o desviarla hacia otros propósitos”.

 

Involucrarse personalmente

Por otro lado, el Obispo de Roma apuntó que “un verdadero comunicador se dedica completamente al bien de los demás en todos los niveles, desde la vida de cada persona a la vida de toda la familia humana. No podemos comunicar verdaderamente si no nos involucramos personalmente, si no podemos testimoniar personalmente la verdad del mensaje que transmitimos”.

Finalmente, invita a contemplar a los demás y a las situaciones “con los ojos del Espíritu”: “Que cuando nuestro mundo hable apresuradamente con adjetivos y adverbios, los comunicadores cristianos hablen con sustantivos que reconozcan y presenten la silenciosa reivindicación de la verdad y promuevan la dignidad humana” y que “donde el mundo ve conflictos y divisiones, puedan ustedes mirar a los pobres y a quienes sufren, y dar voz a las súplicas de nuestros hermanos y hermanas necesitados de misericordia y comprensión”.

***

 

Mensaje del Santo Padre

A los miembros de la Asociación de Prensa Católica

Este año, por primera vez en su historia, la Asociación de Prensa Católica organiza la Conferencia de Medios Católicos de manera virtual, a causa de la situación sanitaria actual. Ante todo, deseo expresar mi cercanía a quienes han sido afectados por el virus y a quienes, incluso a riesgo de sus vidas, han trabajado y siguen trabajando para asistir a nuestros hermanos y hermanas que lo necesitan.

El tema que ustedes han elegido para la Conferencia de este año —Together While Apart, Juntos mientras estamos separados— expresa elocuentemente el sentido de unión que, paradójicamente, ha surgido de la experiencia de distanciamiento social impuesta por la pandemia. En mi mensaje del año pasado para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, reflexioné sobre cómo la comunicación nos permite ser, como dice San Pablo, “miembros unos de otros” (cfr. Ef 4,25), llamados a vivir en comunión dentro de una red de relaciones en continua expansión. A causa de la pandemia, todos hemos percibido más plenamente esta verdad. De hecho, la experiencia de estos meses pasados nos ha demostrado que la misión de los medios de comunicación es esencial para acercar a las personas, acortar las distancias, proveer la información necesaria y abrir las mentes y los corazones a la verdad.

Fue precisamente esta constatación la que llevó a la creación de los primeros periódicos católicos en sus países, además del constante apoyo que les prestaron los Pastores de la Iglesia. Lo vemos en el caso del Catholic Miscellany de Charleston, fundado en 1822 por el obispo John England, y que fue seguido de muchos otros periódicos y revistas. Hoy, como entonces, nuestras comunidades cuentan con los periódicos, la radio, la televisión y las redes sociales para compartir, comunicar, informar y unir.

E pluribus unum, el ideal de unidad en medio de la diversidad reflejado en el lema de los Estados Unidos, también debe inspirar el servicio que ustedes ofrecen al bien común. Ello es urgentemente necesario hoy, en una era marcada por conflictos y polarizaciones a los que la propia comunidad católica no es inmune.

Necesitamos medios de comunicación capaces de construir puentes, defender la vida y abatir los muros, visibles e invisibles, que impiden el diálogo sincero y la comunicación verdadera entre personas y comunidades. Necesitamos medios de comunicación que puedan ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a distinguir el bien del mal; a desarrollar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos; y a comprender la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto a nuestra casa común. Necesitamos hombres y mujeres con sólidos valores que protejan la comunicación de todo lo que puede distorsionarla o desviarla hacia otros propósitos.

Les pido, por tanto, que permanezcan unidos y sean signo de unidad también entre ustedes. Los medios de comunicación pueden ser grandes o pequeños, pero en la Iglesia estas no son categorías importantes. En la Iglesia, todos hemos sido bautizados en un único Espíritu y hechos miembros de un solo cuerpo (cfr. 1 Cor 12:13). Como en todo cuerpo, a menudo son los miembros más pequeños los que, al final, son los más necesarios. Lo mismo sucede en el cuerpo de Cristo. Cada uno de nosotros, dondequiera que nos encontremos, está llamado a contribuir, mediante la profesión de la verdad en el amor, al crecimiento de la Iglesia hasta su plena madurez en Cristo (cfr. Ef 4:15).

La comunicación, lo sabemos, no es meramente una cuestión de competencia profesional. Un verdadero comunicador se dedica completamente al bien de los demás en todos los niveles, desde la vida de cada persona a la vida de toda la familia humana. No podemos comunicar verdaderamente si no nos involucramos personalmente, si no podemos testimoniar personalmente la verdad del mensaje que transmitimos. Toda comunicación tiene su fuente última en la vida de Dios Uno y Trino, que comparte con nosotros las riquezas de su vida divina y, a su vez, nos pide que, unidos en el servicio a su Verdad, comuniquemos ese tesoro a los demás.

Queridos amigos, invoco cordialmente sobre ustedes y sobre los trabajos de su Conferencia la efusión de los dones del Espíritu Santo de sabiduría, entendimiento y consejo. Solamente la mirada del Espíritu nos permite no cerrar los ojos ante los que sufren y buscar el verdadero bien para todos. Solamente con esa mirada podemos trabajar eficazmente para superar las enfermedades del racismo, la injusticia y la indiferencia, que desfiguran el rostro de nuestra común familia. Que, través de su dedicación y su trabajo diario, puedan ustedes ayudar

A los demás a contemplar las situaciones y las personas con los ojos del Espíritu. Que cuando nuestro mundo hable apresuradamente con adjetivos y adverbios, los comunicadores cristianos hablen con sustantivos que reconozcan y presenten la silenciosa reivindicación de la verdad y promuevan la dignidad humana. Que donde el mundo ve conflictos y divisiones, puedan ustedes mirar a los pobres y a quienes sufren, y dar voz a las súplicas de nuestros hermanos y hermanas necesitados de misericordia y comprensión.

La Iglesia celebró ayer la solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. Que el espíritu de comunión con el obispo de Roma, que ha sido siempre un sello distintivo de la prensa católica de sus países, los mantenga a todos ustedes unidos en la fe y firmes ante las efímeras modas culturales que carecen de la fragancia de la verdad evangélica. Sigamos rezando juntos por la reconciliación y la paz en nuestro mundo. Les aseguro mi apoyo y mis oraciones por ustedes y sus familias. Y les pido, por favor, que me recuerden en sus oraciones.

 

Vaticano, 30 de junio de 2020

 

FRANCISCO

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

Nace la Conferencia Eclesial de la Amazonía

Nuevo organismo pastoral

junio 30, 2020 17:55

Iglesia Local

(zenit – 30 junio 2020).- Ayer, 29 de junio de 2019, fiesta de san Pedro y san Pablo, nació la Conferencia Eclesial de la Amazonía, un nuevo organismo de vital importancia para la misión pastoral de la Iglesia en América Latina y el Caribe.

Dos días de deliberaciones virtuales marcan la constitución de este organismo eclesial, en el que estarán presentes las iglesias de los territorios amazónicos, informa la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM).

De acuerdo con las disposiciones de la asamblea fundacional, la Conferencia estará acogida por el CELAM, organismo de comunión eclesial que cuenta con 65 años de experiencia en el acompañamiento a los episcopados del continente, y aunque estará adscrita a su presidencia, gozará de autonomía funcional. Desde el Consejo Episcopal Latinoamericano esta Conferencia desarrollará sus vínculos con los episcopados y otras instancias eclesiales.

 

Organismo sinodal

La creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía se enmarca en la tradición colegial y sinodal de la Iglesias en América Latina y el Caribe. Se trata de una propuesta que responde al clamor de los pueblos de esta parte del mundo y que aparece con claridad en el Documento Final del Sínodo Especial para la Amazonía en su número 115.

“Proponemos crear un organismo episcopal que promueva la sinodalidad entre las iglesias de la región, que ayude a delinear el rostro amazónico de esta Iglesia y que continúe la tarea de encontrar nuevos caminos para la misión evangelizadora, en especial incorporando la propuesta de la ecología integral, afianzando así la fisonomía de la Iglesia amazónica”.

En el comunicado oficial del CELAM se destaca también el hecho de que la creación de esta Conferencia se produzca en el día de san Pedro y san Pablo: “Esta festividad de nuestra Iglesia es también un gesto de agradecimiento por el servicio del Santo Padre, por lo que consideramos que el nacimiento de esta Conferencia Eclesial es un gesto de esperanza aunado al Magisterio del Papa Francisco, quien ha acompañado cercanamente todo este proceso”.

 

Acto fundacional

El acto fundacional, celebrado de manera virtual, contó con la presencia del presidente del CELAM, Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte; del presidente y el vicepresidente de la REPAM, cardenales Claudio Hummes y Pedro Barreto; de un obispo por cada país que comparte el territorio amazónico; del representante de Cáritas de América Latina y el Caribe Monseñor José Luis Azuaje; de la hermana Liliana Franco, perteneciente a la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), y del secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), Mauricio López.

A todos ellos se sumaron tres representantes de las comunidades indígenas, Patricia Gualinga, la hermana Laura Vicuña y Delio Siticonatzi.

La Santa Sede estuvo representada por la Secretaría del Sínodo de los Obispos con el cardenal Lorenzo Baldisseri, por la Congregación para los Obispos con el cardenal Marc Ouellet, por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, con el Cardenal Luis Tagle, y por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, con el cardenal Michael Czerny.

Durante la inauguración, el cardenal Claudio Hummes indicó que “Esta Conferencia hace parte de los nuevos caminos que el Sínodo Especial de Obispos para la Amazonía propuso. Es nuestra responsabilidad constituir esta Conferencia, animados por nuestro querido Papa Francisco. Él mismo sugirió el nombre”.

Por su parte, el vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica, el cardenal Pedro Barreto, aplaudió la creación del nuevo organismo asegurando que “ha llegado el momento para dar gracias a Dios porque se ha creado la Conferencia Eclesial de la Amazonía, donde la voz de los indígenas en la Amazonía se ha escuchado”.

 

Cargos y representantes

Igualmente, en el mensaje se señala la elección del cardenal Claudio Hummes, de Brasil, como su presidente; y de Mons. David Martínez de Aguirre, de Perú, como su vicepresidente.

Por otro lado, para el Comité Ejecutivo se ha elegido a Mons. Eugenio Coter (Bolivia) como obispo representante de las Conferencias Episcopales del territorio Amazónico, y reconoce el importante apoyo de instancias eclesiales como el CELAM, REPAM, CLAR y CÁRITAS ALyC.

Asimismo, la Conferencia cuenta con 3 representantes de los pueblos originarios designados: Patricia Gualinga del pueblo kichwa-Sarayakú (Ecuador); Hna. Laura Vicuña Pereira del pueblo Kariri (Brasil); y Delio Siticonatzi del pueblo Asháninka (Perú).

 

Buena noticia

Por último, se subraya que esta Conferencia pretende ser respuesta a las múltiples amenazas que enfrenta América Latina, tales como la pandemia del coronavirus, y las realidades de violencia, exclusión y muerte contra el bioma y los pueblos que la habitan.

De este modo, tal y como indica el punto 115 del Documento Final del Sínodo Amazónico: “La Conferencia Eclesial de la Amazonía quiere ser una buena noticia y una respuesta oportuna a los gritos de los pobres y de la hermana madre Tierra, así como un cauce eficaz para asumir, desde el territorio, muchas de las propuestas surgidas en la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, celebrada en octubre de 2019, siendo también un nexo que anime a otras redes e iniciativas eclesiales y socio-ambientales a nivel continental e internacional”.

 

 

 

 

El Papa nombra al comisario extraordinario para la Fábrica de San Pedro

El nuncio Mario Giordana

junio 30, 2020 13:56

Roma

(zenit – 30 junio 2020).- Ayer, 29 de junio de 2020, el Papa Francisco nombró comisario extraordinario de la Fábrica de San Pedro al nuncio apostólico monseñor Mario Giordana, informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede en una nota.

El Santo Padre le ha encomendado “la actualización de los Estatutos, la aclaración de la administración y la reorganización de las oficinas administrativas y técnicas de la Fábrica. En esta delicada tarea el Comisario será asistido por una comisión”, indica el comunicado.

Este nombramiento se produce tras la reciente promulgación del Motu Proprio “Sobre la transparencia, el control y la competencia en los procedimientos de adjudicación de contratos públicos de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano”.

Igualmente, según la nota, “esta elección también es consecuencia de una información procedente de las oficinas del auditor general, que esta mañana dio lugar a la adquisición de documentos y equipo electrónico en las oficinas técnicas y administrativas de la Fábrica de San Pedro”.

“Esta última operación fue autorizada por decreto del promotor de justicia del Tribunal, Gian Piero Milano, y del Adjunto Alessandro Diddi, con información previa de la Secretaría de Estado”, concluye.

 

La Fábrica de San Pedro

La Fábrica de San Pedro es la institución creada para la gestión de todas las obras necesarias para la construcción y la construcción artística de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Tal y como señala Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Pastor Bonus del 28 de junio de 1988, la Fábrica de San Pedro se ocupa, “según sus propias leyes, de lo referente a la basílica del Príncipe de los Apóstoles, tanto para la conservación y decoro del edificio, como para la disciplina interna de los vigilantes y peregrinos que entran en ella para visitarla”.

Desde el 5 de febrero de 2005 es presidida por el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica Vaticana. La organización se divide en Comités, Oficinas y Estudios, incluyendo el Comité de Administración y la Oficina Administrativa.

 

 

 

 

Argentina: Mons. Torres Carbonell, obispo de Gregorio de Laferrere

Nombrado por el Santo Padre

junio 30, 2020 18:12

Iglesia Local

(zenit – 30 junio 2020).- El Papa Francisco ha nombrado a Mons. Jorge Martín Torres Carbonell, obispo de la diócesis de Gregorio de Laferrere (Argentina), transfiriéndolo del cargo de obispo titular de Acque di Bizacena y auxiliar de Lomas de Zamora.

Así ha informado hoy, 30 de junio de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

La diócesis de Gregorio de Laferrere, ubicada en lo que se conoce como el conurbano bonaerense, había quedado vacante el pasado 9 de junio al ser trasladado su obispo, monseñor Gabriel Bernardo Barba, a la sede diocesana de San Luis.

 

Mons. Jorge Martín Torres Carbonell

Nació en Buenos Aires, el 22 de abril de 1954. Estudió Teología y Filosofía en el Seminario Mayor de Buenos Aires y recibió la ordenación sacerdotal el 18 de noviembre de 1983.

Fue vicario parroquial de San Cayetano de Belgrano, párroco de Santa Clara, Niño Jesús, Nuestra Señora de la Esperanza y del santuario de San Cayetano, responsable de la Pastoral Juvenil de la archidiócesis de Buenos Aires y de la Peregrinación a Luján, vicario episcopal de las Villas de Emergencia, decano y miembro del Consejo Presbiteral.

El 21 de noviembre de 2014 fue nombrado obispo titular de Acque di Bizacena  y obispo auxiliar de Lomas de Zamora, recibiendo la ordenación episcopal el 27 de febrero de 2015. Dentro de la Conferencia Episcopal de Argentina es miembro de la Comisión Episcopal de Liturgia y de la Comisión de Comunicación Social.

 

 

 

 

Evangelio del domingo 5 de julio: Comentario del padre Antonio Rivero

“¿Qué hacer con nuestros cansancios?”

junio 30, 2020 10:05

Espiritualidad

Comentario del Evangelio del domingo, 5 julio de 2020, Domingo XIV del Tiempo Ordinario, escrito por el padre Antonio Rivero L.C. En el texto, el sacerdote reflexión sobre el cansancio y plantea: “¿Dónde está la fuente de nuestro descanso y paz? Dios nos responde hoy en las lecturas”.

 

Domingo XIV del Tiempo Ordinario

Ciclo A

Textos: Zac 9, 9-10; Rom 8, 9.11-13; Mt 11, 25-30

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

 

Idea principal: Todos, quien más quien menos, experimentamos el cansancio en nuestra vida, en sus diversas formas.

Resumen del mensaje: ¿Dónde está la fuente de nuestro descanso y paz? Dios nos responde hoy en las lecturas. Camino para el descanso interior del alma es acudir a Cristo con humildad (primera lectura y evangelio). Camino que nos destruye la paz es el desorden egoísta (segunda lectura).

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, veamos los distintos cansancios que sufrimos todos. Está el cansancio físico, propio de nuestro desgaste por el trabajo manual, profesional y ministerial: se cansa el obrero y el barrendero, la madre de familia haciendo las faenas de casa, el profesor dando sus clases, el médico y el enfermero en el hospital, el empresario y el sacerdote, el comunicador y el deportista. Está el cansancio psicológico y afectivo, provocado por personas que nos rodean, tal vez en nuestra propia casa, y que no están de acuerdo con nosotros, que no comparten la misma fe y amor, que nos son hostiles o indiferentes, que nos han arrinconado; este cansancio nos agobia y gasta nuestras energías. Está el cansancio espiritual, permitido por Dios para probar nuestra fe, esperanza y caridad; cuántas veces sentimos cansancio en la fe y en la esperanza; parece que Dios nos ha abandonado y no nos escucha. Está el cansancio moral de quien lleva a cuestas su conciencia pesada y no logra deshacerse de sus culpas y pecados. Y hoy que vivimos la pandemia, estamos llevando a cuestas todos los tipos de cansancios. ¿Hasta cuándo, Señor?

En segundo lugar, ¿qué hacer con nuestros cansancios? Dios te diría que acudas a su Hijo Jesús que hoy te ha dicho: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados por la carga, y yo os daré descanso”. Te espera en la Eucaristía para fortalecer tus fuerzas espirituales. Te espera en la confesión para reponer tus fuerzas rotas. Te espera en la lectura de los santos evangelios para animarte y consolarte. San Pablo te diría hoy en la segunda lectura: “No viváis conforme al desorden egoísta, sino conforme al Espíritu”, es decir, vive una vida honesta y honrada siguiendo los diez mandamientos. El pecado es una carga pesada. El profeta Zacarías también tiene un consejo para tu paz y descanso interior: “Vive en la humildad”, pues no hay vicio que más destruya la paz que la soberbia. Si fuéramos un poco más sencillos, no amantes de grandezas, si tuviéramos “ojos de niño” y un corazón más humilde, tendríamos mayor armonía interior, una paz más serena en nuestras relaciones con los demás, una sabiduría más profunda y una fe más estimulante y activa. Seríamos más felices y encontraríamos paz y descanso en Cristo Jesús.

Finalmente, Dios hoy también nos compromete a ayudar a nuestros hermanos, a ser cireneos, pues muchos de ellos sufren cansancios más duros que los nuestros. Date tiempo y diálogo con esos que están en la cuneta con cansancio de alma y corazón. Acércate a ellos para ayudarles a llevar ese fardo pesado, como hace Cristo con nosotros. Y, sobre todo, no eches en las espaldas de los otros tus sacos de disgustos y reclamos, tus rebeldías y enojos. Al contrario, pon tu espalda para que otros te carguen sus penas y dolores.

Para reflexionar: ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué hago ante mis cansancios? ¿Ayudo a mis hermanos para aliviar sus cansancios o les hundo más en ellos? Medita en esta frase de san Gregorio Magno sobre el evangelio de hoy: “Es un yugo áspero y una dura esclavitud el estar sometido a las cosas temporales, el ambicionar las terrenales, el retener las que mueren, el querer estar siempre en lo que es inestable, el apetecer lo que es pasajero, y el no querer pasar con lo que pasa. Porque mientras desaparecen a pesar de nuestros deseos todas estas cosas que por la ansiedad de poseerlas afligían nuestra alma, nos atormentan después por miedo de perderlas”.

Para rezar: Medita en la oración del hombre cansado, no sea que te veas reflejada en ella: “Estoy cansado, Señor, estoy harto de la vida. La gente dice que la vida es corta; a mí ahora me parece larga, eternamente larga. No sé qué hacer con la vida. Podría vivir aún el doble de lo que he vivido, quizá el triple, y me estremezco de sólo pensarlo. La carga, la rutina, el puro aburrimiento de vivir. No me quejo ahora del sufrimiento, sino del abrumador cansancio de la existencia. Recorrer las mismas calles, hacer los mismos quehaceres, encontrarse con la misma gente, decir las mismas vaciedades. ¿Es eso vivir? Y si eso es vivir, ¿merece la pena?”. Mejor reza ésta del Salmo 39, 12:

«Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto:
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplácate, dame respiro
Antes de que pase y no exista».

 

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

 

Beato Antonio Rosmini Serbati, 1 de julio

Gigante de la cultura

junio 30, 2020 09:00

Testimonios

 

“Gigante de la cultura, fundador del Instituto de la Caridad, y el Instituto de las Hermanas de la Providencia. El Concilio Vaticano II revocó la condena que pesaba sobre sus obras”

A punto de ser beatificado en 2007, Benedicto XVI ensalzó su “caridad intelectual”, y el cardenal Saraiva lo calificó como un “gigante de la cultura”. Rosmini fue un abanderado de la unidad entre fe y razón, y ello le acarreó un singular calvario. Nació en Rovereto, Italia, el 24 de marzo de 1797. Pertenecía a una noble y acomodada familia. El hecho de ser bautizado al día siguiente, en la festividad de la Anunciación, tuvo gran relieve para él: “Con el darme Dios el privilegio de nacer a la gracia en la festividad de María, mostró el querer dármela por mi Madre y Protectora. Pueda yo corresponderle y amarla, como me propongo por la eternidad”. Este signo rubricó momentos específicos de su vida.

En el hogar reinaba la piedad. Dios bendijo a los padres con el compromiso religioso de la primogénita, que fue canossiana, y el beato, segundo en orden de nacimiento. Al último, más distante de la fe, no le faltó la comprensión de sus hermanos. Para Antonio, su tío paterno Ambrogio, un reputado arquitecto y pintor, fue un referente importante en su formación, aunque él a los 5 años sabía leer y escribir; aprendió con la Biblia, las actas de los mártires y las vidas de santos. Sus padres alentaron su afán por el estudio y la investigación, ya notorios cuando tenía 7 años. A los 15, aunando este amor a los libros con la vida espiritual, fundó la academia “Vannettiana”; en ella los niños compartían estudio, caridad y oración.

A los 16 años se despertó su vocación sacerdotal, un ideal que mantuvo aunque no fue compartido por su familia inicialmente. Estudió en la universidad de Padua y allí mostró unas cualidades excepcionales para penetrar en los entresijos de la ciencia y de las humanidades. Era experto conocedor de un amplio abanico de disciplinas que incluían: filosofía, política, derecho, educación, ciencia, psicología y arte. Precisamente su vasto conocimiento le mostró con nítida claridad que ninguna de ellas constituía un peligro para la fe, sino que, más bien, eran unas “aliadas necesarias”, como subrayó Juan Pablo II en 1998.

Fue ordenado sacerdote en 1821. Asumió su ministerio con claras y santas ideas. “El sacerdote debe ser un hombre nuevo: vivir en el cielo con el corazón y la mente, conversando siempre con Cristo; regresar del altar un santo, un apóstol, un hombre lleno de Dios. Debe avanzar en todas las virtudes, ser el primero en amar el trabajo duro, la humillación, el sufrimiento…, un modelo de perfecta obediencia, debe vivir la caridad para con el prójimo como una llama que prende fuego a todo el mundo”. Oración, estudio, caridad… fueron la tónica de sus jornadas. Pío VIII le animó a que se dedicara a escribir y dejase en segundo lugar la vida activa. Alessandro Manzini, escritor y poeta, entrañable amigo de Antonio, no ocultó su admiración por él. Dijo que «era una de las cinco o seis más altas inteligencias filosóficas que Dios había brindado a la Humanidad». Además, no solo tenía talento. Era un hombre prudente, íntegro, dispuesto, sobre todo, a cumplir la voluntad de Dios; daba pruebas de su vocación y vivía en comunión con la Sede Apostólica; todo ello fue resaltado por Gregorio XVI en su Carta In sublimi de 1839.

Impulsó la Enciclopedia cristiana, que contrapuso a la francesa, y la Sociedad de los amigos para la animación cristiana de la sociedad. Aunque estas obras no tuvieron excesiva trascendencia, de algún modo ratificaron su anhelo de poner al servicio de los demás todo lo que poseía, esperando que pudiera servirles de ayuda. Ello incluía su asistencia espiritual, la donación de los bienes materiales y su bagaje intelectual, porque sabía que era un fecundo instrumento apostólico. Es decir, una magnífica trilogía en la que su caridad evidenciaba destellos espirituales, materiales e intelectuales. Mantuvo una ingente correspondencia epistolar que ha sido recogida en trece volúmenes. Su actividad era admirable. No solo fundó dos institutos masculino y femenino, el de la Caridad, y el de las Hermanas de la Providencia; su intensa labor intelectual le condujo a la creación de un nuevo sistema filosófico. En 1848 desempeñó una misión diplomática para el gobierno piamontés ante la Santa Sede, pero renunció debido a su rotunda discrepancia con los intereses políticos de aquél.

Su creación intelectual estuvo en el punto de mira del Magisterio de la Iglesia, y ello motivó su exilio a Gaeta ese mismo año de 1848 junto a Pío IX, del que fue su consejero. En 1849 cayó en desgracia ante el pontífice y regresó al norte de Italia. Supo por el camino que dos de sus obras se habían incluido en el Índice de libros prohibidos; detrás hubo un maquiavélico entramado de rencillas. Sufrió humillaciones y persecución con el espíritu de un fiel hijo de Dios y de la Iglesia, viviendo heroicamente la caridad y la humildad. Según sus palabras: solía “mirar las cosas desde lo alto”. Había sido designado cardenal, pero nunca fue consagrado como tal. El centro de su espiritualidad, de innegable influencia mariana, fue: “el Principio de disponibilidad” a la voluntad de Dios en un doble movimiento: 1) No hacer obra exterior alguna por mi cuenta, sino purificarme, orar y esperar el signo que es voluntad de Dios. 2) No rechazar nada de todo lo que la voluntad de Dios me pide a través de las circunstancias. Bíblicamente: “Dejarme llevar por el Espíritu de Dios” (Rm 8,14).

El proceso sobre su obra le acompañó hasta el final. Mostró su convencimiento de que todo estaba en manos de Dios, asegurando que él se sentía “bastante inútil”. Murió en Stresa el 1 de julio de 1855. En 1887 cuarenta proposiciones suyas contenidas en diversas obras publicadas e inéditas fueron condenadas con el decreto doctrinal, Post obitum, de la Sagrada Congregación del Santo Oficio. Pero su obra fue valorada en el Concilio Vaticano II y su condena se revocó en 2001. Benedicto XVI lo beatificó el 18 de noviembre de 2007.